- Pabellón de Córdoba

         


Pabellón de Córdoba (Fototeca Universidad de Sevilla)


Sobre la participación de la Ciudad de los Califas, en la Exposición Iberoamericana, la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Granada, María Luis Bellido Gant, publicó una obra titulada “Córdoba y la Exposición Iberoamericana de 1929”,[1] que utilizaremos como base para el desarrollo de la información sobre el pabellón que Córdoba levantó para el Magno Certamen, acompañado de referencias de otras publicaciones más específicas, archivos y de la prensa local tanto sevillana como cordobesa.

En 1925, siendo Alcalde de Córdoba José Cruz Conde, le dio gran importancia a la participación de esta ciudad en la Exposición Iberoamericana, con la idea de convertirla en una prolongación del Certamen sevillano.[2] Nombrado ya Comisario Regio Cruz Conde, como buen cordobés, presionó para que la presencia de su ciudad natal estuviera bien representada en el Certamen sevillano, por ello no escatimó esfuerzos para conseguir los fondos necesarios de los distintos organismos oficiales, y no dudó en enviar al futuro alcalde de Sevilla, Nicolás Díaz Molero, entonces Vocal interventor del Comité, a la ciudad para tal fin,[3] iniciándose en los primeros meses de 1926, una campaña en la prensa cordobesa a favor de la participación en el Certamen.[4]

Aunque desde un principio, las autoridades cordobesas tenían el propósito decidido de participar en el Certamen con un pabellón, con la finalidad de potenciar el turismo de la ciudad, uniendo a este proyecto la construcción de un hotel a fin de aprovechar la proximidad con Sevilla y crear una corriente turística dirigida a la ciudad. Pero las dificultades económicas que atravesaba tanto la capital, como la provincia, hicieron desistir en el proyecto de la ejecución del hotel, retrasando la decisión de su participación,[5] no siendo hasta el 13 de enero de 1928, cuando el Ayuntamiento de Córdoba, acuerda concurrir a la Exposición Iberoamericana con un pabellón permanente llamado “Casa de Córdoba”, en la que se expondrían “los productos de todas clases que se elaboran en la ciudad y además habrá una exhibición pública de fotografías de todos los monumentos y panoramas cordobeses”,[6] desplazándose días después el alcalde de dicha ciudad, Rafael Cruz Conde, hermano del Comisario de la Exposición, a Sevilla para, acompañados de Vocales del Comité, comprobar los lugares disponibles dentro del recinto del Certamen.[7] No se fijaría un lugar concreto, cuando cuatro meses más tarde, en mayo, la Comisión cordobesa nombrada al efecto, formada por el Gobernador Civil, Antonio Almagro; el Presidente de la Diputación, Antonio Castilla; el Alcalde accidental, Pedro Villoslada, por enfermedad del titular; el Comisario Regio de Bellas Artes, Enrique Romero de Torres, y un Vocal de la Diputación, vuelven a visitar el recinto del Certamen para elegir el terreno, considerando el más apropiado un “solar en la Plaza de América, contiguo a al Palacio de Arte Antiguo”.[8]

Sin embargo, la petición oficial de estos terrenos se hace esperar, posiblemente para resolver los problemas de financiación, y no se realiza hasta primeros de agosto, cuando la Comisión Permanente conoce la solicitud formulada por el Alcalde de la ciudad de la Mezquita, para que se le asignase una parcela de 1.132,90 m2, en el Paseo de las Delicias, a la izquierda del acceso a la Plaza de América por dicho lugar, para una construcción de carácter permanente que, una vez clausurada la Muestra, se destinaría al fomento del turismo. Pero debido a que estos terrenos, eran de propiedad municipal y la edificación de carácter permanente, fue acordada la concesión de forma provisional del mismo, debiendo pedir la correspondiente autorización al Ayuntamiento hispalense para su construcción.[9]

Previamente a estos acontecimientos, en el mes de junio, sin tener aún solicitado oficialmente estos terrenos, se le había pedido al arquitecto municipal de Córdoba, Carlos Sáenz de Santa María de los Ríos, confeccionara un anteproyecto de pabellón, que incluso fue presentado a la Comisión cordobesa,[10] siéndole entregado dicho proyecto al Comisario Regio Cruz Conde, por el arquitecto Carlos Sáenz de Santa María, en los primeros días de julio para su estudio.[11]

