El Barrio Moro.



El Barrio moro nace como actividad ludo-exótica heredera de las exposiciones de finales del XIX y principios del XX, en donde los visitantes querían ver representada la forma de vida de una sociedad oriental, en este caso norte africana.

Esta ambientación, escenográfica, se conseguía a través de la utilización de los elementos arquitectónicos propios del lugar, acompañada de una recreación viva con habitantes oriundos de ellos, ataviados con sus vestimentas y en plena actividad, realizando los trabajos artesanales propios de su cultura.[1] Con ello se favorecía sin embargo, la idealización de una imagen tópica y adulterada de un exotismo artificial de postal.

Las empresas que se embarcaban en este tipo de actividad, no tenían reparos en generar este topicalismo, pues necesitaban de forma urgente rentabilizar la inversión, por lo que recurrían a todo tipo de tipismos para atraer al potencial visitante, haciendo de estas demonstraciones unas autenticas ferias del exotismo.
Entrada principal al Barrio Moro. (Postal de la época)
Un caso particular dentro de los pabellones representativos, es el caso del Barrio Moro, que aunque se podría entender esta instalación como adicional y complementaria al Pabellón Marroquí, en el que incluso el Alto Comisario de Marruecos, general Sanjurjo, le prestó su fundamental apoyo,[2] la construcción respondió a una iniciativa privada, por lo que lo hemos incluido dentro del apartado comercial relativo a restaurantes, cabarets y salas de fiestas que se instalaron en todo el recinto exposicional.

En la solicitud firmada por Manuel Olivencia Amor, el 28 de julio de 1928 dirigida al Comité de la Exposición, como promotor de la idea, ya avanzaba las líneas maestras sobre las que se basa su proyecto, en él decía que: “El que expone, vecino de Ceuta desde su niñez y que, por consiguiente, ha seguido paso a paso nuestra acción en Marruecos y conoce al moro en su carácter y en los distintos aspectos de su vida de relación, ha creído convenientísimo traerlo a la Exposición Ibero Americana donde ya cuenta Marruecos con un pabellón oficial; pero traerlo para ejercer su industria y vender sus productos dentro de su ambiente y conservando sus costumbres. 

Para ello es necesario la construcción en el recinto de la Exposición de un barrio Moro con sus tiendas chiquitas y bajas de vivos colores, en las que el moro exponga y venda sus artículos y trabaje sin recatarse de la vista del observador en la construcción de babuchas, joyas, faroles y objetos de cuero; con sus cafetines en los que se sirva el renombrado té moruno, su típica barbería, su fondak dónde alojarse y hacer sus comidas, ya que en el moro no podría vivir en una fonda europea, pues sus costumbres son completamente distintas a las de los españoles, come con la mano y especian sus comidas con exceso, y al lado de todo ello, una blanca mezquita, con su torre para enriquecer el colorido y completar el conjunto. Que el moro no sienta la nostalgia de su tierra y los extranjeros y españoles reciban la impresión de encontrarse en un verdadero barrio marroquí.” 
Vista aérea del conjunto de edificios que componían el Barrio Moro. (Foto revista Mundo Gráfico)
En esta exposición, ya se enumeran los elementos básicos que compondría el Barrio Moro, y que servirían a su vez para conseguir un doble objetivo, por un lado disponiendo que en su interior haya todo cuanto de ordinario está acostumbrado a ver y a necesitar un marroquí en su tierra, y por otro procurando darle al visitante, todo cuanto de típico y exótico se encuentre en aquellas tierras.

Para ello, solicitaba se le concediese la parcela señalada con el número 14 del plano de parcelación de Sector Sur, y que en atención a la “importancia material y espiritual de la obra”, que había conseguido el apoyo tanto del General Sanjurjo, del Alto Comisariado de España en Marruecos, como de las autoridades de la zona, se le otorgara “una bonificación sobre el precio señalado”. Siendo aprobada dicha solicitud por la Comisión Permanente, adjudicándose de forma gratuita los terrenos requeridos, con la obligación de presentar en el plazo de un mes el proyecto de edificios a construir, y a los sesenta días iniciar su ejecución, así como “de todos los ingresos brutos procedentes de las ventas y demás actividades mercantiles que se realice en el mencionado pabellón moro, se reserva el Comité un 5 por 100 de los mismos”.[3]

Es decir, la diferencia fundamental existente entre el Barrio Moro y el Pabellón oficial del Protectorado de Marruecos, radicaba en que en la zona comercial instalado en este último, estaba permitida la venta de artículos confeccionados in situ a la vista del público por los artesanos en sus talleres; [4] y en el Barrio Moro, totalmente de carácter comercial, estaba autorizada la venta en sus tiendas y bazares tanto de productos artesanales como de los importados ya manufacturados, así como servicios de restaurante, café típico y espectáculos, debiendo abonar el 5% de estas ventas a la Caja de la Exposición.

