- La Inauguración de la Exposición



Aspecto general de la Plaza de España con motivo del acto de la inauguración de la Exposición. (Archivo ABC)

Cuando aquella esplendorosa mañana primaveral, festividad de la Asunción, del 9 de mayo de 1929 abrieron las puertas de la Exposición Iberoamericana, para que miles de sevillanos y visitantes presenciaran la ceremonia de inaugural, fue la culminación de una ilusión hecha realidad, y como diría Luis Montoto en un artículo escrito sobre la inauguración, publicado en el diario La Nación de Buenos Aires, “La Exposición es la fantasía sevillana desbordada”.

Un largo camino de veinte años en los que los sevillanos habían mezclado esfuerzos, esperanzas, indiferencias dudas, obstáculos y pesimismos, pero que tras muchas trabas pasaba a ser de una aspiración a convertirse en una realidad, en la que emociones y alegrías envolvían a los que en la joya creada por Aníbal González, de la Plaza de España, asistían al acto de apertura del Magno Certamen.

En días previos a la inauguración, una reproducción de la carabela Santa María, fondeó en el puerto de Sevilla escoltada por una división de la Armada y una flotilla portuguesa. La nave quedó anclada en las proximidades del Pabellón de la Marina como exhibición de dicho pabellón.[1]

La ceremonia estuvo revestida de gran solemnidad y boato, fue presidida por los Reyes de España en compañía del Gobierno en pleno, Presidente de la Asamblea Nacional, Diputación Provincial, Ayuntamiento y representaciones diplomáticas de los países iberoamericanos participantes.

A ruegos del Alcalde, los comercios cerraron sus puertas a las diez de la mañana, para facilitar que el público pudiera trasladarse al recinto de la exposición, tomando posiciones tanto en la carrera que discurría desde el Alcázar hasta la Plaza de España, como en el Parque de María Luisa y alrededores. El acceso a las galerías altas de la Plaza de España fue de libre acceso.

Invitación para la asistencia al acto inaugural de la Exposición Iberoamericana. (Archivo del autor)

Proyecto de la Tribuna Regia que se instaló en la Plaza de España. (Archivo Municipal de Sevilla).

A requerimiento del Director de la Exposición Cruz Conde, las señoras asistentes vistieron la tradicional mantilla o el castizo mantón de Manila.[2]

Para seguir el programa y descripciones de este acto, hemos utilizado el artículo aparecido en distintos diarios locales de la época y publicaciones.[3]

Aspecto del gran peatón y galerías de la Plaza de España, llenas de público que presenció la inauguración del certamen. (Fuente internet)

La ceremonia como ya se ha dicho, se desarrolló en la Plaza de España, que había sido debidamente engalanada con tapices y colgaduras en los balcones y banderas de España, Portugal, Exposición (la cual se trata en su correspondiente capítulo) y de los países iberoamericanos en los mástiles que coronaban el semicírculo. En las Puertas de Aragón y Navarra, ondeaban las banderas de los Reyes Católicos y en las Torres Norte y Sur; en las torrecillas del cuerpo central del edificio las de la Exposición.

En el centro se había montado una tribuna cuyo respaldo estaba decorado con tapices de la Casa Real,[4] delante de la tribuna, se había levantado dos altos pebeteros que escondían tras una densa ornamentación floral tres potentes altavoces, así como otros seis se habían instalados en las alturas de los edificios para que el público pudiera oír tanto los discursos como las voces de los coros y la música cuando se interpretara el himno de la Exposición.

Frente a la tribuna y a los lados se dispusieron las fuerzas de los tres ejércitos, de seguridad, somatenes y una columna de desembarco de la Marina portuguesa con banderín.

Según lo previsto en el protocolo los primeros en hacer su entrada en el recinto fue la corporación municipal, quedando el pendón de la ciudad ubicado en el ángulo izquierdo; a continuación, los componentes de la Diputación provincial cuyos maceros junto a los municipales hacen escolta al pie de la escalinata.