En la sesión de la Permanente de 24 de agosto, fue aprobado el referido proyecto para la construcción de la Casa de Córdoba, habiendo solicitado a su vez el Alcalde Cruz Conde, que el Comité de la Exposición se hiciera cargo de la construcción del mismo, accediendo a esta petición, como ya se había hecho con la edificación del pabellón de Extremadura, con la condición de que la inspección de las obras las realizara el arquitecto autor del proyecto, y el Ayuntamiento cordobés, depositara los fondos necesarios para atender los pagos en la Caja del Comité.[12]

Aún no se había empezado a construir, cuando en la sesión de la Comisión Permanente del 19 de octubre,[13] el Comisario Regio presenta un informe sobre el cambio de emplazamiento para la construcción del Pabellón de Córdoba, basado en que una vez encajado ya en esa fecha el plano con el conjunto de edificaciones de la zona asignada para dicho pabellón, en la que en principio solo podían ser construidos como permanentes los edificios representativos a las naciones participantes y los oficiales, pero sobre todo porque en el futuro, el campo de feria se situaría en el Sector Sur, era mucho más conveniente que la Casa de Córdoba se instalara en aquella zona, pues permitiría su uso en cuantas fiestas se celebraran allí. Proponiendo a la Permanente el cambio de su emplazamiento a una parcela de 30 X 37 m., equivalente a 1.110 m2, situada al sur del pabellón de Turismo, junto a los terrenos asignados a Murcia, contando con la autorización del Alcalde de Córdoba. Es decir, en la Plaza de los Conquistadores, en la esquina formada por la avenida de Venezuela, actualmente Reina Mercedes, y calle Profesor García González, junto a los pabellones de Murcia y Jaén y frente al Barrio Moro.

Esta circunstancia hizo que al final la parcela situada en el Paseo de las Delicias, le fuera concedida a las compañías cafeteras de Colombia para que edificaran allí su original pabellón provisional con el nombre Café Suave de Colombia, que recreaba la cabeza de un indio chibcha.

A pesar de este cambio en el emplazamiento, tampoco dejaba claro que el Ayuntamiento cordobés se pudiera hacer con la propiedad de los terrenos, como era intención de éste pues pensaban invertir más de 400.000 pts. en su construcción, ya que sus propietarios eran los hermanos Camino, a los cuales el Comité del Certamen los tenía arrendado durante la duración del mismo, y una vez clausurado, era intención del Ayuntamiento hispalense expropiarlos para instalar allí la Feria de Abril. Ante esta situación, el Consistorio sevillano solo podía comprometerse a que una vez adquiridos estos terrenos, podría hacer la cesión de la parcela donde se construiría la Casa de Córdoba, por lo que no es hasta finales de diciembre cuando el Ayuntamiento de Córdoba aprueba el presupuesto para la construcción del pabellón, el carácter de permanente y su ejecución al Comité de la Exposición.[14]

Incluso antes de establecerse tanto el lugar como el carácter definitivo del pabellón, en el mes de noviembre, el arquitecto Sáenz de Santa María, se desplaza a Sevilla para realizar el replanteo, iniciándose las obras, siendo la empresa de Enrique Vázquez Nieto la designada para su ejecución, firmándose el contrato en el mes de marzo de 1929, con la obra ya avanzada, incluyéndose entre las condicione, el tenerlo cubierto y concluido exteriormente para el 9 de mayo, y totalmente terminado en el mes de agosto de 1929 lo más tarde.[15]

Vista aérea con indicación de la situación del Pabellón de Córdoba, a la derecha de éste la actual avenida Reina Mercedes y el Barrio Moro, a la izquierda el Pabellón de Murcia y detrás el de Jaén. (ICAS. Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Sánchez del Pando)

Su construcción estuvo salpicada de una serie de incidencias e imprevistos que retrasaron la terminación de la obra, a finales de noviembre de 1929, le fue rescindido el contrato a la empresa constructora ante la lentitud de las obras, siendo terminada su construcción bajo la dirección de Vicente Traver y por el sistema de destajo, estando terminada el 7 de febrero de 1930, inaugurándose oficialmente el 18 de febrero, escasamente cuatro meses antes de la finalización de la Exposición.[16]

Estas irregularidades tanto en el procedimiento de concesión de terrenos y la diferencia de trato con este proyecto, así como el contratista, al que se le adelantaba las cantidades de las certificaciones de la Caja del Comité, es notoria la intervención del Comisario Cruz Conde a fin de facilitar todo lo relacionado con este pabellón.

