Altavoces instalados en la tribuna real para el acto de la inauguración de la Exposición.

En la sesión de la Comisión Permanente de la Exposición, del 15 de febrero de 1929,[1] fue presentado y aprobado por unanimidad, un proyecto de la Jefatura de Obras y Proyectos del Comité, para la instalación en el recinto del certamen, de un servicio de difusión por el sistema de altavoces que había presentado la casa Standard Eléctrica S.A., concesionaria de la International Standard Electric Corporation, con sede en la calle Rioja, 7 por importe de 162.539,80 pesetas.

En su presentación se indicó que el referido proyecto estaba informado y aprobado por la Jefatura de Explotación, pudiéndose cargar al Capítulo IV del Presupuesto General, en los cuales existían fondos suficientes, además, que gran parte de esta inversión, podía ser recobrada mediante la publicidad, ya que este sistema era ideal para emitir anuncios publicitarios a través de los altavoces.

En la certificación única de la obras,[2] aparece que la adjudicación de ésta se realizó el 6 de febrero, incluso antes de su aprobación, estando terminada para su abono el 7 de junio de dicho año.

En ésta se detallaba el material que se utilizó para el montaje de este sistema, con una enumeración de los diferentes componentes como bastidores, amplificadores, micrófonos, altavoces, conmutadores, etc., llamando la atención que se tendieron 23 kilómetros de cable, y se abrieron 5.179 metros de zanja para ocultación de estos, ya que este sistema se instaló en tres puntos de gran concentración de público como eran la Plaza de España, la Plaza de América y la Plaza de los Conquistadores, en el Sector Sur.

En los dos primeros lugares se colocaron en diferentes puntos altavoces grandes, medianos y pequeños, levantándose dos postes de ladrillos en la Plaza de América, mientras en el último emplazamiento, se construyó un templete blanco, de estilo neoclásico, de piedra artificial y madera, de forma circular, compuesto por seis columnas toscanas elevadas sobre podio, que soportaban una bella cúpula de media naranja, donde se encontraban alojados los altavoces, estando valorado esta instalación en 15.000 pts.

Esta edificación, estaba situada en uno de los lados del estanque central de dicha plaza, quedando algo huérfana al faltarle, en el lado opuesto del estanque, otra construcción que completase la simetría del conjunto.

Detalle del templete con el sistema de altavoces, a la derecha del estanque central de la Plaza de los Conquistadores. (Fotografía gentileza de José Luis Pérez Pino)

El proyecto de la casa Standard Eléctrica S.A., incluía un contrato de conservación del sistema amplificador de discurso público, por valor de 1.500 pts. mensuales.[3] Por lo que como consecuencia de un fuerte temporal de viento que sufrió la ciudad los días 26 y 27 de enero, tuvieron que ser sustituidos dos altavoces de la Plaza de España, que habían sido arrastrados de su ubicación, habiendo quedados inutilizados.[4]

Al parecer, pocos meses después de la apertura del certamen, la Comisión solicitó a la Standard Eléctrica, un nuevo presupuesto, que presentó el 8 de agosto,[5] para la instalación de once altavoces en el Parque de Atracciones, que se conectarían al sistema de amplificador de discursos públicos, y que serían colocados en tres postes del alumbrado, que cubriría la zona desde la Montaña Rusa al restaurante, y desde éste al Palacio Chino,

No obstante, se aclaraba que, al transmitir cualquier programa hablado, estando en funcionamiento todas las atracciones del Parque, sería difícil percibirlo con claridad, debido a la gran cantidad de ruidos que generaban dichas atracciones, no así la música, que se percibiría con más claridad. Al haberse conservado solo la carta de remisión del proyecto, desconocemos el importe del mismo.