Llegada de los reyes. (Revista Mundo Gráfico, 15 de mayo de 1929)

A las doce menos cuarto, hacen su entrada el Jefe del Gobierno con seis ministros y otros miembros del gabinete, acompañado por el Presidente de la Asamblea Nacional. Cinco minutos antes de la doce un toque de atención avisa de la llegada de los Reyes, cuya salida del Alcázar había sido anunciada con veintiuna salvas de la batería situada en el Prado de San Sebastián.

Preceden a los Reyes, miembros de la corte en landeaux, le siguen los clarines de la escolta real y en coche a la gran Dumont los Reyes D. Alfonso y Dña. Victoria Eugenia, llevando al estribo al caballerizo mayor Duque de la Unión de Cuba. Inmediatamente tras el coche de los Reyes, el Infante D. Carlos, guión de la escolta y miembros de Caballería de Alfonso XII, por último, un coche ocupado por la Infantas Dña. Beatriz y Dña. Cristina.

Una vez ocupadas las sillas del trono por los Reyes y los Infantes, así como sus respectivos lugares los miembros del gobierno y demás autoridades nacionales, locales y representaciones diplomáticas, se inició el acto, en primer lugar con la ceremonia religiosa.

A las doce horas, el Cardenal de Sevilla Eustaquio Illundain, revestido de pontifical acompañado por varios canónigos, se situó ante el altar erigido junto a la fuente central de la Plaza de España, procedió a realizar la breve ceremonia de bendición de la Exposición Iberoamericana.

Momento de la bendición de la Exposición por el Cardenal Illundain. (Archivo ABC)

Acto seguido tomó la palabra para pronunciar su discurso el Director de la Exposición Sr. Cruz Conde, en el cual reconoció los esfuerzos realizados por sus antecesores en la consecución de este fin, así como el interés y apoyo demostrados por el Rey y el gobierno y, el especial significado que para España tenía la presencia de veinte naciones americanas en Sevilla

Terminado éste con una gran ovación, hizo uso de la palabra el Jefe del Gobierno, el general Primo de Rivera, el cual elogió a las mujeres sevillanas a las Patria y a la Raza como vínculo de unión entre las naciones iberoamericanas. Ambos discursos estuvieron llenos de retórica y grandilocuencia, muy al estilo de la época.

Nuevamente una gran ovación se produjo al término de las palabras de éste. Después el Rey puesto de pié pronunció las palabras de rigor:

“Queda inaugurada la Exposición Ibero-Americana de Sevilla”

Produciéndose una atronadora ovación que se mezclaban con los acordes de la Marcha Real interpretadas por las bandas y las salvas de artillería.

A continuación, fue interpretado el himno de la Exposición por las Bandas de Sevilla y Madrid, siendo cantado por el tenor José García acompañado la Masa Coral Sevillana, el Orfeón donostiarra y la Coral bilbaína, compuesto por 350 voces, además de una rondalla con ochenta guitarras y bandurrias.


S.M. Alfonso XIII, en el momento de declarar inaugurada la Exposición Iberoamericana. (Ilustración de la revista Nuevo Mundo del 17 de mayo de 1929)

Aspecto de la plaza en el momento de ser inaugurada la Exposición por el rey Alfonso XIII. En el círculo el maestro Alonso dirigiendo las Bandas de Músicas de Madrid, Sevilla e Ingenieros y los Coros Vascos y la Masa Coral Sevillana. (Revista Mundo Gráfico, 15 de mayo de 1929)

Con el desfile de las tropas que habían tomado parte en el acto, así como varias escuadrillas de aviones procedentes de la Base Aérea de Tablada, finalizó el acto inaugural.

Terminada la ceremonia, regresaron al Alcázar los Reyes y toda la comitiva real, dispersándose por la plaza de España y el Parque de María Luisa gran parte del público que había asistido a la inauguración, donde almorzaron. Se estimó la asistencia en más de 100.000 personas entre los presentes en el recinto y recorrido de la comitiva regia.

Esa noche también fue inaugurado el Teatro de la Exposición con la comedia “El Vergonzoso en Palacio” de Tirso de Molina, y al día siguiente se celebró en el mismo teatro un gran concierto de gala a cargo del Orfeón vasco con 350 voces y una orquesta de 70 profesores a los que asistieron los Reyes.