En concreto en la sesión del Comité Permanente del 21 de septiembre de 1928,[5] fue aprobado el proyecto presentado por Manuel Olivencia, abogado de Ceuta, y que más tarde en 1931sería alcalde de dicha ciudad, como representante de la firma Olivencia y Cía., el cual se basaba en un diseño artístico del ingeniero, ex-militar y pintor Antonio Got, profesor de la Escuela de Artes Indígenas de Tetuán y el arquitecto Pedro Sánchez Núñez, [6] ejecutado por el arquitecto Manuel López de Mora y Villegas.

A los pocos días se anunciaba en la prensa el inicio inminente de las obras,[7] que tuvieron lugar a bombo y platillo el 20 de octubre, con la asistencia del Comisario Regio Cruz Conde, miembros del Comité de la Exposición, así como el concesionario de la instalación Manuel Olivencia y el contratista de la obra Enrique Vázquez Nieto. [8]

Pero no es hasta el 25 de enero de 1929, cuando la Permanente aprueba el plano definitivo del proyecto llamado “Parque Comercial Marroquí”,[9] y aunque no tenemos constancia, seguramente es cuando debido a las máximas facilidades que se le daba a esta instalación, se le asigna para su construcción además de la parcela solicitada, la contigua núm. 13 calificadas ambas como muy preferentes, sumando en total 3.000 m2, con un canon de ocupación de 8.800 pts. cada una, y que como ya se ha indicado, le fueron concedidas de forma gratuita.[10]

Igualmente, y como consecuencia del alto contenido político y propagandístico que esta instalación representaba, el gobierno concedió exención de impuestos aduaneros a todas las mercancías y artículos que fueran destinados a la venta en el Barrio Moro.[11]
Vista del emplazamiento del Barrio Moro en la actual avenida Reina Mercedes, frente al pabellón de Córdoba ( ángulo inferior izquierdo) y junto a los pabellones de Canarias, Aragón, Matías López y González Byass e Hijos de Ybarra. (Archivo Serrano. Fototeca Municipal de Sevilla)
Estas parcelas se encontraban en terrenos de los hermanos Camino, en el Sector Sur del recinto, en la que se llamó avda. de Venezuela, actual avda. Reina Mercedes, al fondo de la Plaza de los Conquistadores, frente al Pabellón de Córdoba, del cual aún queda en píe su torre, y lindando a su izquierda con el desaparecido Pabellón de las Islas Canarias. [12]

Al igual que la zona comercial del pabellón oficial marroquí, el Barrio Moro, en el intento de reproducir una sociedad exótica, recrea un barrio típicamente moruno, en el que se instala un local de espectáculos folklóricos marroquíes, un restaurante, bares y un pequeño zoco con tiendas, todo muy al gusto de la época.

Al recinto, al que se accedía a través de una reproducción de la puerta de Tánger, en Tetuán, tomada de una acuarela de Antonio Got. Según la descripción que hace la guía oficial, [13] el pabellón estaba dividido en tres partes. La primera, la constituían los seis bakalitos o pequeñas tiendas morunas, formando un patio similar al del barrio de los babucheros de Tetuán, del que se había recreado con gran exactitud, un trozo de calle reproduciéndose los más pequeños detalles, incluso las parras que daban sombra y frescor y las románticas palmeras. En los bakalitos, se establecieron comerciantes marroquíes, que allí fabricaban, exponían y vendían los productos de su especialidad.



