-Las Góndolas, ascensores y otras atracciones de la Plz. de España.

 



LA GONDOLAS.

Además de los contenidos descritos en las páginas anteriores, la Plaza de España albergo otras atracciones y eventos lúdicos para disfrute de los visitantes, consistentes en unas góndolas donde poder recorrer la ría, unos ascensores en ambas torres, para deleitarse de unas vistas únicas hasta entonces de la ciudad y del recinto de la Exposición, así como la utilización de este espacio para el desarrollo de eventos multitudinarios.

Durante el largo proceso de construcción de la Plaza de España, ya habían sido utilizadas en la ría unas barcas a remo para el disfrute de los visitantes, así en la sesión de la Comisión Permanente del 17 de septiembre de 1925, se aprueba el informe presentado por la Jefatura de Servicios referente al servicio de lanchas en la ría, así como autorizar a Manuel Visuerte Menor, para flotar una lancha en ella.[1]

Las cuatro góndolas que estuvieron en servicio en la ría de la Plaza de España durante la Exposición. (Ilustración revista Nuevo Mundo)

Pero estando ya próxima la inauguración del Certamen, se quiso dar a estas embarcaciones otro aire más acorde con el estilo general del lugar, para ello se solicitó la colaboración del teniente de navío Julio Guillén Tato, especialista en historia de la navegación en la época del descubrimiento, y que había diseñado la reproducción de la carabela Santa María para el Pabellón de Marina, para que aportara ideas y se encargara de la realización de dichas embarcaciones.

Puesto en contacto el arquitecto general Vicente Traver con Julio Guillén en julio de 1928, este último consideraba como más vistoso, la reconstrucción de una galera con sesenta remos, pero también reconocía que no era sostenible económicamente, proponiendo que si pudiera interesar la construcción de una de estas se hiciera en los astilleros de Echevarrieta de Cádiz, donde se construía en esos momentos la carabela Santa María. Así mismo, y debido a las dimensiones de la ría y sobre todo a la altura de los puentes, no permitía adoptar estos tipos de embarcaciones con arboladura, aun reduciéndolas a escala, pues perdería vistosidad al resultar desproporcionado el casco con la gente que las tripulara, por lo que proponía unos bateles de rio utilizados antiguamente en el Guadalquivir, del que había un ejemplo en el tabla del altar de la Virgen de los Mareantes del Alcázar sevillano.[2]


Detalle la tabla del altar de la Virgen de los Mareantes del Alcázar donde se muestra un batel. (web Alcázar de Sevilla). Barca en la ría con la Plaza de España aún en construcción. (Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Sánchez del Pando).

Vicente Traver le informa que está totalmente de acuerdo en su propuesta en que éstos sean elementos de reconstrucción histórica, con efectos decorativos muy del agrado de los componentes del Comité, pero en embarcaciones pequeñas tipo góndola o bote, a los que se le podrían añadir objetos ornamentales que armonizasen con el entorno.[3]

Teniendo en cuenta estos comentarios, el teniente de navío Julio Guillén, diseña una embarcación tipo góndola a la que le añade una serie de elementos relacionados con el descubrimiento de América, como era en la proa la bandera blanca con la cruz verde utilizada por Cristóbal Colón en la empresa del descubrimiento americano y llevada en la Santa María; para la popa se utiliza la bandera de castillos y leones, y por último para la lona que cubre la carroza de la cabina, repostero con listas blancas y verdes aludiendo a la primera bandera que tuvo la Casa de Contratación de las Indias en las expediciones americanas. Estas embarcaciones serían de fondo plano y en vez de bogar como las venecianas, figarían con una percha que se apoyaría para impulsarse en el fondo de la ría. Para su construcción proponía se realizara en los astilleros de la Unión Naval de Levante, en Valencia, con un presupuesto de 11.000 pts., cada una, incluido todos los elementos. [4]

Pareció al Comité elevado el importe para la construcción las cinco góndolas, que llegaba a las 55.000 pts., por lo que, a finales de agosto, Julio Guillén se trasladó a los astilleros de Valencia para negociar con la empresa una solución que resultara más económica, consiguiendo un presupuesto de 4.000 pts., por cada una incluido los adornos, banderas, empavesados, repostero de la carroza y traje de los gondoleros.[5]

Diseño de las góndolas, trajes de los gondoleros y adornos lonas y banderas realizado por el teniente de navío Julio Guillén (Archivo Municipal de Sevilla)

Aprobada la propuesta por el Comité, sobre la conveniencia de comprar góndolas que sirvieran de ornato y recreo durante la Exposición, le fueron encargadas cuatro embarcaciones de este tipo a los astilleros de la Unión Naval de Levante S.A., con las siguientes características: 8 m. de eslora, 1,44 de manga y 3,80 de contorno y tres toneladas, por un importe de 3.800 pts. la unidad más 315 pts. de transporte, por importe total de 16.460 pts., en este precio se incluían todos los adornos como los toldos de la carroza, las banderas, cojines, empavesados y los trajes de los gondoleros.[6] Tres de dichas góndolas tenían cabinas para tres personas y una para seis, siendo el plazo de entrega el 15 de marzo de 1929.


