- Pabellón de México
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Juan José Cabrero Nieves
Fachada principal del Pabellón de México. (Postal de la época) |
LA CONCURRENCIA.
En 1912, las autoridades españolas informaron a las mexicanas sobre la intención de celebrar la Exposición Hispano Americana. Sin embargo, debido al clima político inestable en México, que aún se recuperaba de la revolución del año anterior, el país decidió postergar cualquier compromiso hasta que la situación política y social se estabilizara.
Pasaron varios años, y el 21 de abril de 1925, el Ministro de Estado comunicó que México había decidido participar en el Certamen. Aunque no se conocen todos los detalles de las gestiones realizadas para tomar esta decisión, se tiene constancia de las protestas de la Cámara Oficial Española de Comercio en México. Esta institución expresó su descontento por no haberse confiado a ellos la tarea de llevar a cabo la propaganda, a pesar de haberlo solicitado en múltiples ocasiones.[1]
El gobierno de Plutarco Elías Calles vio en la participación en la Exposición una oportunidad estratégica. Por un lado, buscaba cambiar la percepción internacional de México como un país violento y caótico, ofreciendo una imagen de estabilidad y orden. Además, la Exposición ofrecía la posibilidad de promover los productos y el arte mexicano, contribuyendo así a la proyección de la cultura y la economía del país en el ámbito internacional.
El gobierno mexicano bajo el mandato de Calles también entendió el Certamen, como una plataforma para destacar los logros de la Revolución Mexicana y sus esfuerzos para establecer un orden económico y político en el país. Consideraron que participar en la exposición era una oportunidad para mostrar al mundo que México estaba económicamente organizado y era un lugar pacífico, contribuyendo así a mejorar su reputación internacional.
El Cónsul de México, en nombre del gobierno de su país, solicita, en mayo de 1925, al Comité de la Exposición, le sea asignado un lugar en el recinto del Certamen para la construcción de un pabellón provisional o permanente, instando el Comité al Ayuntamiento para que de una vez, se tomen los acuerdos necesarios sobre el canon de ocupación para los pabellones permanentes, no solo para el de México, si no para el resto de Repúblicas americanas que le sean cedidos los terrenos.[2]
A este respecto, la Comisión del Certamen, hace hincapié en la importancia y ventajas que para la ciudad tendrían estas construcciones, no solo en el aspecto monumental de las mismas, sino, por el impacto comercial con América, constituyéndose Sevilla en centro de contratación del intercambio comercial, como lo había sido en siglos anteriores.[3]
Al parecer, el gobierno azteca, estaba interesado en unos terrenos situados en el antiguo jardín del Tívoli, en las Delicias,[4] siéndole concedido, en Pleno de la Corporación Municipal Hispalense celebrado el 20 de julio de 1925, una parcela para la edificación del pabellón representativo del país. La parcela concedida consistía en un rectángulo irregular de 95 m. de fachada principal por 99,45 posterior, y los laterales de 11,70 m. y 42,10 m., situada cerca de la Puerta de María Luisa, al comienzo del Paseo de las Delicias.
Plano de situación de la primera parcela asignada en el Paseo de las Delicias junto al río. (Archivo Municipal de Sevilla) |
EL PROYECTO GANADOR “ITZÁ”.
El Gobierno de México, designó a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, para que se encargara de todo lo relacionado con la Exposición Iberoamericana, convocando, a través del Departamento de Comercio de la misma, un concurso de anteproyectos para el pabellón mexicano en el mes de enero de 1926. En las bases del concurso, se especificaba que debía ser un edificio provisional de dos alturas y sótano; de estilo “precortesiano o colonial”, que debía tener seis salas de exposiciones que se dedicarían a Arqueología e Historia; Bellas Artes y Artes populares e industriales; Productos Naturales; Gran Industria; y Geografía, Comunicaciones y Turismo, además debía tener espacios para oficinas, bodega y habitación para el conserje.[5] Como presupuesto, el gobierno había votado un crédito de 90.000 pesos oro nacional, con un premio de 1.000 pesos al autor del proyecto ganador.[6]
A esta primera convocatoria se presentaron veintiséis arquitectos, con diecinueve proyectos; y ante el éxito de la convocatoria, el gobierno decidió ampliar el número de premios en metálicos y honoríficos. Los trabajos fueron expuestos en la Academia Nacional de Bellas Artes, siendo visitados por numeroso público, estando considerado de cómo “habla muy alto del amor de los mexicanos sentimos por todo lo que está relacionado con la Madre España”. [7]
El jurado compuesto por personas de reconocido prestigio profesional,[8] se reunió en el mes de mayo para fallar el concurso, consiguiendo el primer premio el anteproyecto presentado por Ignacio Marquina.[9]
Mientras se desarrollaba el concurso, se produjeron varias decisiones que afectaron a la resolución de éste. En primer lugar, el gobierno decidió, ante el potencial e interés que se preveía de la Exposición, y siguiendo la línea de otros países destacados del continente como Estados Unidos, Argentina y Perú, aumentar ampliamente la dotación del crédito, que pasó de los 90.000 pesos oro nacional, a los 300.000 pesos oro nacional, (más de 1.200.000 pts.)[10] y con ello a establecer que el edificio debía ser definitivo, por lo que se anuló éste primer concurso convocándose uno nuevo, con este nuevo carácter del pabellón, en junio de 1926 hasta el 25 de julio, siendo fallado el 5 de agosto.