Trozo de calle que reproducía el barrio de los Babucheros de Tetuán (Revista África, julio 1929). Detalle de la copia de la torre Yama-al-Bacha. Y ventana de Sidi Ali Baraza, a los piés de la torre. (Fondos del Arxiu Mas Fundació Institut Amatller d'Art Hispànic)
En la segunda, se alza la mezquita coronada por la famosa torre de Yama-al-Bacha, de forma octogonal, y de gran efecto visual con una altura de 26 metros,[14] instalada no como un motivo ornamental, sino constitutivo de una mezquita completa, no faltando ningún detalle imprescindible en esta clase de edificios religiosos, situándose en primer término el hamman para las abluciones rituales, todo ello a pesar de insistirse en varias informaciones de la época, de que en la mezquita no se realizaría ningún culto.[15]

En la torre, “Sus jambas de ladrillo se prolongaban hasta la parte superior, a la que remataba una lujosa crestería de merlones, revestidos con azulejos triangulares blancos, negros y amarillos. Cada entrepaño tenía como adorno un cuerpo inferior de arcos fingidos, cuyos huecos quedaban macizados con brillantes alicatados formando combinaciones distintas en cada cara. El segundo cuerpo de la torre se adornaba con un agramilado de ladrillo, con dibujos distintos en cada fase del prisma, de manera que cambiando el punto de vista, pudiera verse la torre bajo ocho aspectos diferentes. El remate final era de arcos fingidos con alicatado.”[16] en la original, en ésta del Barrio Moro, quedaron sin cubrir. “La torre se coronaba con una preciosa linterna, igualmente adornada con agramilado y azulejos. La cubría una cupulilla con un asa para izar la bandera.”[17] Y sobre la cupulilla, el yamur, con tres bolas de bronce coronadas con una media luna.

Entre las instalaciones que comprendían la tercera parte del pabellón, había un gran café estilo marroquí, decorado ricamente con tapices y colgaduras, colchonetas, cerámicas y armas del país, repisas y mesas de maderas morunas. Un restaurante, un bar europeo, y un salón para espectáculos.
Interior del café, con su rica decoración marroquí. (Imagen revista Mundo Gráfico)
Por supuesto los detalles ornamentales de puertas, ventanas, rejas, marquetería de techos y decoración en general, fueron ejecutados en Marruecos y trasladados al Barrio Moro para su instalación.

Contaba también con un “fondak” de 60 habitaciones, para el alojamiento de los artesanos marroquíes, construido según las normas de los más típicos establecimientos de alojamiento tangerinos, en el que los huéspedes podían encontrar las mismas costumbres y comodidades propias de los originales de Marruecos.[18]

Un visitante del Barrio Moro, que años más tarde escribió un artículo sobre esta instalaciones, nos las describe así:
A uno y otro lado de la puerta principal del pabellón se encontraban los zocos con sus llamativos bazares; cueros trabajados artísticamente, sedas, perfumes, objetos valiosos de metal esencias, ánforas, bandejas, farolas, cacharros y platos de cerámica, babuchas, telas, bordados, chilabas, trajes lujosos de moras y fotografías de los más bellos lugares de Tetuán, Xauen, Fez y Tánger.

Dando mayor propiedad a los zocos, amplios emparrados en que brindaban el lozano verdor sus hojas, y airosas palmeras cuya esbelta siluetas, destacaban en el cielo, hacían “pendant” admirable con la gallarda torre tetuaní de “Yama al Bacha”, fielmente reproducida, que presidía el barrio y que lucía en su arranque la famosa ventana de Sidi Ali Baraza reproducción también.

Estos zocos, con sus llamativos bazares, los comedores, el bar, el cafetín, el fondak, el hamman...., era trasunto de la ciudad del Jalifa, tan admirada por el turismo mundial.

El decorado del salón de té era una maravilla de color: ricas alfombras, preciosos haitís, tapices, mullidas colchonetas ricamente revestidas, cojines de variadísimos dibujos y tonos, repisas artísticas, farolas de metal afiligranado, cortinas de encajes con bordados, cerámica, etc.

Descansar un rato en aquel salón, que hacía realidad vivísima fantasía de las "Mil y una noches", era contagiarse de la molicie musulmana y sentirse invadido por el deseo de dejar que pasase el oro del tiempo en la estática contemplación de una policromía maravillosa, sobre cuyo fondo el ritmo de las danzas moras y el dejo doliente, como una copia flamenca de las canciones, nos hacía vivir en el ensoñado paraíso mahometano.