Las obras fueron costeadas por el Ayuntamiento de Córdoba con un presupuesto para su construcción que ascendió a 400.000 pts.,[17] que se amplió hasta las 419.714,49 pts., debida una serie de modificaciones, corriendo a cargo de la Diputación los gastos de mobiliario, instalación y conservación por más 100.000 pts.

Según la Memoria del pabellón,[18] fue proyectado con una superficie 435,10 m2, que incluyendo la terraza y las escalinatas hacían un total de 614 m2, sobre una parcela de 1.100 m2.

Planta del Pabellón de Córdoba (Archivo Municipal de Sevilla)

Su autor lo diseñó con exquisitez, queriendo reflejar en su arquitectura las características de la ciudad, y siendo Córdoba eminentemente árabe se basa en su principal monumento la Mezquita, para las líneas generales de la composición y detalles arquitectónicos, desde la entrada hasta los techos, superponiendo componentes arquitectónicos bebiendo de la fuente de la arquitectura califal, destacando la bóveda de la cúpula de la nave principal, que reúne claramente elementos del mirhab de la Mezquita cordobesa, y reproducción de la torre alminar de la iglesia de San Nicolás de la Villa, por el carácter tradicional que tiene, aunque no corresponda su estilo al resto del edificio, evocando claramente el carácter historicista que se aprecia al fusionar en clave ecléctica de ambos lenguajes arquitectónicos.

El edificio se componía de planta baja y semisótano que ocupaba solo una pequeña parte del edificio, proyectando en éste la vivienda del conserje, compuesta de cocina, comedor, dos dormitorios y aseo, así como un almacén y los servicios públicos del pabellón.

Plano con la distribución interior del pabellón.

En la planta baja, tras franquear el vestíbulo, y adentrarnos en el interior del pabellón se encontraba a la derecha la conserjería y el guardarropa, y a continuación, el hueco de escaleras, y al fondo un salón rectangular de exposiciones, que fue el espacio que ocupó la sala dedicada al pintor cordobés Julio Romero de Torres. El edificio se desarrolló hacia el lado izquierdo con una sucesión de tres salones consecutivos, el salón central, de mayor tamaño, cuyos muros sobre columnas se decoraban evocando el Mirab nuevo cubierto con bóveda, y los otros dos también decorados en estilo árabe con artesonados y lucernarios en el centro. En los muros de la izquierda de estos dos salones, se situaron dependencias secundarias, adosándose dos salas octogonales convertidas en capillas, una de ella era la base de la torre, y en los otros lados del salón central, se hallaban dos terrazas en forma de balcón, y en el salón lateral del extremo, se culminaba, con un cuerpo de forma semicircular como acceso al exterior, formado con arquería de medio punto peraltada sobre columnas de mármol y escalinata rodeando a éste, que se inspiraba en el porche del patio de los Naranjos de la Mezquita cordobesa.

La planta del pabellón era de forma irregular, situaba el acceso principal en el extremo de una de las fachadas junto a la torre-alminar. Su construcción fue la tradicional de la época, la cimentación de zanja corrida macizada con hormigón, y los muros de fábrica de ladrillo. El forjado de los pisos se realizó con vigas de acero, y las cubiertas resueltas a la andaluza. El pavimento de los salones se cubrió de mármol blanco de Macael, al igual que las escalinatas, para el resto de dependencias baldosín hidráulico. Las columnas se realizaron con mármoles de distintos colores, y las terminaciones de los paramentos con enfoscados de cemento y los revocos imitando la piedra, empleando en la decoración de ciertos elementos y de la tracería, la piedra artificial o la escayola, según fuera para el interior o el exterior.