Pero ante el temor de que el terreno asignado para el emplazamiento del pabellón resultara pequeño, y mantener la idea que el edificio presidiera un plaza o glorieta, el gobierno azteca, solicitó una nueva ubicación en el recinto exposicional, siéndole ofrecida por el Comité una parcela de 5.445 m2, en el extremo sur del Parque de María Luisa, que anteriormente le había sido ofrecida a los Estados Unidos, limitando al norte con un lateral de la Plaza de América y la futura parcela asignada a Brasil, al fondo con la Venta de Eritaña y al sur haciendo ángulo con la avenida de Villa Eugenia (actual de Eritaña), dando frente a la glorieta de la Bella Flor, formada por el cruce de las avenidas de Eritaña, Reina Victoria (actual de la Palmera) y la de Moliní.
Plano de situación de la parcela definitiva concedida a México. (Archivo Municipal de Sevilla) |
Aceptada esta parcela en el mes de agosto de 1926,[11] cuando se falló el concurso, provocó que nuevamente se anulara este segundo, realizándose una nueva convocatoria, pero solo permitiendo la participación de los arquitectos premiados o con menciones en las dos anteriores convocatorias, aumentando la superficie de la zona ajardinada y ampliando el tamaño de las salas para exposiciones, y el número de éstas, pasando de seis a ocho.[12]
La entrega de los terrenos se realizó de forma solemne el 12 de octubre del mismo año, [13] con la asistencia del infante don Carlos de Bordón; el Ministro de México en España, Enrique González Martínez; los cónsules de dicho país en París y Sevilla; el alcalde accidental, Manuel González Parejo; los gobernadores civil y militar; el Comisario Regio, José Cruz Conde y otras autoridades. Una vez leído el acta, ésta fue firmada por los concurrentes, y tras un almuerzo celebrado en el pabellón Real, se trasladaron a la rotonda situada frente a los terrenos cedidos, llamada de la Bella Flor, imponiéndosele el nombre de plaza de México en honor a dicho país,[14] firmándose la escritura de adjudicación el 1 de noviembre de 1927.[15]
A este tercer concurso, solo se presentaron los ocho proyectos de los ganadores o mencionados en los anteriores, aunque la convocatoria se realizó en enero de 1927, debido a la inestabilidad política en México, el fallo se retrasó hasta agosto[16] resultando ganador el proyecto titulado “ITZÁ” de Manuel María Amábilis Domínguez. Este arquitecto natural de Mérida, capital de Yucatán, había cursado sus estudios en París, donde entabló amistad con los también yucatecos Leopoldo Tommasi López y Víctor Manuel Reyes, los cuales colaboraron en la ejecución del proyecto. El primero también arquitecto, participó en los temas escultóricos y el segundo, catedrático de Bellas Artes, en lo referente al aspecto pictórico.
EL PROCESO CONSTRUCTIVO.