Las góndolas durante su construcción en los astilleros de la Unión Naval de Levante. (Archivo Municipal de Sevilla)

Las góndolas fueron recepcionadas el 9 de abril, y a final de dicho mes se solicita el envío de las banderas y trajes de los gondoleros. [7] Sin embargo, y aunque hay constancia gráfica de que el día de la inauguración de la Exposición las góndolas navegaban por la ría, no fue hasta el 25 de octubre de 1929, cuando oficialmente entró en funcionamiento estas embarcaciones, como un atractivo más para los visitantes a la Exposición, como así lo demuestran la publicidad insertada en algunos periódicos locales y en los libros contables,[8] llegándose a recaudar, por la explotación de estas durante toda la Exposición, el importe de 1.811 pts.,[9] estando en funcionamiento hasta el 23 de agosto de 1930, ya clausurada la Exposición.[10]


Detalle de las góndolas con la bandera de Cristóbal Colón en la proa y el repostero de la carroza con la bandera de la Casa de Contratación. (Postal de la época), y una de las góndolas dirigida por uno de los gondoleros. (Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Sánchez del Pando)

En el mes de octubre de 1930, Manuel Montero Tardío, solicitó a la Comisión Liquidadora de la Exposición, le fuera concedida la explotación de las góndolas de la ría de la Plaza de España, ofreciendo a esta entidad el 50% de la recaudación, acordándose que se estudiaría esta solicitud si el peticionario ofreciera una cantidad alzada mensual en lugar de un tanto por ciento. No se vuelve a tratar esta solicitud, por lo que no sabemos si desistiría en la demanda.[11]

Nuevamente, pero ya en julio de 1931, se registra otra petición para la explotación de este servicio, pero ya no aparece como de góndolas, sino que se refieren a él, como de barcas, suponemos que deterioradas estas, fueron sustituidas estas por barcas con remos. En este caso la solicitud corrió a cargo de Manuel Gordillo Salamanca, denegándosele la misma por querer abonar un canon de solo 10 pts., mensuales.[12] No obstante, teniendo en cuenta la proximidad de la celebración de la Feria de San Miguel, y la previsible afluencia de visitantes que se produciría por tal motivo, la Comisión acordó convocar un concurso público para el establecimiento de este servicio, presentándose una única propuesta, precisamente la del referido Manuel Gordillo, en la que esta vez ofrecía un canon mensual de 50 pts., siéndole adjudicado dicho concurso. [13]

Y así nuevos concesionarios de este servicio, unos detrás de otro, lo han mantenido hasta nuestros días. ¿Qué sevillano no recuerda esos bellos paseos en barca por la ría de niño o muchacho?



LOS ASCENSORES.

En la descripción del proyecto que Aníbal González diseñó para las dos torres que cierran el inmenso espacio que es la Plaza de España, su autor da idea de algunas de las utilidades que dichas construcciones podían tener, así en él se establece como principal la utilidad de servir como estación de radiotelefonía de gran importancia debido a la altura y la gran distancia entre ambas, condiciones éstas extraordinarias para la radiodifusión. Otra de las utilidades que ve el arquitecto, es el de servir de soporte de los reflectores para la iluminación tanto de la plaza como del Parque de María Luisa, además podía servir como contenedor de un enorme depósito de agua que, aprovechando la gran presión que pudiera tener, serviría para abastecer tanto a los edificios de la plaza como al servicio contra incendios.

Sin embargo, el uso más llamativo que se les dio a las torres, aparte de la instalación de un reflector en el cupulín que al girar entre las columnillas semejaba un faro, fue la de serle instalado unos ascensores, que permitían a los visitantes, previo pago, tener una vista única de la ciudad, el Parque de María Luisa y de la Exposición.

