33.- Pabellón Codorníu.


Pabellón Codorníu. (Foto coloreada fuente Sevilla Insólita)
           
La información que sobre la calle Páez de Rivera aparece en el Diccionario Histórico de las calles de Sevilla,[1] dice lo siguiente:

Rotulada en 1955 en recuerdo de este poeta sevillano, del linaje de los adelantados de Andalucía, que florece en la primera mitad del s. XV y algunas de cuyas obras se recogen en el Cancionero de Baena. Hasta entonces era conocida como Tercera de esta barriada o avenida de la Botella, pues pervivía la memoria popular del pabellón de una marca de cavas catalanes que remataba en una enorme botella publicitaria, que estuvo situado en la Exposición de 1929 en la intersección de esta calle con la avenida de la Palmera, cerca del lugar donde hacia 1945 se estableció un quiosco de bebidas que con diversas modificaciones estructurales ha llegado hasta nuestros días. Esta razón hizo que toda esta zona del Sector Sur fuera llamada la Botella , denominación colectiva que aún persiste.”

Es curioso como la imagen grabada en la retina de los sevillanos de uno de los pabellones de su Certamen, sea capaz de pervivir en el tiempo a pesar de haber desaparecido a los pocos años de su construcción, y como ese impacto visual de personas que ya no existen, ha sido capaz de mantenerse y transmitirse entre varias generaciones.

La renombrada marca de cavas catalanes a la que se refiere dicha información, corresponde a la empresa dedicada a la elaboración de cavas y vinos espumosos CODORNÍU, que levantó su pabellón en el cruce de la entonces avenida Reina Victoria con la de la Infanta Luisa, actuales avenida de la Palmera y calle Páez de Rivera, a la cual ya no hemos referido, y que por sus connotaciones dejó en el nomenclátor urbanístico el apelativo de “La Botella”, debido a la gran botella que la empresa eligió como reclamo publicitario, y que sin embargo muchos ciudadanos que viven y circulan diariamente por esta zona, desconocen el motivo de esta original denominación.

Todo empezó cuando en la sesión de la Comisión Permanente, celebrada el 09 de noviembre de 1928,[2] fue aprobada la solicitud presentada por dicha casa para concurrir a la Muestra Iberoamericana, requiriendo la parcela nº 1 del Sector Sur para construir su representación. Dicha parcela contaba con 483 m2 de superficie, estando considerada como preferente, teniendo un canon por ocupación de 5.800 pts. En la misma sesión de la Permanente, también se aprobó la solicitud de esta casa, para la instalación de sus productos en el stand nº 304 de la 3º Sección del Pabellón de Productos para la Exportación, que con posterioridad fue renombrado como Pabellón de Industrias Generales, aunque creemos que tal instalación no se llegó a realizar, pues meses más tarde, la Sección 3ª de dicho pabellón al completo, le fue concedida a la Diputación Foral de Navarra, para la muestra de sus productos e industrias.[3]

La denominación oficial de la puerta donde se situó el Pabellón Codorníu, era de la Reina Victoria, dando acceso esta puerta a la avenida de la Infanta Luisa, donde se encontraba a la derecha el Pabellón del Aceite y la zona comercial de este Sector Sur con multitud de edificios comerciales, y a la izquierda, además del Pabellón Codorníu, el de Hijos de Ybarra y González Byass, los de las distintas regiones españolas, además de los de las provincias andaluzas y la Plaza de los Conquistadores.
Vista aérea del Pabellón Codorníu, (ángulo inferior izquierdi) situado junto a la Puerta Reina Victoria, conocida popularmente como “Puerta de la Botella”. (Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Sánchez del Pando)
     
Consistía el Pabellón Codorníu, en un edificio de planta cuadrada, en el que se inscribía una cruz griega, visible en la cubierta a dos aguas que se elevaban a mayor altura que los ángulos de éste. En el centro de esta cruz, sirviendo el edificio en sí como basamento, se elevaba una reproducción a gran escala de botella de champán realizada en metal.