Inmediatamente, en el mes de septiembre,[17] la Legación mexicana en Madrid abrió el concurso privado para que las empresas constructoras españolas presentaran sus ofertas para la ejecución del pabellón, siendo adjudicado el contrato, a finales de octubre, a la prestigiosa empresa especializada en estructuras “Casso Ingenieros”, formada por los hermanos José Luis y Rafael de Casso Romero,[18] que habían tomado parte en la construcción de la Plaza de España. Tanto la empresa constructora como la mano de obra que se empleó y los materiales, fueron, por expreso deseo del gobierno azteca, españoles, aportando México solo al autor del proyecto como director técnico, y para la decoración del pabellón a los mencionados escultor y pintor.[19]
El arquitecto Manuel Amábilis. (Mediateca INAH) |
En los primeros días del mes de octubre, llegó a Santander el arquitecto Manuel Amábilis,[20] procedente de su país natal que, tras permanecer unos días en esta ciudad, se trasladó a visitar a su familia residente temporalmente en Francia, para posteriormente regresar a España, dirigiéndose primero a Madrid, donde fue recibido por el general Primo de Rivera, que quiso conocer detalles del pabellón, llegando a finales de ese mes a Sevilla para hacerse cargo de los trabajos de construcción,[21] que se iniciaron en las primeras semanas del mes de noviembre de 1927.
El proceso constructivo del pabellón fue rápido, con una duración de poco más de ocho meses. En el mes de mayo de 1928, las obras estaban muy avanzadas, trabajando en él 120 operarios, ya se encontraban construidas las dos plantas y se iniciaban los trabajos para ejecutar los cuatro torreones, y Leopoldo Tommasi y Victor M. Reyes que habían llegado a Sevilla a primeros de enero,[22] ya se encontraban decorando distintas partes del pabellón; esta gran actividad llevada a cabo por el contratista, se debía principalmente para evitar el pago por la demora de la obra establecida en 1.000 pts. por día de retraso en la entrega;[23] y a pesar de la huelga de obreros y un largo temporal, los trabajos finalizaron en el plazo previsto, siendo entregado el 29 de agosto de 1928,[24] y según las palabras del propio autor, esta exactitud en el cumplimiento del contrato se debió al correcto suministro de los fondos por parte del Gobierno mexicano, a la organización de la delegación de ese país que intervino en el proceso constructivo, y a la actividad y competencia de la empresa constructora, que, a pesar de las contingencias del tiempo y de una huelga de albañiles que duró cerca de un mes, puedo terminarse a tiempo,[25] realizándose la estructura, muros, techos y cubiertas del edificio, en hormigón armado.
Manuel Amábilis, junto a periodistas presentando los planos del pabellón en Sevilla. (Ilustración de El Liberal 23/10/1927) |
La construcción se realizó sobre muros de carga de hormigón en masa, con forjados de losas de hormigón armado y cimentación casi inexistente, sobre un terreno arcilloso que, según estudios técnicos realizados con posterioridad, está clasificado como crítico, y que ha ocasionado con el transcurso de los años, daños en la estabilidad del edificio, que afectan a elementos estructurales.[26]
El edificio, fue concebido como una obra original y representativa, resultado de la colaboración estrecha entre los tres artistas encargados de su diseño. Este pabellón tenía como objetivo destacar la historia, el suelo y la gente de México, al mismo tiempo que exhibía los productos de sus fábricas y tierras, funcionando como símbolo de la nación mexicana en la Exposición.
La decoración del pabellón se destacó por un tratamiento especial en pintura y escultura, utilizando estos elementos como vehículos iconográficos. La iconografía empleada hacía referencia a los orígenes de la nacionalidad mexicana, así como a los constructores y usos tradicionales del país. En este sentido, la obra no solo buscaba ser arquitectónicamente atractiva, sino también comunicar, de manera simbólica, la identidad y la riqueza cultural de México.[27]
Bocetos de la fachada principal del pabellón de México. (Ilustración revista Comercio Internacional 1928) |
Dos días más tarde, el 1 de septiembre,[28] el pabellón fue visitado oficialmente por el Alcalde, Días Molero, el Comisario Regio, Cruz Conde y miembros de la Comisión Permanente, que fueron recibidos por el Cónsul de México en Sevilla Teodomiro L. de Vargas; el agregado comercial de la Embajada, Enrique Narváez; el arquitecto Manuel Amábilis y los encargados de la decoración, el escultor Leopoldo Tommasi y el pintor Víctor Manuel Reyes, estos últimos marcharon de nuevo a México al mes siguiente.[29]
El 19 de octubre, se procedió a la entrega oficial del pabellón al Ministro de México en Madrid, Enrique González Martínez, y en el Ayuntamiento a la firma de las escrituras de cesión de los terrenos municipales donde se había construido el pabellón, por parte del Alcalde y del referido diplomático.[30]
Autoridades locales, miembros del Comité de la Exposición y representantes mexicanos durante la visita realizada al pabellón el día de la terminación de las obras. (Revista Mundo Gráfico 12/08/1928) |
DESCRIPCIÓN Y DISTRIBUCIÓN DEL PABELLÓN.[31]
El edificio tiene planta de cruz griega, girada 45 grados, en forma de aspa. El núcleo central lo constituye un amplio hall o patio cubierto de forma octogonal, del que se irradian cuatro brazos donde se instalan los salones. Consta el pabellón de dos plantas de altura y sótano, coronándose con cuatro miradores en el ático. Las plantas están configuradas por ocho salones de exposiciones, cuatro en cada planta; el vestíbulo, los dos espacios para oficinas y hueco de escaleras, se sitúan en los ángulos de X de la planta baja; y en el sótano, la bodega, el almacén para mercancías y alojamiento para el conserje. La planta del edificio ocupa 1.280 m2, calculándose en unos 3.000 m2 la superficie total construida,[32] instalándose en el resto de la parcela, hasta los 5.445 m2, jardines y terraza.