Tres vistas desde el acceso principal al Barrio Moro.(Colección Roisin. Institut d’Estudis Fotográfics de Cataluya)
Junto al salón de té moro, el café europeo. Al fondo el bar. Con acceso por el mismo salón de té, el barrio moro destinado a "dancing", exornado con el mejor gusto a base de arcos y celosías, con iluminación muy profusa y artística.

Con entrada a este patio, los comedores aislados, con decorado árabe, invitaban a la grata intimidad.

Arriba, el cafetín moro, con músicos indígenas, constituían un nuevo y poderoso atractivo para quienes gustaban de las costumbres marroquíes. Se tomaba el té, se fumaba el kif.....

El fondak -alojamiento de la población mora del barrio-, semejaba en su traza a una de nuestras antiguas casas de vecinos, con más bella arquitectura.

En lugar inmediato, el hamman, al que daba acceso una soberbia puerta de depurado estilo árabe, a la que correspondía a asimismo la entrada al fondak.

¡Encanto indescriptible del Barrio Moro!”.[19]

Desde su inauguración, se habían ido producido una serie de incidentes que obligaron al Gobernador Civil diera órdenes para que se realizara una vigilancia policial en el interior de estas instalaciones. A ello habría que unir, el rumor del que todo el mundo se hacía eco, aunque al parecer sin fundamento, por el cual en la fondak se permitía el acceso a elementos “extraños”, lo que propició que los presidentes de la Asociación Social Católica, y de la Sociedad de Padres de Familia, se entrevistaran con el entonces Director Delegado de la Exposición, Díaz Molero, transmitiéndoles sus quejas. 

Tratado el tema en la Comisión Permanente en el mes de septiembre, en la que sin embargo se le quitó hierro a lo acontecido, considerando exageraciones “dado el carácter sevillano a comentar jocosamente cierta clase de rumores”, y más cuando el concesionario preguntado por estos hechos dijo que eran “fantasía de corte malicioso”. No obstante, si produjo extrañeza en la Permanente, los exiguos ingresos que la empresa concesionaria del Barrio Moro había aportado a las arcas del Comité, solo 181,77 pts. desde la inauguración del Certamen, por lo que se acordó recordar al encargado de la concesión, que solo estaba autorizado a utilizar la fondak, el personal marroquí de servicio en las instalaciones del Barrio, además de encargar un inspección en profundidad de la contabilidad del mismo.

Realizada por el Inspector General de Ingresos de la Exposición dicha inspección, afloraron graves errores e incumplimientos del contrato, como el de cobrar, sin estar autorizado, la entrada al Barrio Moro, abonando como aportación al Comité solo el 5%, cuando en casos similares de instalaciones con derecho a pago para acceder, la aportación a la caja de la Exposición por este concepto era del 50%. Además las seis tiendas o bakalitos existentes estaban arrendadas a artesanos y comerciantes, que abonaban por este concepto, el 25% de sus ventas al concesionario, el cual solo declara este porcentaje de las ventas, no el volumen total de las mismas como así venia obligado en el contrato, para con posterioridad liquidar el 5% de estas y no del total del bruto.

Personal que prestaba sus servicios en el Barrio Moro.
Así mismo, la única liquidación efectuada correspondía al periodo del 24 de julio al 7 de agosto, no habiendo presentado ninguna otra desde la inauguración de la Exposición.[20]

Es de suponer, pues no hemos hallado constancia documental en los archivos de la Exposición, que estos impagos de la empresa concesionaria, no afectarían solamente a la caja del Certamen, sino que, proveedores e incluso la empresa constructora se encontrarían en la misma situación.

Esto daría lugar a una suspensión de pagos, nombrándose a Luis Garrido Rabanera, Administrador Judicial y representante del principal acreedor, el contratista Enrique Vázquez Nieto, el cual se hizo cargo de la explotación del Barrio Moro el 19 de septiembre de 1929.[21] Comunicándosele el 17 de octubre, la obligación que tenía de abonar al Comité, 3.000,41 pts. que debía hasta el 31 de septiembre.

Aduciendo diferentes motivos, se comprometió a abonar 50 pts. al día, hasta saldar la deuda, hecho éste que solo lo realizó durante dos días,[22] no volviendo a efectuar ingreso alguno, por lo que nuevamente, el 19 de noviembre, se le vuelve a requerir el pago de dicha deuda, dándole un plazo de cuarenta y ocho horas para que al menos abone 600 pts. a cuenta de la deuda. El administrador Judicial comunicó que le era imposible hacer frente a dicho pago, solicitando se le diera una prórroga de 15 ó 20 días para hacerla efectiva.