Uno de los elementos más destacados del pabellón, y único que conservamos hoy día de él, es su torre-alminar, que reproduce a la existente en la iglesia parroquial de San Nicolás de la Villa, en la capital cordobesa. Esta iglesia fue erigida por San Fernando en la conquista de Córdoba en 1236 sobre una mezquita existente. La torre pues fue primitivamente el alminar árabe de la mezquita, de cuya época se conserva el primer cuerpo cuadrangular. El estado actual de la torre, se debe a la intervención que sobre la original se hizo en 1496, la cual consistió en añadir un segundo cuerpo octogonal, sobre el primitivo, rematado por una cornisa de arquillos apuntados sobre la que se levanta el módulo de campanas que se construyó en el siglo XVIII, cubierto de teja vidriada a cuatro aguas, circundado por una baranda de forja. Es quizás esta la torre más singular y bella de la ciudad.[19]


Arriba, torre campanario de la Iglesia de San Nicolás de la Villa en Córdoba. Abajo
la torre-alminar del Pabellón de Córdoba después de la restauración. (Archivo del autor)

La torre reproducida en el pabellón, sigue la misma composición que la original, alcanzando una altura de 15 metros, habiéndosele colocado los distintos elementos decorativos en escayola fijados con elementos metálicos, que produjeron su gradual desaparición, quedando en la actualidad fragmentos aislados. La torre, a través del cuerpo de arranque se conformaba en un espacio abovedado de forma octogonal que se comunicaba, a través de un hueco, con el gran salón de recepciones. El remate de la torre lo constituye un cuerpo de 4,50 metros que simula un campanario, donde nunca se instaló campana alguna,[20] siendo el acceso practicable al interior de ella desde la azotea del edificio.



Alzado fachada posterior. (Archivo Municipal de Sevilla) e imagen de esta fachada (Catálogo oficial Exposición Ibero-Americana. 1929-1930)

Al fondo del vestíbulo, se ubicaba la sala denominada “de exposición”, destinada a mostrar las obras del insigne pintor cordobés Julio Romero de Torre, en la cual se expusieron una colección de veintiocho pinturas suyas,[21] siendo decorado este espacio por su hermano Enrique Romero de Torres, con lujosas telas diseñadas en el taller veneciano de Fortuny. Estos cuadros trataban diferentes temas como los religiosos, taurinos, desnudos y sobre todo retratos, entre los que destacaban La Chitita Piconera, que fue el último cuadro pintado por Romero de Torres, realizado expresamente para la Exposición Iberoamericana; y los de Marta y Amparo,[22] este último, un dibujo preparatorio fue usado por la revista Blanco y Negro para ilustrar el calendario del año de 1929, exhibiéndose el óleo por primera vez en la Exposición, sirvió como reclamo del Pabellón de Córdoba.[23] Otros fueron Rivalidad, La nieta de la Trini, Contrariedad, Naranjas y Limones, Muerte de Santa Inés, María de la O, y así hasta un total de los cerca de treinta lienzos, queriéndose dar con ellos una imagen de lo más típico de la ciudad a través de estos cuadros.[24]

Sobre los contenidos, ornamentación y descripciones de esta sala, existe un magnífico trabajo realizado por María Dolores García Ramos, titulado “Estudio histórico museográfico de la Sala Julio Romero de Torres para la Casa de Córdoba de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929”.[25]

Se dio el caso que, poco después de inaugurarse el pabellón, el 11 de mayo de 1930, falleciera el pintor, su viuda e hijos tomaron la decisión de no vender ninguna de las obras del pintor, reuniéndolas en un museo dedicado a su memoria. Fue así como la familia donó al Ayuntamiento de Córdoba los lienzos que el artista había presentado en el pabellón, aunque algunos de ellos fueron vendidos antes de su muerte, como los adquiridos por el médico argentinos Arturo Uriarte Piñero, que tras la clausura del Certamen, la obras, Rivalidad, Esclava (un Desnudo), Amparo (Gitana) y La niña de las uvas, fueron llevadas a Argentina.[26]



La Sala de Julio Romero de Torres, y los cuadro Amparo y La Niña de las Uvas (La Esfera) que fueron expuestos en ella.