Alzado de la Torre con indicación del hueco del ascensor la entrada inicial y las paradas en los distintos pisos. (Archivo Municipal de Sevilla)

Así el 12 de agosto de 1927, el Comité aprobó convocar un concurso público para la instalación en el edificio central de la Plaza de España de un ascensor en el patio C con capacidad para 10 personas y uso público, y dos en el patio L con capacidad entre 4 ó 5 personas para dar servicio a los Vocales de la Comisión Permanente y miembros del Comité, como ya se comentó cuando se trató este edifico, y uno en la Torre Norte, siendo adjudicado el concurso el presupuesto presentado por la casa Boetticher y Navarro de Madrid, por 70.500 pts., el 9 de septiembre de dicho año. [14]

Este ascensor de uso público en la Torre Norte podía cargar hasta 10 personas (700 kgs.), y la cabina 2,20 X 1 m., era de hierro perfilado con partes caladas y cancelas plegables, instalándose en el hueco interior que dejaban los cuarenta y un tramos rampas con que cuenta para su acceso cada torre. Tenía cuatro paradas, estando la inicial no en el rasante de la torre, sino en la primera terraza que se encuentra a 11 m. de altura, con un recorrido total de 41 m. a una velocidad de 70 cm. por segundo. La máquina se situaba en la parte inferior, y la empresa de fundiciones Juan Miró fue la encargada de la realización de los elementos de hierros, como las cancelas de acceso de las distintas plantas.

Con las obras ya iniciadas, en el mes de febrero de 1928, la casa J. Velarde y Cía., también de Madrid, presenta a la Comisión una propuesta para donar un ascensor, de análogas características que el que se estaba montando, para ser instalado en la Torre Sur, obteniendo como contrapartida el mantenimiento y explotación de ambos ascensores durante un período de cinco a diez años, con una participación del Comité en los beneficios. En la sesión de la Permanente que se trató,[15] los informes de las direcciones de Obras y de Explotación, fueron favorables, no así a juicio del Comisario Regio, que propuso se volvieran a informar por dichas direcciones teniendo en cuenta los intereses generales del Comité, y una opiniones más concretas al respecto.

Planta y alzado de la cabina de hierro del ascensor de la Torre Norte. (Archivo Municipal de Sevilla)

En el informe posterior que emitió la dirección de Explotación,[16] mantenía el interés en la donación, por la evitación de gastos de mantenimiento de los ascensores, haciendo un estudio comercial del servicio, proponiendo como tarifa se cobrara una peseta como precio único, del que el Comité recibiría el 50%, y que el contrato para su explotación no se alargara más allá de la duración del certamen, por no existir seguridad jurídica de que el Comité pudiera mantener jurisdicción económica sobre la Plaza de España, tras la muestra.

No obstante, en la sesión de la Permanente siguiente, el Vocal de la Comisión Pedro Caravaca, manifestó que era su criterio que la explotación de dichos ascensores debía hacerse directamente por el Comité, proponiendo que fuera la dirección de Obras la que estableciera cual sería el procedimiento para la instalación del nuevo ascensor, si de forma directa o abrir un concurso público, por lo que el Comisario Regio, Cruz Conde, propone la desestimación definitiva de la propuesta de la casa J. Velarde y Cía.[17]

El 4 de abril, se acuerda pedir presupuesto directamente a la casa Boetticher y Navarro, ya que era la empresa que había ganado el concurso para la instalación de concurso de ascensores, aprobando la permanente el 27 de dicho mes, la instalación de un ascensor en la Torre Sur por importe de 21.500 pts., con un plazo de ejecución de cuatro meses.[18]

A pesar de ello, en la publicidad aparecida en los diarios de la época, solo se refiere al ascensor situado en la Torre Norte, que funcionaba diariamente en horario de 9 a 13 y de 14 a 17 ó 18 horas, dependiendo de la época del año, inaugurándose esta atracción, al igual que las góndolas de la ría, el 25 de octubre de 1929,[19] estando en funcionamiento hasta finales de julio de 1930.[20]

Esta atracción llegó a ingresar en las arcas del Comité de la Exposición un total de 12.000 pts.[21]



Estado actual de la rampa de subida en el interior de Torre Norte, verja de acceso a una de las paradas del ascensor y hueco en el interior de las rampas. (Archivo del autor)

Además de estas atracciones de pago, la Plaza de España también acogió otras actividades participativas, sirviendo como marco para distintas actividades que se desarrollaron durante la celebración del certamen.

Así la ría tuvo un especial protagonismo con motivo de la celebración de la Semana de la Marruecos y Colonia, celebrándose en este lugar, el 16 de junio de 1930, una regata con cayucos manejadas por nativos del pabellón de Guinea, siendo presenciada esta competición por numeroso público que se encontraba apostado en las barandillas de cerámica de la plaza, divirtiéndose en general por los continuos vuelcos de las frágiles embarcaciones, con el consiguiente remojón de sus tripulantes.