Exteriormente el edificio recordaba construcciones norteñas, con la utilización de hileras la piedra en los perfiles de los ángulos de los muros como elemento decorativo y las cubierta a dos aguas; así como a las bodegas con la apertura grandes arcadas acristaladas en los cuatro paramentos que formaban la cruz, y de menor tamaño pero de similar composición en los ángulos.

La falta de documentación, han hecho que hayamos tenido que recurrir a un artículo publicitario insertado en varios diarios y revistas para su descripción,[4] el cual nos proporciona información de sus contenidos, sin hacer referencia alguna al autor de la curiosa botella y del arquitecto que proyectó el edificio.

De su construcción dice que era de gran fortaleza, “con fuertes fundiciones de hierro y hormigón. Sirve de pedestal a esa botella gigante, que se eleva a una altura de 27 metros.” habiéndose utilizado para “el armazón de la botella y las vigas para sujetarla se emplearon 33.000 kg. de hierro”.


Diferentes aspectos del pabellón durante su construcción. Entre ellas la del autor o autores de éste de los que desconocemos sus nombres. (Imágenes Archivo Comarcal del Alto Penedés)
           
Interiormente era de líneas simples, destacando las cuatro potentes columnas que servían de sustento a la cúpula, de las que partían arcos dejando a la vista el armazón de madera de las cubiertas, dando al conjunto un ambiente netamente bodeguero; proporcionado las vidrieras gran luminosidad en su interior. Se completaba esta sencilla ornamentación con la decoración de las paredes “de seis notables plafones, obras del conocido artista Antonio Gelabert Massot, muy elogiados, en particular el que representa la selección de la uva”, siendo el resto de los temas desarrollados por este artista mallorquín los relacionados con la vendimia.

Tenía la Casa Codorníu, un potencial mercado para sus cavas en las repúblicas americanas, por lo que no regateó en gastos a la hora de erigir estas instalaciones, mucho más elevada que las de su stand en el Palacio de Agricultura de la Exposición Internacional de Barcelona, los cuales se compensaban por el aumento de las relaciones comerciales que ese gran mercado podía proporcionarle, [5] en contra del europeo copado por la producción de champán francés.

En su interior la exposición se encontraba dispuesta en un gran salón central, y en uno de los ángulos se había instalado una prensa en miniatura, que reproducía “a las grandes prensas para 5.000 kilos de uvas cada una”. En otro lugar se encontraban apiladas una serie de “barricas de 200 litros” cada una, así como “muros de botellas en envejecimiento y pupitres para el removido”.

También se exponían y vendían “botellas de las cuatro clases [producidas por la firma] Non Plus Ultra, Extra, Grand Cremant y Champagne de Reims”, que se encontraban adosadas a las cuatro columnas centrales, así como el autógrafo en pergamino del rey Alfonso XIII, realizado en 1904, cuando visitó la hacienda de San Sadurní de Noya. Completaban estas instalaciones un despacho comercial, sala de visitas, servicios y dependencias para almacenaje.



Imágenes del interior del pabellón, donde se pueden apreciar la prensa en miniatura, las barricas apiladas así como muros de botellas y pupitres para el removido. (Imágenes Archivo Comarcal del Alto Penedés)
            

Como base de su reafirmación en la calidad y prestigio de sus productos, igual a los elaborados en Francia, en este artículo se decía que: “Los franceses tuvieron la primacía en el descubrimiento de los vinos espumosos; mas no poseen ningún secreto ni sus uvas, son mejores. En Jerez se producen vinos tipo coñac tan excelentes, cuando no más, como los de la región francesa. Lo mismo se producen en España vinos espumosos a la altura de los mejores del extranjero. Codorníu lo demuestra. Demos valor a lo nuestro cuando lo tiene.