En los otros salones, se pudo admirar también, una importante muestra de obras de arte cedidas por el Museo, la Catedral y otras instituciones cordobesas, trasladándose al pabellón objetos representativos de la ciudad destacando piezas arqueológicas de época califal, del arte religiosos, orfebrería, artes decorativas, libros y documentos antiguos.[27]

De las primeras de ellas se mostraron diferentes capiteles árabes en mármol labrado y tinajas mudéjares con cenefas decorativas. Del apartado religioso se expusieron diferentes obras pictóricas de Pedro de Córdoba, Valdés Leal, Antonio del Castillo, Pablo de Céspedes y Alejo Fernández; bajorrelieves de Juan de Córdoba, así mismo la Purísima de la Catedral; de orfebrería se exhibió la Custodia de plata de San Nicolás, que se instaló en el centro del salón de honor; el San Rafael de plata de Damián de Castro, una Purificación también de plata del mismo autor, además de una importante colección de obras de plata de la Catedral. Sobresalió entre estas piezas un relicario de plata de la Seo cordobesa, de estilo gótico mudéjar realizado en plata en la segunda mitad del siglo XV, además de frontales de plata, arañas y lámparas realizadas en este metal.

Había también obras de artesanía de curtiduría y platería, como las colecciones de cueros y treinta y cinco aguamaniles de los siglos XV al XVIII del Marqués de Viana, así como jarrones de porcelana china.

En las dos pequeñas salas octogonales, a modo de capillas, se expusieron las magníficas obras de platería cordobesa, y una muestra de la riqueza artística y artesanal de la provincia, con muestras de numerosos trabajos de filigrana, repujado, hierro artístico y joyería fina.

Los documentos y libros antiguos, procedían del Ayuntamiento, del Archivo de Protocolo y de colecciones particulares, los más interesantes fueron un diploma en pergamino del Fuero de Córdoba, en romance del siglo XII, y un libro de actas capitulares del Concejo Municipal de Córdoba de 1493.

Salón central o de honor. (Ilustración La Voz, diario gráfico de información)


Sección Salón central y plano de techos y bóvedas. (Archivo Municipal de Sevilla)

La Diputación cordobesa que se había encargado de la instalación, sostenimiento y amueblamiento de pabellón, los mando realizar los muebles en estilo califal, repartiéndolos por el salón central, encargando a la madrileña casa Crowner la ejecución del mobiliario de los salones laterales, torre y vestíbulo, consistentes en mesas redondas y octogonales, divanes, banquetas y sillones. La casa M. Mateo realizó en el mismo estilo las diferentes lámparas que iluminaban los salones y espacios expositivos del edificio.[28]

También se colocaron una serie de paneles con los nombres de cordobeses ilustres de todos los tiempos hasta 1830, entre los que se incluían a Lucano, Abderramán III, Maimónides, Averroes, Juan de Mena, Fernando de Córdoba el Gran Capitán, Hernando Colón y así hasta un total de 83 personajes seleccionados.[29]




Diseños de lámparas y mobiliario encargado por la Diputación de Córdoba para amueblar el pabellón. (Archivo Diputación de Córdoba)

Además del mobiliario adquirido exprofeso por la Diputación Provincial, para decorar el pabellón también se instalaron piezas procedentes de diversas iglesias y de colecciones particulares, que fueron trasladadas al edificio, principalmente cornucopias y pequeños objetos, así como las telas brocadas de Fortuny en verde plata, que tapizaron las paredes del salón de Julio Romero de Torres.[30]

Debido a una serie de improviso y a la lentitud en los trabajos constructivos del pabellón, se decidió rescindir el contrato a la empresa constructora de Enrique Vázquez Nieto, haciéndose cargo el 29 de noviembre de 1929, el arquitecto de la Exposición Vicente Taver, de la dirección de las obras, a ruegos del Director Cruz Conde, que la termina el 7 de febrero de 1930, habiendo transcurrido nueve meses desde la inauguración del Certamen, quedando algo más de cinco meses para su clausura.