Pero no es hasta el 11 de febrero de 1930,[6] cuando se aprobó “por la superioridad” la instalación de estos once altavoces en el Parque de Atracciones, si bien se especificaba, por parte de la Standard, que este nuevo presupuesto, se realizaba en base a la utilización de los altavoces instalados en el recinto de la Exposición, desconocemos a cuales se refería, por lo que se deducía 4.054,05 pts., del anterior presupuesto, que era el importe de lo que ascendían estos.[7]

Durante la ceremonia de la inauguración de la Exposición, en el centro de la Plaza de España, se instaló una tribuna cuyo respaldo estaba decorado con tapices de la Casa Real, delante de la tribuna, se había levantado dos altos pebeteros que escondían tras una densa ornamentación floral tres potentes altavoces, así como otros seis se instalaron en las alturas de los edificios, para que el público pudiera oír tanto los discursos, como las voces de los coros y la música cuando se interpretara el himno de la Exposición.

Aunque no tenemos muchas referencias sobre la utilización habitual de este sistema de megafonía, si tenemos constancia de que con motivo de celebrarse el 21 de diciembre de 1929, el sorteo de la Lotería Nacional de Navidad, los altavoces instalados en la Plaza de España, Plaza de América y Sector Sur de la Exposición, radiaron dicho sorteo durante las horas de su celebración.[8]Suponemos que en determinada horas del día se emitiría música, que incluirían mensajes publicitarios.

La representación norteamericana en la Exposición, tenía instalado, en el edificio de Exhibiciones, un cuadro de mando de la Víctor Talking Machine Co. que, mediante un sistema de altavoces, trasmitía música a cualquiera de los tres edificios con lo que contaba este pabellón, así como al exterior de los mismos, escuchándose perfectamente incluso en un área importante del Parque de María Luisa.[9]

Durante la visita que la familia real, el presidente del Gobierno, Primo de Rivera y otras autoridades hicieron al pabellón de los Estados Unidos, el día de su inauguración, llamó poderosamente la atención una victrola ortofónica que enviaba sus notas a los altavoces de los demás pabellones y al exterior.[10] Gracias a contar con este sistema, la delegación de los EE.UU., realizaron varios programas de música, con reproducción a través de los altavoces.

Con motivo de la semana en honor a este país, del 25 al 31 de mayo de 1929, se organizaron audiciones todos los días, de diez de la mañana a una, y de cinco de la tarde a diez de la noche, mediante el funcionamiento la victrola ortofónica que contaba con un amplio repertorio musical.[11]

En esa selección se incluía música religiosa como el Ave María, de Gounoud, y la Oración del Rey, de Lohengrin, y piezas americanas de Estados Unidos, Argentina, Brasil, Chile y Colombia.[12]

Publicidad de la Victrola ortofónica.

Por la noche se recibía por radio música de Inglaterra, Holanda y Estados Unidos, lo que entonces todavía era prodigioso.[13]

En mayo de 1930, el comisario del pabellón organizó una velada literaria dedicada al poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, mediante la interpretación musical de las famosas “Rimas” en discos RCA-Victor, preparados y enviados especialmente a Sevilla, para esta audición, con música de Rafael Genescá y cantadas por Carlos Mejía.[14]

También y con motivo de la actuación del Orfeón Catalán en Sevilla, ese mismo mes, en el pabellón, se programó una audición especial, a través de su instalación de la victrola, de una selección de discos con piezas interpretadas por dicha masa coral.[15]

La Comisión Liquidadora de la Exposición, en la reunión celebrada poco menos de un año de la clausura del certamen, el 16 de mayo de 1931[16], por el vocal director de Hacienda,  se dio cuenta de una solicitud presentada por la casa Standard Eléctrica S.A., proponiendo la adquisición de la instalación del sistema de amplificador de discursos públicos, en la cantidad de 23.000 pesetas. El informe presentado por el arquitecto Jefe de Conservación, daba su conformidad a la propuesta, aduciendo que este tipo de instalación fija, debido a su envergadura, no tenía salida en el mercado, además de estar ya obsoleto el material, dado los adelantos y mejoras que se habían ido introduciendo en los últimos años en esta clase de instalaciones.

Por ello, la Comisión, acordó aceptar la enajenación de esta instalación, por el referido importe, con la salvedad de que, dicho importe, debía ser abonado antes de proceder al desmantelamiento de la instalación.