Planos de distribución en la parcela y planta baja del pabellón mexicano. (Ilustración El pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla). |
Esta distribución, fue estudiada convenientemente por el autor para hacer fácil y natural la circulación de los visitantes al pabellón, de tal manera que, partiendo del vestíbulo, se iniciaba el recorrido a la derecha de éste por el primer salón, para continuar por una pequeña galería independiente que daba acceso al segundo salón. Desde aquí se pasaba a la escalera principal subiendo a la planta alta, e iniciando la visita circular de los cuatro salones de ésta siguiendo la dirección de las agujas del reloj; y al terminar en el último, nos encontraremos nuevamente con la escalera, por la que descenderemos de nuevo a la planta baja, para continuar visitando los dos últimos salones situados a nuestra derecha, y terminar encontrándonos finalmente nuevamente en el vestíbulo.
De esta manera, el patio central cubierto, o hall, quedaba independiente del circuito de los visitantes, por las cuatro galerías que lo rodeaba, estando previsto fuera utilizado como Sala de Lectura, y si fuera necesario, mediante un cambio de mueblaje, ser utilizado como Salón de Actos y Fiestas.
Como ya se ha dicho, las oficinas para las Comisiones oficiales que formaban parte de la delegación mexicana, se situaron en los dos ángulos laterales de X de la planta baja, que si bien tenían acceso por las galerías que rodeaban el patio central, también lo tenían directamente desde los jardines. El despacho y oficinas del Comisario del pabellón, se situó en la planta alta, sobre el vestíbulo.
El sótano, dedicado a habitaciones para el portero, bodega de almacenaje y almacén para mercancías, ocupaba solamente el espacio correspondiente a los salones del fondo, situados junto a la escalera principal, el cubo de ésta y las oficinas laterales, teniendo tres accesos exteriores, desde los bajos de los dos salones de oficinas y del cubo de las escaleras.
Plano de la planta alta, corte transversal y perspectiva de la fachada. (Ilustración El pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla). |
EL CONCEPTO ESTILÍTICO NEO-INDIGENISTA DEL PABELLÓN.[33]
El autor, al esbozar el estilo y el concepto arquitectónico que fundamentan el diseño, entona un canto a las culturas tolteca, maya y azteca, precursoras de la rica herencia cultural de los pueblos originarios mexicanos. A través de sus imponentes templos y testimonios pétreos, estas civilizaciones constituyen la esencia misma de la identidad indígena. Este canto apasionado a la cultura prehispánica se erige como una respuesta contundente al contexto político de la época. Surge como un elogio a la nación mexicana, que logró preservar su esencia a pesar de las sombras de la dictadura política, que, en ese periodo próximo, intentó borrar la cultura y la raza indígena, reemplazándola con edificaciones y costumbres europeas y de la época colonial.
Este pabellón, como único representante del estilo neo-indigenista en la Exposición, se convierte en un testimonio tangible de la resistencia cultural. A través de su diseño, el autor celebra la supervivencia y la fuerza de la identidad mexicana frente a los intentos de homogeneización. La arquitectura se convierte así en un acto de afirmación, reivindicando las raíces autóctonas que persisten más allá de las adversidades políticas y sociales. En este contexto, el pabellón no solo se erige como una estructura física, sino como un símbolo de la diversidad cultural arraigada en la historia de México.
