43.- Pabellón de la S.A. Industrial Zarracina.
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Juan José Cabrero Nieves
Pabellón de la Industrial Zarracina. (Postal de la época) |
En las sesión de la Comisión Permanente celebrada el 21 de septiembre de 1928,[1] fue presentada y aprobada la petición de la Sociedad Anónima Industrial Zarracina de Gijón, dedicada a la producción de sidra champán marcas Zarracina y Sagardua, solicitando la parcela número 48 del Sector Sur de la Exposición para la construcción de un pabellón propio.
La parcela requerida se encontraba en la intersección de la avenida de la Infanta Luisa (actual Páez de Rivera) con una calle lateral al acceso principal al Pabellón del Comité Sedero Central o de la Seda (aproximadamente donde se encuentra en la actualidad la calle Isaac Peral), estando exenta de otras parcelas y calificada como muy preferente, teniendo una superficie de 279,30 m2 y un canon de ocupación de 3.540 pts.[2]
El Ingeniero Director de Obras, presenta el proyecto del pabellón a la Permanente el 9 de noviembre,[3] siendo aprobado por encontrarlo bien, acertado y resuelto. Para la construcción del edificio, fue elegido el contratista Pedro de Castro, con domicilio social en la calle González Cuadrado, 23 de Sevilla, que también iba a empezar la edificación del cercano pabellón de la Cerveza El Águila, debiendo haber empezado la construcción de ambos pabellones en el mes de diciembre, pues el día 7 de dicho mes, el referido contratista le remite carta al Ingeniero Director de Obras y Proyectos solicitando se le indicara el rasante sobre el peatón.[4]
Vista aérea del pabellón junto al de Fernández y Roche en el ángulo superior izquierdo y al de British Sulphate en el inferior derecha. (Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Sánchez del Pando) |
En el mes de enero sabemos que la construcción estaba en marcha,[5] y dos meses mas tarde, en un informe remitido por la Dirección de Obras al Director de la Exposición, le comunicaba que era uno de los pabellones que o estaba terminado o en franca marcha de terminación.[6]
El edificio, del que desconocemos quien fue su autor, adopta para su ornamentación el estilo románico, siendo su planta de cruz griega de la que de su espacio central, emerge un cuerpo de planta octogonal que se eleva sobre los cuatro brazos que compone su estructura.
La volumetría del edificio era simple careciendo de esbeltez, solo elevada en la zona central, siendo las cubiertas de teja árabe a cuatro aguas en los brazos y de ocho vertientes en el cuerpo elevado.
La terminación exterior de los paramentos era simulando sillares, y en los cuatro espacios exposicionales formados por los brazos de la cruz, se habrían arcos de medio punto en los tres lados exteriores.
Las arquivoltas que formaban estos arcos, estaban compuestas por dos gruesas fajas decoradas con motivo vegetal, quizás rosetas, que se inscribían uno dentro del otro organizando así una portada abocinada. Las jambas sobre las que descansaban éstos, se componían de capiteles de inspiración románica y columnas de fuste monolítico.