Llevado este asunto a la sesión de la Permanente del 23 de noviembre, en el que la deuda ya había aumentado en 2.089,93 pts., desde el 1 de octubre al 19 de noviembre, alcanzaba la suma de 5.090,34 pts., se acordó establecer 20 días como plazo improrrogable para abonar el importe total de la deuda, caso contrario se procedería a la clausura del Barrio Moro.[23]

Acceso principal al Barrio Moro. (Fondos del Arxiu Mas Fundació Institut Amatller d'Art Hispànic). Y ticket de entrada al mismo (todocolección.net).
El Barrio Moro habían contado con la simpatía y benevolencia del Comité de la Exposición desde un principio, pues la decisión de concederle 3.000 m2, de unas parcelas consideradas como muy preferentes, de forma gratuita a una instalación de carácter comercial, y más tarde los acontecimientos que se han descrito, habría producido la rescisión del contrato con cualquier otra empresa expositora mucho antes. 

Quizás el aval con el que venía precedida, por parte del general Sanjurjo, Alto Comisario del Protectorado de Marruecos, y amigo personal del Director de la Exposición, Cruz Conde, hicieron más fácil que todas estas irregularidades fueran tratadas de forma graciable.

El 28 de enero de 1930,[24] el contratista y principal acreedor del Barrio Moro, Enrique Vázquez, representado por el Administrador Judicial Luis Garrdio, firma con Eduardo Córdoba Vázquez, un contrato de arrendamiento de la parte destinada a cabaret, salón de café y restaurante, con las dependencias anexas para cocina y servicios situados en el Barrio Moro.

El precio de dicho arrendamiento era el de 300 pts., diarias durante el mes de febrero, 350 pts. en el mes de marzo, 500 pts. durante los meses de abril y mayo, y de 400 pts. el mes de junio. Según se estipuló en dicho contrato esos ingresos diarios así obtenidos, serían entregados al Comité a fin de ir deduciendo las cantidades impagadas, no debiendo exceder los gastos imputables a la dirección y gestión del negocio las 100 pts.

Se estipulaba que, una vez liquidada la deuda del Barrio Moro, estos ingresos en la caja del Certamen continuarían realizando hasta liquidar otra deuda que tenía reconocida el referido contratista Enrique Vázquez como consecuencia de la liquidación de la construcción del Pabellón de Córdoba que también había realizado.

También se consignaba que los espectáculos que se ofrecieran serían de los llamados “de variedades, a base de un genero frívolo y ameno, que no esté en pugna con la moral y con las costumbres locales”, prohibiéndose expresamente la existencia o utilización de reservados.[25]

Según la contabilidad del Comité, el estado del débito del Barrio Moro, arrojaba la cantidad de 5.179,46 pts.,[26] desde el 19 de septiembre, fecha en que se había hecho cargo del mismo su actual concesionario.

No hemos podido localizar en los mandamientos de ingresos de los expedientes de contaduría, ninguna anotación al respecto, solo aparece un ingreso por importe de 2.287,39 pts., efectuado el 27 de febrero de 1930, por Enrique Vázquez Nieto, como saldo pendiente del producto de las ventas efectuadas en el Barrio Moro desde el 19 de septiembre de 1929 al 15 de febrero de 1930; así como cantidades irrelevantes en los meses de abril y mayo, por el mismo concepto,[27] quedando pendiente el importe por el suministro eléctrico que alcanza ya casi las 3.000 pts.

Esta situación de continua irregularidad hace que el tema sea llevado a la Comisión Permanente, en la que se barajó la posibilidad de clausurar las instalaciones, aunque al final a petición del Director de la Sección de Hacienda, se acordó intervenir totalmente los ingresos que se produjeran en el referido Barrio Moro, hasta cubrir por completo la suma que por distintos concepto adeudaba al Comitié de la Exposición.[28] En un informe presentado por el Director de Hacienda, a las pocas fechas de esta intervención, éste arrojaba unos ingresos que superaban las 5.000 pts.[29]

El cambio de actitud en la toma de decisiones respecto a este tema, se debió sin duda al relevo producido también a mediados de febrero en la dirección de la Exposición, con la dimisión de José Cruz Conde y el nombramiento de Carlos Cañal como Comisario Regio.