Para incorporar estos ideales en el diseño y la decoración del edificio, los tres artistas yucatecos, Amábilis, Reyes y Tommasi, dirigieron su enfoque hacia la búsqueda de la belleza intrínseca de México y la esencia del espíritu mexicano que debía reflejar la nación en su conjunto. Su tarea se centró en exaltar la identidad de la raza aborigen, la patria y el progreso nacional, elementos simbolizados en el profundo sentimiento nacionalista que emana del pabellón.
Estos artistas se sumergieron en el estudio de las artes de las culturas precolombinas, buscando expresar imágenes internas que se formaban a partir de la observación del mundo exterior, no simplemente copiándolo directamente de la naturaleza. En este proceso, capturaron la esencia de las civilizaciones tolteca, maya y azteca, fusionándolas con la visión contemporánea de México.
Fachada del pabellón donde se aprecian los distintos motivos de la arquitectura prehispánica. (Sevilla y la Exposición Ibero-Americana. Álbum Artístico). |
Desde una perspectiva artística, el pabellón de México se integra de manera precisa con el programa de la Exposición. Se presenta como un edificio historicista que no solo representa la arquitectura nacional, sino que también encarna la ideología subyacente que sustentaba a la república en ese momento, estableciendo un vínculo simbólico con la Madre Patria. Este enfoque artístico va más allá de la mera estética, convirtiéndose en una expresión visual y arquitectónica de la identidad y la historia de México, enraizada en sus raíces culturales y en su visión de progreso.
Amábilis, al igual que Aníbal González, se presenta como un regionalista convertido que sigue la corriente del historicismo maya-tolteca, inspirándose en las culturas precolombinas de su Yucatán natal.[34] Este proyecto arquitectónico se aleja deliberadamente del estilo colonial predominante en la época, buscando establecer los cimientos de un estilo nacional arraigado en las edificaciones precolombinas de las civilizaciones mayas con influencias toltecas, a menudo consideradas como los griegos del continente americano.
La cultura maya abarca un extenso periodo que podemos datar desde aproximadamente el año 2.000 a.C. hasta su desaparición en el año 1.697 de nuestra era. Originarios del altiplano de la meseta central de México, los toltecas se fusionaron con la civilización maya en la península del Yucatán alrededor del siglo XII, extendiéndose posteriormente por toda América Central hasta Colombia. Establecieron la capital del imperio en Chichen-Itzá, donde se encuentra el mayor conjunto de ejemplos de arte maya-tolteca en templos y edificios públicos.
Al emular este legado cultural en su diseño, Amábilis no solo rinde homenaje a las raíces históricas de México, sino que también contribuye a la construcción de una identidad arquitectónica nacional que se aparta de las influencias europeas de la época colonial. En este enfoque, el pabellón no es simplemente un edificio, sino un testimonio tangible de la riqueza cultural y la diversidad estilística de México.
Refiriéndonos más concretamente al edificio que proyectara Amábilis para la Exposición Ibero Americana, podemos decir que utiliza los recursos formales procedentes de los estilos precolombinos de los monumentos de la cultura maya-tolteca, inspirándose directamente en los templos del grupo “Sayil”, siendo una de sus características más importantes la presencia de columnillas adosadas de su fachada.
El programa iconográfico del pabellón se centra principalmente en dos aspectos nacidos de la Revolución mexicana, por un lado, en el Mestizaje y la Raza consustancial al pueblo mexicano; y por otro el Progreso, tanto material como espiritual del hombre.
Y estos mensajes de Mestizaje-Raza y Progreso que inundan todo el pabellón, tiene su precedente en dos estelas que se situaban en el cerramiento de acceso, que precedía a la fachada principal, hoy desaparecidas. Estas estelas monolíticas que los toltecas colocaban en sus plazas para rememorar fechas y acontecimientos, en el pabellón, se dividían en dos hornacinas, las superiores hacían referencia a la Raza, mediante dos figuras en posiciones oferentes; mientras las inferiores lo hacían al Progreso, una a través del Trabajo, con ruedas dentadas y yunque, y la otra, por medio de la Espiritualidad, con un jarrón con flores. [35]
LAS FACHADAS.[36]
El pabellón consta de cuatro fachadas simetrías, diferenciadas por las diferentes alturas de los espacios donde se encuentran. Las dos fachadas laterales son idénticas, y la posterior similar a estas, solo diferenciada por el cubo de la escalera que recorre toda la altura de la misma. Se ornamentan estas tres fachadas con líneas verticales con otras horizontales que rodean todo el edificio, reservándose un protagonismo especial, por los elementos simbólicos que la decora, la fachada principal.