Competición de cayucos en la ría de la Plaza de España. (ICAS-SAHP Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Fernando Carmona)

Y el espacio central y las galerías de la Plaza, sirvieron como escenario a múltiples acontecimientos y eventos multitudinarios, que era el fin para el que fue proyectado por Aníbal González, pero que con la instalación de la fuente por Vicente Traver, la zona central se vio muy afectado.

Aquí tuvo lugar el acto inaugural de la Exposición, el 9 de mayo de 1929, con la instalación de la amplia tribuna real, y frente a esta se dispusieron las fuerzas de los tres ejércitos, de seguridad, somatenes y una columna de desembarco de la Marina portuguesa con banderín. Más de 22.500 personas estuvieron invitadas a este acto que se repartieron por las tribunas y galerías de la Plaza. Aquí se interpretó por primera vez el himno de la Exposición por las Bandas de Sevilla y Madrid, siendo cantado por el tenor José García acompañado la Masa Coral Sevillana, el Orfeón donostiarra y la Coral bilbaína, compuesto por trescientas cincuenta voces, además de una rondalla con ochenta guitarras y bandurrias.

Aspecto general de la Plaza durante el acto de inauguración de la Exposición. (Archivo ABC)

Otro gran acontecimiento que tuvo como escenario la Plaza de España, fue la Cabalgata Histórica de la Raza Hispano Americana, que tuvo lugar el 1 de noviembre de 1929. En el cortejo de esta cabalgata se incluía la presencia de cinco carrozas alegóricas y de un elevado número de figurantes, más de quinientos, que representaban a personajes relevantes de la historia de España, desde los romanos a los árabes, la reconquista, los Reyes Católicos, el Descubrimiento de América y su colonización. Detrás de cada carroza le acompañaba una banda de música, y en el cortejo se integraron representaciones folklóricas de los países americanos mediante cuadros típicos de las repúblicas americanas de Méjico, Cuba, Chile, Perú y Argentina.

Se calculó que más de 100.000 personas asistieron a ella, incluso más que a la inauguración de la Exposición, siendo presidida por el rey Alfonso XIII en la Plaza de España, donde se levantaron tribunas, habiendo recorrido previamente el interior del recinto del Certamen.

Figurante que representaban a los Reyes Católicos de la Cabalgata Histórica de la Raza Hispano Americana. (ICAS-SAHP Fototeca Municipal de Sevilla. Archivo Sánchez del Pando)

Con motivo de la Asamblea Eucarística Regional celebrada del 15 al 18 de mayo de 1930, la Plaza de España sirvió de marco, el último día, a la culminación de procesión eucarística que, partiendo de la Catedral portaba el Santísimo Sacramento de la Eucaristía en la custodia de Arfe de la Seo sevillana. La comitiva estaba formada en filas de cuatro en fondo, por colegios, juventudes y federaciones de estudiantes católicos, asociaciones eucarísticas; las Adoraciones Nocturnas; las Cofradías Sacramentales; nobleza, órdenes; el Seminario; el Clero secular y regular de Sevilla, cuerpo consular, corporaciones oficiales y militares, así como los prelados que habían asistido la Asamblea que se había

Una vez la procesión llegó al centro de la plaza, se procedió, por el cardenal Ilundain, a bendecir a todos los asistentes con Santísimo Sacramento desde un altar colocado en el centro de la plaza, entonándose entonces cantos sagrados.

Así mismo, desde el día 24 al 29 de mayo de 1930, tuvieron lugar unos Festejos en honor a los Descubridores y Colonizadores de América, celebrándose en la noche del domingo 25 de mayo, una magnífica verbena con iluminación extraordinaria y fuegos artificiales en la Plaza de España.

En una Plaza de España repleta de público, se montó una verbena popular para lo que se instalaron puestos de buñuelos en los extremos de la plaza junto a la ría, y otros de refrescos y bebidas en distintos sitios. La Plaza se encontraba magníficamente iluminada, reforzando la iluminación artística que por sí ya contaba, funcionando a pleno rendimiento las fuentes luminosas, ofreciendo el conjunto de la plaza un aspecto realmente espléndido.

Las bandas de música de los Regimiento de Soria y Granada, y la Municipal situadas en los extremos y en el centro del amplio espacio de la Plaza, interpretaron durante la noche composiciones bailables. Para animar al baile, también se instalaron en distintos sitios pianos de manubrio en los que sonaban castizos chotis y pasodobles.

El espectáculo de los fuegos artificiales era el que más atraía al público, se dispusieron en las galerías superiores y fueron sabiamente combinados con los motivos decorativos creando momentos realmente fantásticos, siendo muy aplaudidos.