La intervención del Barrio Moro por parte del Comité, fue la primera de otras que se llevaron a cabo por el Jefe de la Dirección de Haciendo, sobre algunos de los expositores morosos, como fueron los concesionarios del restaurante del Parque de Atracciones, o de la Taberna La Cruz.[30] 

A las pocas fechas de ejecutar estas intervenciones, los resultados de los beneficios obtenidos en estos establecimientos, se multiplicaban,[31] por lo que del resultado de éstas, se deduce que era más que habitual, que en las declaraciones que hacían los comerciantes sobre sus ventas, éstas fueran fraudulentas, declarando muy por debajo de las verdaderamente realizadas, quizás por un grave defecto, por parte de la Sección de Hacienda, a la hora de realizar su labor inspectora, aflorando solo algunos casos extremadamente clamorosos.

Esta gestión realizada muy al final del periodo exposicional, debería haberse ejercitado desde un primer momento, y quizás se hubiera evitado una fuga importante de ingresos y la sensación de poca actividad comercial a la luz de los resultados oficialmente obtenidos.

Como todos los pabellones construidos por los propios expositores, éste era de carácter provisional -excepción hecha del Pabellón Domecq y de la Compañía Telefónica Nacional- y de acuerdo con el Art. 35 del Reglamento General, debería derribarse dentro del plazo de tres meses siguientes al término del Certamen.
El rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia entrando en el Barrio Moro el día de su inauguración. (Revista África, julio 1929).
En dos ocasiones visitó el rey Alfonso XIII el Barrio Moro, la primera el 13 de mayo, fue recibido con toques de trompetas interpretados desde la torre alminar de la mezquita, alabando la construcción y buen gusto de las instalaciones, manifestando el deseo de que quedara el conjunto de edificios como permanentes, que bien podría servir como embrión de una residencia de estudiantes marroquíes al término de la Exposición.[32]

Y a punto estuvo de cumplirse sus deseos, aunque con otros fines y por otros motivos que los propuestos por el monarca. 

Los concesionarios del Barrio Moro, no solo habían ido acumulando deudas con el Comité y con proveedores, sino que también estaban pendientes del litigio por las garantías aduaneras prestadas por el Comité, debido a los embargos judiciales que pesaban sobre los mismos.[33] Así dos años después de clausularse el Certamen, la Comisión Liquidadora pedía especial vigilancia al Jefe del Servicio del Sector Sur y al arquitecto conservador, para que caso de intentar el derribo de esta instalación, como la del pabellón Catalano-Balear o la del Parque de Atracciones, se le impidiera hasta que no fueran saldados los impagos.[34]

Esta prohibición de derribo, unido al progresivo abandono y al olvido, provocó que pasado unos años, fuera ocupado por familias sin techos, que vieron un lugar apropiado para instalarse, pasando a convertirse la copia del barrio tetuaní, en un nuevo asentamiento de personas desfavorecidas. Siendo tal el auge que tomó, que en 1957, se calculaba en más de cien familias las que lo ocupaban con una población aproximada de quinientas personas.[35]
Vista del Barrio Moro en 1957. (Foto Serrano. ABC)
La urbanización de la avenida Reina Mercedes primero, y el plan desarrollista de construcción de viviendas en el Barrio de Heliópolis, durante la década de los años sesenta del pasado siglo, después, hizo que la piqueta terminara por derribar el Barrio Moro de la Exposición Iberoamericana. [36]

VÍDEO DEL BARRIO MORO, REALIZADO CON FRAGMENTOS DE DE PELÍCULAS DE LA FILMOTECA NACIONAL TITULADA "LAS EXPOSICIONES DE 1929"