Alguno de los objetos expuesto. Bandeja de Plata del Marqués de Viana. La Asunción de la Virgen de la Iglesia de Santiago. Procedentes de la Catedral, Tablas con la Adoración y la Presentación, y un crucifijo. (Fototeca Universidad de Sevilla)

Este retraso en la entrega del pabellón, produjo que cuando éste estuvo terminado, se habían producido acontecimiento de enorme importancia en la política del país. Solo hacía poco más de una semana, que el general Primo de Rivera había presentara su dimisión al Rey, que nombró al general Dámaso Berenguer para que lo sustituyera, y con ello, la caída en cascada de dimisiones de autoridades nombradas por aquel gobierno, entre ellas la de José Cruz Conde, por ello cuando el Pabellón de Córdoba se inaugura el 18 de febrero de 1930, ya había sido nombrado el exministro Carlos Cañal y Migolla, nuevo Comisario Regio de la Exposición, pero quizás como gesto de reconocimiento al cordobés, éste no tomo posesión del cargo hasta el día siguiente, siendo éste el último acto oficial de Cruz Conde como Director de la Exposición.[31]

En la tarde de mencionado día, tuvo lugar la inauguración oficial del pabellón,[32] a la que asistieron el infante don Carlos, los gobernadores civiles de Córdoba y Sevilla; los alcaldes de ambas capitales, Nicolás Díaz Molero, y José Sanz Noguer, y autoridades de ambas localidades y numerosos invitados procedentes de la vecina provincia, además de la mayoría de los delegados americanos que se encontraban en Sevilla.

En el Salón de honor, el alcalde de Córdoba, pronunció un discurso expresando su satisfacción por esta inauguración después de las demoras sufridas en la construcción, elogiando al arquitecto Carlos Sáenz de Santa María, que había tenido la idea de construir una evocación de la arquitectura genuinamente cordobesa. Después el Director del Certamen Cruz Conde, pronunció unas breves palabras para agradecer al infante don Carlos su asistencia, y al alcalde de Córdoba su apoyo y entusiasmo. A continuación, las autoridades y demás invitados recorrieron las salas del pabellón de Córdoba, alabando las riquezas que en ellas se atesoran.



Discursos durante el acto de inauguración del pabellón, y asistentes al mismo. (Revistas Reflejos y La Hormiga de Oro), Y visita realizada por el Rey Alfonso XIII el 2 de mayo de 1930. (Fototeca Municipal de Sevilla)

Debido a la estancia en Sevilla de los Reyes, el 2 de mayo, don Alfonso, visitó, acompañado del duque de Miranda, el pabellón, siendo recibido por el Comisario Regio de Bellas Artes provincial de Córdoba Enrique Romero de Torres; el nuevo Comisario Regio de la Exposición Carlos Cañal, y el anterior director, José Cruz Conde, entre otras personalidades. El Rey recorrió detenidamente todas las salas, admirando la colección de aguamaniles de los marqueses de Viana, las valiosas imágenes de la Purísima y San Rafael de plata de la Catedral, así como la elegante custodia de San Nicolás, y examinó los documentos históricos expuesto. Permaneció largo tiempo en la sala dedicada a Julio Romero de Torres, elogiando las obras de este artista, especialmente los de Rivalidad y La Muerte de Santa Inés, que vio en el estudio del autor.[33]

El Jurado Superior de Recompensas de la Exposición, concedió Diploma de Honor a la Casa de Córdoba,[34] siendo ésta una de las más altas distinciones.

Clausurada la muestra, y desalojado el pabellón de las obras expuestas, a finales de julio de 1930, la Comisión de la Diputación de Córdoba acordó la entrega de la Casa de Córdoba al Ayuntamiento de esta capital, como propietario del mismo, haciéndose la entrega de las llaves a finales del siguiente mes designándose una persona para su vigilancia. [35]

Diploma de Honor concedido al arquitecto del pabellón Carlos Sáenz de Santa María.

Con la proclamación de la República, se alzaron voces dentro de la Corporación Municipal cordobesa, y en un extenso un informe del Teniente de Alcalde Antonio Hidalgo Cabrera, se pedían responsabilidades por los gastos ocasionados en la construcción de un edificio permanente, cuando no se tenía total certeza de que el terreno pudiera serle cedido para la continuidad del mismos, así como el exceso pagado sobre lo presupuestado, unas 20.000 pts., y el haberse efectuado los pagos por un total de 419.714,49 pts., contra un capitulado que no estaba previsto para este fin.[36] Pidiendo, ese mismo miembro del Ayuntamiento la demolición del pabellón.[37]