¿Duda alguien de la excelencia de los coñacs españoles? No hay razón para dudar de la de nuestros espumosos. España tiene una gloriosa tradición vinícola, y Codorníu, una tradición inmaculada como enólogo
”.[6]

A petición del representante de la Casa Codorníu, la Comisión Permanente en la sesión celebrada el 02 de abril de 1929, le concedió permiso para “la venta de champagne y pastas a título de propaganda en el pabellón”, debiendo abonar a la caja del Comité, el 10% de las ventas realizadas, según marcaba el Reglamento General de la Exposición.[7]
El tren miniatura de la Exposición, pasaba cerca del Pabellón Codorníu. (Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz GUI-IV-112_09)
           
A pesar de que en 1935 los terrenos del Sector Sur, donde se encontraba situado este pabellón, fueron devueltos a sus propietarios, al desistir el Ayuntamiento en la compra de este lugar para instalar la Feria de Abril, y con ello la obligación de derribar y dejar el terreno sin ningún tipo de construcción, este pabellón al igual que otros se mantuvo en pié.

En una imagen aérea tomada en 1946, continuaba existiendo el edificio, para desaparece en la siguiente toma, diez años más tarde, en 1956.[8] Entre estas dos fechas se debió producir su demolición, y por testimonio verbal de personas que jugaron en este lugar, en un campo de futbol que llamaban La Botella, confirman que aunque el pabellón ya no existía, permaneció en el suelo la inmensa botella en dichos terrenos durante un tiempo.[9]
Fachada principal del Pabellón Codorníu. (Archivo Comarcal del Alto Penedés)
            
En 1945, justo en la acera de enfrente a donde se encontraba el Pabellón Codorníu, se estableció un pequeño kiosco de bebidas, regentado por Manuel Oliva, que heredó el toponímio popular de la zona, pasando años más tarde a convertirse este rudimentario establecimiento en el “Kiosco La Botella”, que hoy día ampliado y actualizado disfrutamos.[10]

Y desde 1957, en el solar que ocupaba el pabellón Codorníu, se encuentra el chalet “La Botella”, mandado a construir por su propietario Armando Soto Ybarra, como residencia familiar, siendo diseñado por el arquitecto Alfonso Toro Buiza.[11]


NOTAS
[1] .- Diccionario Histórico de las calles de Sevilla. (1993) VV.AA. Editado por la Consejería de Obras Públicas y Transporte de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla. pp. 168-169.
[2] .- Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII Exposición Iberoamericana. Libro de Actas de la Comisión Permanente nº 5. Rollo 627 fotograma 73.
[3] .- A.M.S. Caja 39, Rollo 662 fotograma 123. Acuerdos de la sesión de la Comisión Permanente del 22 de marzo de 1929.
[4] .- El artículo de carácter publicitario titulado “La Botella Monumental”, se insertó en varios diarios y revistas como Nuevo Mundo de fecha 06 de noviembre de 1929, y ABC de Madrid, de 04 de octubre de 1929. p. 8.
[5] .- “Los gastos de su instalación serán recompensados con el fomento de relaciones con aquella clientela: pero redundarán principalmente en incremento de las simpatías del extranjero por España”. Ibídem.
[6] .- Ibídem.
[7] .- A.M.S. Acta de la sesión del 04 de abril de 1929. Libro de Actas de la Comisión Permanente nº 6. Rollo 627 fotograma 244.
[8] .- Centro Nacional de Información Geográfica. Fechas del los vuelos de los fotogramas 24-06-1946 y 03-11-1956.
[9] .- Testimonio narrado a D. José Luis Pérez Pino, por un tío suyo.
[10] .- La Botella: Historia de un quiosco. Sección Casco Antiguo.- ABC Sevilla 29 de febrero de 1984. p.7.
[11] .- Información de la web labotelladelapalmera.com, consultada el 15 de octubre de 2018.

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