NOTAS                                

[1].- Sánchez Gómez, Luis A. AFRICA EN SEVILLA: LA EXHIBICION COLONIAL DE LA EXPOSICION IBEROAMERICA DE 1929. HISPANIA. Revista Española de Historia, 2006, vol. LXVI, núm. 224, septiembre-diciembre. p. 1064.
[2] .- Con la asistencia del Comisario Regio, Cruz Conde, se inauguró ayer tarde las obras de construcción del barrio moro. El Liberal. 21 de octubre de 1928. p.6.
[3] .- Acta de la sesión de la Comisión Permanente de 28 de septiembre de 1928. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 627, libro 5, fotograma 636.
[4] .- Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII. Rollo 717, caja 92, fotograma 51.
Oficio de fecha 22 de diciembre de 1928, del Director de la Exposición al Presidente de la Junta del Pabellón de Marruecos en la E.I.A.
En cuanto a la instalación de bakalitos y talleres no veo inconveniente en autorizar su instalación en todo aquello que signifique una demostración de cómo se fabrican los objetos característicos de esa Zona e incluso que se vendan los objetos fabricados aquí a la vista del público; pero no podría autorizar la instalación de tiendas o bazares para venta de material importado, ya manufacturado, de cualquier clase que fuese, ya que con ello y por las condiciones especiales de concesión de terrenos al Pabellón, se originaría grave perjuicio a otros expositores de esa zona que particularmente concurren al certamen sin privilegio alguno y abonando fuertes cánones por los stand y terrenos arrendados
[5] .- Acta de la sesión de la Comisión Permanente de 21 de julio de 1928. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 626, libro 5, fotograma 39
[6] .- Sánchez Gómez, Luis A. AFRICA EN SEVILLA…… p. 1063.
[7] .- Reunión de la Permanente del Comité de la Exposición Ibero Americana. El Liberal, 6 de octubre de 1928.p.4.
[8] .- Con la asistencia del Comisario Regio, Cruz Conde, se inauguró ayer tarde las obras de construcción del barrio moro. El Liberal. 21 de octubre de 1928. p.6.
[9] .- Acta de la sesión de la Comisión Permanente de 25 de enero de 1929. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 627, libro 5, fotograma 165
[10] .- Ibidem.
[11] .- El típico y pintoresco Barrio Moro. Revista Mundo Gráfico. 26 de junio de 1929.
[12] .- No encontramos explicación para lo que se indica en un oficio de fecha 18 de febrero de 1929, del Director de Explotación dirigido al Ingeniero Director de Obras, sobre la situación de los proyectos de obras pendientes de realizar en diferentes parcelas donde dice “Las números 10, 11 y 12 están también reservadas para el Pabellón Moro, por indicación del Sr. Olivencia”. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 662, caja 36, fotograma 148-149.
[13] .- Sevilla. Exposición Iberoamericana 1929-1930. Guía Oficial. (1929) edita Rudolf Mosse Ibérica S.A. p.76.
[14].- Sánchez Gómez, Luis A. AFRICA EN SEVILLA…… p. 1063.
[15].-  Con la asistencia del Comisario Regio, Cruz Conde, se inauguró ayer tarde las obras de construcción del barrio moro. El Liberal. 21 de octubre de 1928. p.6.
[16] .- Graciani García, A. (2010) La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Sevilla. Ayuntamiento de Sevilla, ICAS Departamento de Publicaciones. pp. 418-421.
[17] .- Ibídem.
[18] .- Fernández, Santos. Marruecos en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla. África. Revista de Tropas Coloniales (Ceuta) núm. 53 Mayo de 1929. p.113.
[19] .- Real, Fernando. Lo que fue la Exposición Iberoamericana. Barrio Moro. El Correo de Andalucía. 17 de septiembre de 1963. p. 18.
[20].-  Actas de las sesiones de la Comisión Permanente de 06 y 13 de septiembre de 1929. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 627, libro 7, fotogramas 450 a 476.
[21] .- Acta de la sesión de la Comisión Permanente del 15 de febrero de 1930. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 627, libro 8, fotogramas 611 a 613.
[22] .- Según consta en la Relación de Mandamientos de Ingresos (1924-1933) pág. 85, el 12 de noviembre de 1929, L. Garrido, administrador judicial ingresó 100 pts. “a cuenta del producto de ventas efectuados y en descuento en la actualidad”.  A.M.S. Sección XVIII. Rollo 635, caja 9, fotogramas 15 a 51.
[23].- Acta de la sesión de la Comisión Permanente del 23 de noviembre de 1929. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 627, libro 7, fotogramas 525 a 540.
[24] .- Acta de la sesión de la Comisión Permanente del 15 de febrero de 1930. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 627, libro 8, fotogramas 611 a 613.
[25] .- Ibidem.
[26] .- Ibidem. Los conceptos eran por suministro de agua potable 64,84 pts. Por fluido eléctrico 2.889,03 pts. y por el 5% de las ventas realizadas 2.275,59 pts.
[27] .- Libro de mandamientos de ingresos desde 1924 a 1933. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 635 caja 9 fotogramas 15 a 51 y Rollo 736 caja 120 fotogramas 473 a 530.
[28].-  Acta de la sesión de la Comisión Permanente del 19 de abril de 1930. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 628, libro 8, fotograma 36.
[29].-  Acta de la sesión de la Comisión Permanente del 01 de mayo de 1930. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 628, libro 8, fotograma 46.
[30] .- Ibidem.
[31] .- XXVIII.- Taberna La Cruz. Acta de la sesión de la Comisión Permanente del 21 de mayo de 1930. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 628, libro 8, fotograma 68.
[32].- Fernández, Santos. Marruecos en la Exposición Ibero-Americana……….. p.113.
[33] .- Acta de la sesión de la Comisión Liquidadora del 10 de octubre de 1930. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 628, libro 1, fotograma 147.[32].- Expediente de derribos. Oficio del Secretario de la Comisión Liquidadora de la E.I.A. al Arquitecto Conservador. 24 de marzo de 1932. A.M.S. Sección XVIII. Rollo 735, caja 119, fotogramas 133 a 425.
[34] .- González, Benigno. En la morería de Heliópolis. ABC (Sevilla) 09 de febrero de 1957. p. 5.
[35] .- Fotografías aéreas tomadas el 03 de noviembre de 1956, y en 1977. Centro Nacional de Información Geográfica.