Pero ni el edificio se demolió, ni al parecer se depuraron responsabilidades, pues a finales de julio de 1934, y tras unas gestiones del Presidente del Tribunal Tutelar de Menores de Sevilla, el cordobés Federico Castejón y Martínez de Arizala, éste consiguió que el Ayuntamiento de Córdoba cediera el edificio para destinarlo como escuela, para “niños, física y mentalmente deficientes”.[38]

Desconocemos si se le llegó a dar este uso al pabellón, pues a primeros de mayo de 1937, la Comisión Gestora del Ayuntamiento hispalense solicitó a la del Ayuntamiento de Córdoba la cesión del pabellón, que se acompañaba del Jefe del Negociado de Fomento,[39] suponemos que se aprobaría dicha cesión, pues tenemos constancia, y gracias a ello el edificio fue preservado de su derribo, fue destinado como dependencia militar, como sede primero, durante el final de la contienda nacional del Servicio de Recuperación de Automóviles Requisados,[40] y después del Grupo de Automovilismo del II Cuerpo del Ejército “Sector Sur”,[41] que junto al vecino pabellón del Reino de Murcia, formando parte los dos edificios de esta instalación militar. Pasados los años, el pabellón quedó en estado ruinoso, siendo derribado en la década de los años setenta del pasado siglo.

La torre es el único elemento que se salvó de este pabellón, encontrándose en un estado lamentable de conservación hasta 1995, fecha en que fue profundamente restaurada por el arquitecto José Manuel Rojo Laguillo, consolidando todo el conjunto de la torre, evitando las perdidas por desprendimiento de distintos elementos ornamentales y fragmentos de cornisas,[42] estando actualmente perfectamente integrada en el campus universitario de Reina Mercedes.

Imagen del pabellón. (Postal de la época. Institut d’Estudis Fotografic de Cataluya)