Vista de la fachada posterior. (Ilustración revista La Esfera 01/06/1926) |
Para la decoración de las fachadas, el autor dice inspirarse en los templos toltecas de Yucatán, del grupo llamado “Sayil”. Estas construcciones pétreas ancestrales, se inspiraban en las antiguas cabañas de sus antepasados, por lo que las fachadas las dividen en dos partes, la inferior lisa corresponde a los muros, mientras que en la superior proliferan los claros oscuros representativos de los troncos de las paredes y los techos de paja de las cabañas.
Composición de las fachadas, inspiradas en las cabañas, la parte inferior lisa como basamento y la superior representan los troncos de las paredes y los techos de paja. (Archivo del autor) |
En el primer cuerpo del pabellón, se halla un baquetón que forma una greca “tolteca”, que contornea los vanos de las ventanas y que, según el autor, simboliza “el sentimiento de cohesión nacional que palpita en todos los ámbitos de México”; a continuación, una gran cornisa dividida en dos, separa la planta baja de la primera, en la parte superior de ésta, se representa el techo de las cabañas decorado con haces de paja; y la inferior, imita el extremo de una manta mexicana o cortina bordada.
En este segundo cuerpo de las fachadas, los troncos, decorados con anillos, flanquean las ventanas y, en el tercero, soportes similares, pero sin decoración, se intercalan rectángulos con símbolo de Quetzalcóatl o Kukulcán; y cuadrados con el símbolo de Venus de los astrónomos toltecas.
Rectángulo con el símbolo de Venus. (Archivo del autor) |
En la zona central de la azotea se levanta el ático, que constituye la cubierta del patio central, y que se corona con cuatro miradores, que están inspirados “en la cabaña simbólica del origen de nuestra civilización ancestral” y el autor los incluyó como “un recuerdo y una ofrenda a nuestros abuelos”, se decoran con celosías a la manera de las que se encuentran en Uxmal y grecas escalonadas transparentes con colores tropicales, inspirados en la exuberante selva y “en la fantasía religiosa tolteca”. De los ángulos de la cornisa, salen unas ménsulas invertidas que, según la arquitectura tolteca, simbolizan los ganchos de Chaac, dios de la lluvia. El acceso al ático y miradores se realizaba a través de escaleras metálicas de caracol.
Miradores del ático simbolizando las antiguas cabañas en recuerdo de los antepasados. (Archivo del autor e ilustración El pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla) |
LA FACHADA PRINCIPAL.
Elevada sobre una amplia escalinata, se encuentra la puerta principal flanqueada por dos columnas serpentiforme, que representan a la Serpiente de Fuego “Xuihcóatl”, mal llamadas emplumadas Quetzalcoalt o Kukulcán, al interpretar como plumas las llamas que salían de ésta, como era habitual en todos los templos toltecas que estaban custodiados por estas columnas que representaban la divinidad. Estas serpientes, no solo son utilizadas en la fachada, sino en distintas partes del pabellón sobre todo en el mobiliario del patio central y la fuente instalada en la fachada trasera. Estas columnas soportan el enorme arquitrabe que sostiene toda la decoración de la fachada.
Portada de la fachada (Sevilla y la Exposición Ibero-Americana. Álbum Artístico) y detalle de las columnas serpentiforme de la puerta principal. (Archivo del autor) |
En el dintel de la puerta, el lema de la Universidad de México “Por mi raza hablará el espíritu” y sobre éste el escudo nacional, estilizado hasta que lo permitía los rasgos esenciales, rodeado por una aureola y motivos toltecas, concebido a manera de chimalli o escudo y flanqueado por dos serpientes que ascienden para llevar sus cabezas hasta las plumas simuladas del escudo, y en el friso el nombre de México, también en yesería, ocupa la parte central.