Detalles del cuerpo central del edificio y de uno de los brazos. (Arxiu Mas Fundació Institut Amatller d'Art Hispànic) |
Ciertamente el estilo románico, adoptado para este edificio de carácter comercial, es realmente curioso, pues si bien en las representaciones industriales se plasmaron gran variedad de estilos, sobre todo el regionalista, no faltaron muestras de composiciones más contemporáneas, aunque a este respecto en las publicaciones de carácter publicitario que se editaron durante la Exposición se podía leer, al referirse a este pabellón, quizás el calificativo que mejor lo puede definir como es el de pintoresco:
«Se trata de un edificio artístico, pintoresco, en el que se armoniza el arte con el conjunto de magnificencia que ofrece el Certamen Iberoamericano. Han sabido los propietario de esta entidad fabril realizar con su pabellón la fusión de los conceptos característicos de la arquitectura moderna con la acometividad en las líneas, dando un conjunto cultísimo, que en nada disiente del arte que se aspira por doquier dentro del recinto de la Exposición». [7]
Durante el tiempo que duró el certamen, la empresa sirvió sidra gratuitamente a todos los visitantes al pabellón, llegando a repartirse tres millones de litros entre ambas marcas según la propaganda,[8] S.M. el rey Alfonso XIII visitó el pabellón probando la sidra achampanada Sagardua haciendo grandes elogios de ella y firmando en el álbum expuesto en el mismo. Las dos marcas de sidra champán fabricadas por esta firma, fueron premiadas por el Jurado Superior de Recompensas de la Exposición con la máxima recompensa el Gran Premio. La Sagardúa era muy conocida en Buenos Aires siendo su representante en aquellas tierras la Cía. Miguaqui, y la Zarracina en España y en resto del mundo, siendo el representante de esta casa en Sevilla Fernando Fernández García del Busto con domicilio social en la calle Boteros núm. 15.[9]
El gijonés Tomás Zarracina Rodríguez (?- 1898),[10] fue el empresario pionero en gasificar la sidra, creando la sidra-champán, y a partir de 1863 instala su factoría en la carretera de Villaviciosa en Gijón, en unas instalaciones creadas en principio para la fabricación de chocolates y harinas.
Tras el fallecimiento de su fundador Tomás Zarracina, sus herederos venden la empresa en 1915 a Amadeo Álvarez-Buylla, conde del Real Agrado, que había conseguido fortuna en Cuba, constituyendo la S.A. Industrial Zarracina, ampliando la producción a los dulces de frutas, pudiendo considerarse, teniendo en cuenta sus antecedentes, como la más antigua de las industrias de Gijón.
Colosal botella publicitaria de la sidra champán Sagardua situada en uno de los salones del pabellón. |
En 1964 fue adquirida por la empresa Valle, Ballina y Fernández (productores de la sidra El Gaitero), y en 1991, tras un acuerdo con el Ayuntamiento de Gijón, cedió sus primitivas instalaciones a cambio de terrenos municipales en Porceyo, donde actualmente tiene su factoría.
En la actualidad la producción de la champanera se venden en el mercado nacional y en los tradicionales de Puerto Rico, República Dominicana, México, Venezuela y Cuba, país al que en los años cincuenta se hizo muy popular un combinado de brandy y sidra gasificada con el nombre de «España en llamas».
Vista general del Pabellón Industrial Zarracina. (Ilustración revista La Esfera) |
NOTAS
[1] . AMS. SECC. XVIII. EIA. Libro de Actas de la Comisión Permanente núm. 5. Sesión del 21 de septiembre de 1928. [2] . AMS. SECC. XVIII. EIA. Exp. Plano parcelas Sector Sur. Caja 39, rollo 662, fotograma 151.
[3] . AMS. SECC. XVIII. EIA. Libro de Actas de la Comisión Permanente núm. 5. Sesión de 09 de noviembre de 1928.
[4] . AMS. SECC. XVIII. EIA. Exp. Cerveza El Águila. Caja 97, rollo 719 fotograma 405.
[5] . AMS. SECC. XVIII. EIA. Caja 39, rollo 662, fotograma 172.
[6] . AMS. SECC. XVIII. EIA. Caja 99, rollo 720, fotograma 490-506.
[7] . El pabellón de la Industrial Zarracina. En La Época. Madrid. Suplemento al 26 de abril de 1930, página sin numerar.
[8] . Ibídem.
9. El pabellón de la Industrial Zarracina. En La Ilustración Ibero-Americana. Barcelona. Núm. 5 Noviembre 1930, p. 7.
[10] . García Quirós, P y Flores Suarez, J. M. (2000). Gijón. La ciudad de vapor. Historia de la industria y el comercio. Gijón: Biblioteca Gijonesa del Siglo XX.
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