NOTAS
[1] . Bellido Gant, M.L. Córdoba y la Exposición Iberoamericana de 1929. Córdoba (2001) Edita Diputación de Córdoba. Colección Estudios Cordobeses.
[2] . Buenas noticias para Córdoba. En Diario de Córdoba. 14 de julio de 1925, p.1.
Córdoba y la E.I.A. En Diario de Córdoba. 19 de septiembre de 1925, p.1.
[3] . Sala, Nicolás. Sevilla en tiempos de la Exposición Iberoamericana. Sevilla (2004) edición rd editores, p. 85.
[4] . La Casa Cordobesa. En La Voz, de Córdoba. 20 de marzo de 1926, p.10.
[5] . Lemus López, E. La Exposición Iberoamericana a través de la prensa (1923-1929). Sevilla (1987) Edita E.M. Mercasevilla S.A., p. 227.
[6] . La Casa de Córdoba en la Exposición de Sevilla. En El Liberal, de Sevilla. 15 de enero de 1928, p. 5.
[7] . Córdoba y la Exposición Ibero Americana. En Diario de Córdoba. 21 de enero de 1928, p.1.
Manifestaciones del alcalde. En La Voz, de Córdoba. 21 de enero de 1928, p.11.
[8] . De la Diputación provincial. En Diario de Córdoba. 25 de mayo de 1928, p.2.
[9] Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII. Exposición Iberoamericana. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 5. Sesión de 03 de agosto de 1928.
[10] . Gobierno Civil. En La Voz, de Córdoba. 28 de junio de 1928, p.10.
[11] . La Casa de Córdoba en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla. En La Voz, de Córdoba. 07 de julio de 1928, p.3.
[12] . A.M.S. Secc. XVIII. EIA. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 5. Sesión de 24 de agosto de 1928.
[13] . A.M.S. Secc. XVIII. EIA. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 5. Sesión de 19 de octubre de 1928.
[14] . A.M.S. Secc. XVIII. EIA. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 5. Sesión de 28 de diciembre de 1928.
[15] . Bellido Gant, M.L. Córdoba y la Exposición Iberoamericana…. p. 68.
[16] . Ibídem. p.69-71.
[17] . El presupuesto total del proyecto ascendió a 399.992,54 pts. Bellido Gant, M.L. Córdoba y la Exposición Iberoamericana….p. 73.
[18] . A.M.S. Secc. XVIII. EIA. Caja 87-2. Rollo 713, fotogramas 196-197.
[19] .Raya Urbano, J.M. Montoro Ángel, J. Moyano Campos J.J. y Marín García, D. Análisis comparativo de la aplicación de ambos sistemas al pabellón de Córdoba en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 y a sus antecedentes arquitectónicos. En Aparejadores. Revista del Colegio de Aparejadores de Sevilla. Núm. 47 Octubre-Diciembre 1995, p. 47.
[20] . Ibídem. pp- 49-51.
[21] . Las obras expuestas fueron: La Chitita Piconera, Marta, Rivalidad, La nieta de la Trini, Gitana (Amparo), Contrariedad, Naranjas y Limones, Muerte de Santa Inés, María de la O, Camino de las bodas, un Desnudo (Esclava), En la Rivera, Niña de las uvas, Niña de la jarra, Mujer de Córdoba, Carmen, Nieves, Fuensanta, Rosarillo, La niña del candil, La chiquita buena, La niña de la rosa, María Luz, Bendición, Ángeles, María, Ofrenda al arte del toreo, La copla y Eva.
[22] . Este cuadro en el listado de obras aseguradas aparece como “Gitana” y en el plano de distribución de las obras en la sala como “Gitana brasero”. Así mismo María Dolores García Ramos, en su Estudio histórico museográfico de esta sala identifica a “Amparo” con “Gitana”.
[23] . Romero de Torres vuelve a la casa Sotheby's con dos retratos femeninos. En El Diario de Córdoba. 12 de noviembre de 2008. https://www.eldiadecordoba.es/ocio/Romero-Torres-Sothebys-retratos-femeninos_0_204280279.html. Consultado el 14 de julio de 2024.
[24] . Bellido Gant, M.L. Córdoba y la Exposición Iberoamericana….p. 118.
[25] . García Ramos, M. D. Estudio histórico museográfico de la Sala Julio Romero de Torres para la Casa de Córdoba en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 En Atrio. Revista de Historia del Arte, n.º 24, 2018, págs. 122-137.
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[26] . Ibídem. p. 132.
Las obras de Romero de Torres. En El Noticiero Gaditano. 06 de mayo de 1930, p.3.
[27] . Bellido Gant, M.L. Córdoba y la Exposición Iberoamericana….pp. 115-117.
[28] . Ibídem. pp. 74-75.
[29] . Ibídem. p. 76.
[30] . Ibídem. p. 117.
[31] . Manifestaciones del Sr. Cruz Conde. En El Liberal, de Sevilla. 16 de febrero de 1930, p. 5.
[32] . Ayer, con la asistencia de autoridades, se inauguró la Casa de Córdoba. En El Liberal, de Sevilla. 19 de febrero de 1930, p. 5.
Inauguración oficial del pabellón de Córdoba. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 19 de febrero de 1930, p.1.
[33] . El Rey visita la Casa de Córdoba. En El Liberal, de Sevilla. 03 de mayo de 1930, p. 1.
El Rey visita la Casa de Córdoba. En Diario de Córdoba, 03 de mayo de 1930, p. 2.
[34] . La Casa de Córdoba. En Diario de Córdoba. 06 de junio de 1930, p. 2.
[35] . Del Ayuntamiento. En Diario de Córdoba. 27 de julio de 1930, p. 2.
Del Ayuntamiento. En Diario de Córdoba. 31 de agosto de 1930, p. 4.
Reunión de la Comisión Permanente. En La Voz, de Córdoba. 02 de septiembre de 1930, p. 11.
[36] . La “Casa de Córdoba” en Sevilla. En Política, de Córdoba. 13 de junio de 1931, p.2.
[37] . Del Ayuntamiento. En Diario de Córdoba. 31 de mayo de 1931, p. 2.
[38] . La Casa de Córdoba. En Diario de Córdoba. 29 de julio de 1934, p. 2.
Constitución de un patronato. En El Defensor de Córdoba. 28 de julio de 1934, p. 3.
[39] . Ayuntamiento. En Diario de Córdoba. 02 de mayo de 1937, p. 2.
[40] . Esquela publicitaria. En ABC, de Sevilla. 26 de enero de 1939, p. 18.
[41] . Raya Urbano, J.M. Montoro Ángel, J. Moyano Campos J.J. y Marín García, D. Análisis comparativo de la aplicación de ambos sistemas al pabellón de Córdoba……..p. 51.
[42] . Ibídem. p. 50.


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