La representación en el escudo nacional de la alegoría de fundación de México-Tenochtitlán, con el nopal que emerge del lago, el águila y la serpiente, se encuentra repartido en los lugares más significativos del edificio, como en éste de la fachada, en la montera del patio central, en la bóveda de la escalera y en el dintel de acceso al patio desde el vestíbulo, aludiendo de esta forma que el concepto de Nación, está por encima de todos los demás.[37]
Coronando la fachada, se yergue un tímpano de líneas quebradas con bajo relieve alegórico de cinco figuras, las tres centrales (dos hombres y una mujer) están desnudas que portan en su cabeza penachos de plumas; en los extremos de la composición se encuentran dos mujeres: una vestida de tehuana y otra, con huipil yucateco, lleva sobre su cabeza una cesta con frutas; todas las figuras se encuentran enlazadas por medio de un festón de flores. Estos personajes simbolizan, según el arquitecto, “La solidaridad de todas las clases sociales para el progreso de la Nación, que es uno de los ideales de la Revolución Mexicana.”
El tímpano con relieves alegóricos de la solidaridad entre las clases sociales y detalle del mismo. (Archivo del autor) |
Custodiando este remate, se encuentran dos estatuas que reproducen al doble las originales conocidas como “Chac-Mool” que se encuentran en la antigua capital del imperio Chinche-Itzá, y que los arqueólogos los denominan como dioses del agua o el primer hombre, y que el autor “ha empleado estas figuras para simbolizar el tronco racial; nuestros abuelos custodiando y presidiendo nuestro Palacio.”
Esta composición decorativa de la fachada principal fue modificada cuando el edificio se transformó en Instituto de Maternidad y Puericulturas, instalandose en el lugar del escudo, una alegoría de la maternidad, sobre el lema NO8DO, municipal. En el friso, fue sustituido el nombre del pabellón por MATERNIDAD, y en el tímpano se colocó en el centro el escudo nacional con el águila de San Juan, y a los lados el de Sevilla y de la Falange.
Antes de acceder al interior llama la atención la cancela, proyectada por Víctor Manuel Reyes, que contiene motivos toltecas realizados en hierro forjado y de fundición, adaptando estos a estilos modernos, demostrando así la riqueza decorativa que este ancestral arte podía tener entonces.
En la fachada posterior del edificio se instaló la fuente que proyectó Amábilis y realizaron en colaboración Víctor Reyes y Leopoldo Tommasi, “de purísimo estilo tolteca”, siendo un ensayo de escultura policromada, como la tolteca, de efecto típico y muy sugestivo, que llamó poderosamente la atención.
Se encuentra estructurada en la base por un gran tazón sobre el cual se levanta un basamento que sirve de apoyo a cuatro columnas serpentiforme, similares a las de la portada, las cuales sostienen con la cola un segundo tazón que, al desbordarse, provocaba que el agua saliera por las fauces de las serpientes, las cuales hacían las veces de surtidores. Al centro del basamento se encuentra un vertedor “en forma de vasija tolteca”.
Ubicación de la fuente en la fachada posterior (fuente Todocolección.net) y detalle de la misma (Archivo del autor). |
LA DECORACION INTERIOR
La profusa decoración interior del pabellón, corresponde a un amplio programa iconográfico de exaltación a la raza indígena, al mestizaje, al arte prehispánico y a la exuberante naturaleza mexicana. Esta decoración manifestaba los sentimientos y pensamientos de la época en que se construyó “en mexicano”, por ello, todos los motivos representados fueron históricos o alegóricos, con vivos colores que ornamentaban totalmente el interior del edificio en jambas, arcos, cuadros murales, bancos cerámicos, vidrieras, etc.
Para la descripción del complejo programa iconográfico que encerraba el pabellón, hemos recurrido a los análisis que la investigadora, Amparo Graciani, hace en su obra,[38] trasladando aquí solo una somera enumeración de éste.
Una vez accedemos al interior, encontramos el vestíbulo, flanqueado por la oficina de Informes y la portería. En sus paredes se encontraban dos frisos pintados al óleo, de intensos y brillantes colores, inspirados en los de la “Cámara Sagrada” del “Palacio de los Tigres” de Chichén-Itzá, con el fondo amarillo, los bordes azul claro, la greca de tonos verdes y los motivos en naranja, ocre, rojo y violeta.
Representaban casi fielmente el original de la “Creación del Mundo”, según la cultura tolteca, dividido en dos a izquierda y derecha. El mascarón representa a Hunab-Ku, que derrama sus lágrimas formando ondulaciones al caer, en las que aparecen vegetales, pájaros, peces, animales de la tierra y por último el hombre.
Para alumbrar el vestíbulo, se habían colocado dos faroles sevillanos, que tenían relación con una leyenda tolteca en la que, cuando un príncipe debía ser visitado por otro noble, cuidaba que durante la visita, su casa estuviera siempre alumbrada por dos antorchas, para que disfrutara de la misma luz y calor de su hogar.