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  1. Mi abuela, mi padre y mis tíos siempre hablaban del pabellón moro dónde vivieron tantos años. Mi padre era el mayor de sus hermanos y llegó al pabellón moro con 6 años en 1939 cuando acabó la guerra. Los primeros años las familias se separaban con simples cortinas hasta que años más tarde empezaron a levantar tabiques. Mi tío Paco, diez años más joven que mi padre, nació en el pabellón moro y estuvo un día entero llorando sobre sus escombros cuando lo derribaron. Mi padre se enteró de que lo habían tirado cuando llegó de la legión, entonces le dijeron que a las familias que vivían allí les habían dado pisos en los pajaritos. Yo tengo una carta que le envió mi padre a mi abuela desde la Seu de Urgell en la que le decía que se acordaba mucho del pabellón moro y por detrás hizo un dibujo del mismo. La gente que vivió allí le tenía mucho cariño al pabellón.

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  2. Muchísimas gracias Jesús por compartir las vivencias que su familia tuvo en el Barrio Moro.

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    1. De nada. Gracias a usted por el blog que me parece una maravilla. Yo vivo en Canarias hace 40 años y mi padre murió hace 20 años. Desgraciadamente después de su muerte y la de mi abuela se me despertó a mi el interés por saber algo más sobre el sitio donde habían vivido tantos años. Llevaba años buscando de vez en cuando en Internet y no encontraba prácticamente nada hasta que anteayer descubrí su blog. Ellos siempre decían "el pabellón moro" y gracias a usted se que en realidad era el barrio moro, se el sitio exacto donde estaba y muchas cosas más. Muchísimas gracias. Por cierto, tengo unas fotos muy bonitas y bien conservadas de mi abuela en la inauguración de la plaza España. Curiosamente, esas fotos estuvieron unos 20 años en el barrio moro, unos 40 años en los pajaritos y ahora, desde hace unos 15 años las tengo yo en Canarias. Para mi son un auténtico tesoro. Si las quisiera para su blog, para verlas o para cualquier cosa se las envío escaneadas encantado.

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  3. Jesús, encantado de poder ver las fotos de tu abuela en la inauguración, y caso de publicarlas te pediría permiso.
    Mi correo es jujoca1340@gmail.com

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  4. Buenas tardes Juan José. Antes que nada felicitarle por su blog. Quería hacerle una pregunta. ¿puede decirme algo sobre los viveros municipales que ocupaban la parcela que hoy ocupan el IES Fernando de Herrera y el albergue de inturjoven a la espalda del pabellón de Cuba?. Sabe si proceden de la exposición del 29 o son posteriores? Creo que los denominaban Casablanca. Gracias. Enhorabuena por el blog

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  5. Estimado Alfonso, le contesto a su pregunta por correo electrónico.
    Gracias por sus palabra.

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