Los Reyes prolongaron su estancia hasta el día 13 de dicho mes, visitando e inaugurando distintas instalaciones de la Exposición, sobre todo las ubicadas en la Plaza de España y América que estaban concluidas, no así otras que fueron terminadas en los meses siguientes.

El acto inaugural tuvo amplio eco en la prensa nacional e internacional, aunque algunos autores sospechan que el tratamiento dado en la internacional pudiera obedecer a una velada propaganda del Certamen. No obstante, se tiene constancia de la aparición de información en los periódicos como “The Times” y “la Nación” de Buenos Aires, así como en gran cantidad de rotativos de Cuba, Méjico y Argentina. Del mismo modo durante varias semanas, el nombre se Sevilla se prodigó en las primeras páginas de varios diarios europeos y americanos que habían enviado a corresponsales especiales para cubrir el evento.

Desfiles de las fuerzas participantes. (Archivo ABC)

En la prensa nacional, fue muy curioso el esfuerzo que realizó el diario ABC de Madrid (la edición de Sevilla se inauguraría meses más tarde) al poner a la venta una edición especial el día 10 con abundante información gráfica, utilizando para ello un servicio aéreo que llevó a Madrid la misma tarde el día 9 el material fotográfico tomado por Gregorio Corrochano de la ceremonia inaugural. Saliendo de la Base Aérea de Getafe, ese número extraordinario dedicado a la Exposición, a las siete de la mañana en un “junker” llegando a Sevilla dos horas más tarde, agotándose los ejemplares al poco tiempo de ponerlos a la venta, enviándose una nueva edición que también se vendió totalmente.

Envío por avión de la edición especial del diario ABC con motivo de la inauguración de la Exposición. (Ilustración revista Blanco y Negro)


VIDEO EN EL CANAL DE LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA EN YouTube  CON LA CEREMONIA DE LA INAUGURACIÓN





NOTAS
[1] .- La flota estaba compuesta por los destructores españoles Velasco, Lazaga, Alseldo y Sánchez Barcaiztegui; el crucero Méndez Núñez y varios submarinos. La aportación portuguesa estuvo a cargo del crucero Vasco de Gama y tres contratorpederos.

[2] .- Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII. Exposición Iberoamericana. Libro de Acta de la Comisión Permanente núm. 6. Sesión del 3 de mayo de 1929.

[3] .- La solemne ceremonia oficial, En El Liberal, de Sevilla. 10 de mayo de 1929.

Varios artículos de El Correo de Andalucía, de Sevilla, 20 de abril de 1929, p.2; 26 de abril p.1; 1, 2, 3, 4, 5, 7, 8, 9 y 10 de mayo de 1929.

Varios artículos de El Noticiero Sevillano, de Sevilla, 28 de abril, p. 8; 1, 3, 4, 7, 8, 9 y 10 de mayo de 1929.

Real Balbuena, F. La Exposición Iber-Americana. Origen y gestación de la magna empresa (serial). En ABC, de Sevilla. 6, 7, 10, 11, 12 de octubre de 1961, varias páginas.

Noticias de la Exposición Ibero-Americana. En Heraldo de Zamora, de Zamora. 7 de mayo de 1929, p.1.

La brillantísima inauguración de la Exposición de Sevilla. En Nuevo Mundo, 17 de mayo de 1929.

Inauguración de la Exposición Iberoamericana de Sevilla. En Revista de las Españas, mayo de 1929, núm. 33, pp. 157-159.

Pérez Guerra, A. Hace sesenta años que se inauguró la Exposición Iberoamericana de 1929. En ABC, de Sevilla. 7 de mayo de 1989, pp-19-21

Rodríguez Bernal, E. Historia de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929. Sevilla, 1994. Edita Servicios de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, pp. 345-348.

Narbona, F. Sevilla y la Exposición de 1929. Sevilla, 1987, edita Obra Cultural del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla, pp. 31-32.

[4] .- El proyecto de la Tribuna Regia, fue aprobado por la Permanente en la sesión del 17 de mayo de 1929, teniendo un coste de 21.500 pts. su montaje, utilización y desmontaje. No obstante se aprobó la propuesta de la Jefatura de Obras, para que la tribuna fuera propiedad del Comité, cuyos gastos de desmontaje y transporte a uno de los almacenes de la Plaza de España sería de 37.000 pts.






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