Por último, no podemos olvidarnos de esa estampa tan típica, guardada en la retina de tantos sevillanos, de los cochecitos tirados por un burrito, teniendo como telón de fondo las torres o la fuente central de la Plaza de España, que a tantos niños a transportado. Aunque esta atracción de recreo infantil se desarrolló únicamente dentro de la Plaza, después de la Exposición, sus antecedentes se produjeron cuando el Comité del certamen le concedió a Ricardo Lacalle, licencia para la explotación dentro del recinto exposicional de una actividad con borriquillos y coches para niños, iniciándose este servicio en el mes de octubre de 1929, teniendo distribuidos por el recinto una serie de paradas para estos vehículos, anunciadas con postes, que se situaron en las Plazas de España y América, San Diego, Moliní y Sector Sur, contando con treinta burritos enjaezados y cuatro calesas. Es decir, estos fueron los predecesores de los cochecitos tirados por borriquillos que, durante tantos años han estado girando dentro de la Plaza de España y, han hecho las delicias de tantos niños sevillanos.


Borriquillos y cochecitos, actividades de recreo infantil que fueron explotadas durante y después de la Exposición. (Imagen procedente de la web Todocoleccion.net)


NOTAS
[1] . Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII. Exposición Iberoamericana. Libro de actas núm. 1 de la Comisión Permanente. Sesión del 17 de septiembre de 1925.
[2] . Carta de Julio Guillén a Vicente Traver, fechada en Madrid el 12 de julio de 1928. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Exp. Embarcaciones para la ría. Caja 59, Rollo 675, fotogramas 289-290.
[3] . Carta de Vicente Traver a Julio Guillén, fechada en Sevilla el 30 de julio de 1928. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Exp. Embarcaciones para la ría. Caja 59, Rollo 675, fotograma 288
[4] . Carta de Julio Guillén a Vicente Traver, fechada en San Fernando el 11 de agosto de 1928. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Exp. Embarcaciones para la ría. Caja 59, Rollo 675, fotogramas 284-285.
[5] . Cartas de Julio Guillén y Vicente Traver de 17 y 30 de agosto de 1928. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Exp. Embarcaciones para la ría. Caja 59, Rollo 675, fotogramas 282-287.
[6] . Contrato firmado entre Eduardo Carvajal, Ingeniero Jefe de Obras y Proyectos, y la Unión Naval de Levante el 21 de diciembre de 1928. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Caja 39, Rollo 662 fotograma 203.
[7] . Carta a Julio Guillén de 29 de abril de 1929, actuaron de gondoleros. Manuel Torra Llevret, Rafael Martínez Castro, Ildefonso Escudero, Salvador Sánchez. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Exp. Embarcaciones para la ría. Caja 59, Rollo 675, fotogramas 237-238.
[8] . Esquela publicitaria en El Correo de Andalucía, de Sevilla. 25 de octubre de 1929, p. 3. Y Relación de mandamientos de ingresos, p. 82, primer apunte de 26 de octubre de 1929. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Caja 9, rollo 635 fotograma 17.
[9] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 8 de la Comisión Permanente. Sesión del 23 de junio de 1930.
[10] . Último apunte el 25 de agosto de 1930 en la Relación de mandamientos de ingresos, p. 142. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Caja 120, rollo 736 fotograma 486.
[11] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 1 de la Comisión Liquidadora. Sesión del 10 de octubre de 1930.
[12] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 1 de la Comisión Liquidadora. Sesiones del 20 de julio y 26 de agosto de 1931.
[13] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 1 de la Comisión Liquidadora. Sesiones del 02 y 22 de septiembre de 1931.
[14] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 3 de la Comisión Permanente. Sesiones del 12 de agosto y 9 de septiembre de 1927.
[15] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 4 de la Comisión Permanente. Sesión del 15 de febrero de 1928.
[16] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 4 de la Comisión Permanente. Sesión del 02 de marzo de 1928.
[17] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 4 de la Comisión Permanente. Sesión del 23 de marzo de 1928.
[18] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 4 de la Comisión Liquidadora. Sesiones del 04 y 27 de abril de 1928.
[19] . Esquela publicitaria en El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 25 de octubre de 1929, p. 2., y Relación de mandamientos de ingresos, p. 82, primer apunte de 26 de octubre de 1929. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Caja 9, rollo 635 fotograma 17.
[20] . Último apunte el 30 de julio de 1930 en la Relación de mandamientos de ingresos, p. 135. A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Caja 120, rollo 736 fotograma 485.
[21] . A.M.S. Secc. XVIII. E.I.A. Libro de actas núm. 8 de la Comisión Permanente. Sesión del 23 de junio de 1930.

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