-Los Salones.
Los ochos salones de exhibiciones, cuatro en cada planta, tienen unas dimensiones de 17 m. de largo por 10 m. de ancho, y se encuentran perfectamente iluminados mediante nueve ventanales, y los dos salones situados en la planta alta junto a la escalera, dedicados a la exposición de arte, tenían además luz cenital con una gran pantalla que difuminaba la luz.
De decoración simple, se encontraban ornamentados en la parte superior de los paramentos, con un friso pintada al óleo con una greca con los colores y técnicas toltecas, en los que se intercalaban escudos heráldicos que España otorgó a algunas ciudades mexicanas cuando era el Virreinato de Nueva España.
En el lado de cada salón que lindaba con el patio central, se había instalado un vitral que decoraban ambos espacios, de vibrante composición y colorido propios del sentir mexicano, mostraban la belleza de la selva y la naturaleza de aquellas tierras y el progreso del pueblo que lo habita. Así los situados en la planta baja, hacían referencia a la naturaleza, mientras los situados en la planta alta, representan distintas actividades del hombre que puebla esa naturaleza.
Los vitrales apaisados de la planta baja representan las cuatro plantas características del país, como “el Plátano”, “la Palmera”, “el Papayo” y “el Maíz”; y los verticales de los salones de la planta alta, “la Fuerza Hidráulica”, “el Trabajo”, “la Aviación” y “la Industria y el Comercio”. Y en el patio, coronando la bóveda el escudo nacional, por encima de todos estos elementos.
Vista de la disposición de los vitrales en las plantas alta y baja del patio central. (Ilustración revista La Esfera 01/12/1928) |
Vidrieras de la planta baja representativas: “el Plátano”, “la Palmera”, “el Papayo” y “el Maíz”. (El pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla). |
Antes de acceder al patio central, nos encontramos con la jamba “de la Raza o Saludo a España”. Estas jambas, se diseñaron siguiendo la tradición tolteca de decorar las jambas y dinteles de sus templos y palacios, las del pabellón estaban realizadas en bajo relieve, con el fondo policromado, en las que se representaban personajes que conformaron el México actual, aludiendo al mestizaje racial, con una figura hispana realizada con rasgos sintéticos y sobriedad de detalles, y otra indígena enfrentadas, tratadas éstas con riqueza ornamental en el vestuario. Así existieron la de los guerreros, constructores, soldados, la fusión de la raza; también había escenas costumbristas, como la dedicada a los pescadores, sembradores indígenas, obreros y mujeres, todos con trajes típicos.
La situada en el vestíbulo, llamada “de la Raza”, aparecían a la izquierda el hombre actual y a la derecha el antepasado mexicano, portando una humeante ofrenda a la Madre Patria. En el dintel la leyenda, “Madre España: porque en mis campos encendiste el Sol de tu cultura y en mi alma la lámpara devocional de tu espíritu, ahora mis campos y mi corazón han florecido. México”.
Jamba de “La Raza o Saludo a España”. (Sevilla y la Exposición Ibero-Americana. Álbum Artístico). |
EL PATIO.
A continuación, se encontraba el gran patico central cubierto, núcleo central del pabellón, en el que Amábilis quiso que fuera “una representación del corazón y del celebro de México” que, utilizando el arte propio de la nación, expresara las aspiraciones y el pensamiento contemporáneo del pueblo. Para ello se fundamentó en los conceptos arquitectónico, escultóricos y pictóricos de las ancestrales culturas, a través del temperamento y cultura contemporánea, siendo la planta del mismo un octógono, manteniendo los paramentos lisos de la arquitectura tolteca, sin más decoración que la de las jambas y los vitrales antes referidos.
Las jambas que rodeaban el patio central y que daban acceso a las salas bajas, fueron calificadas por el arquitecto como “históricas” y representaban los elementos que contribuyeron a la formación del pueblo mexicano. La primera, tras cruzar la “de la Raza” era la de “los Guerreros”, en la que se representaba a un guerreo hispano y otro indio, “porque de sus luchas ha surgido nuestra nacionalidad”. A la derecha estaba la de “los Sacerdotes”, con un misionero y un Men indio, “porque hasta la religión Católica en México tiene cierto matiz que proviene de la antigua religión tolteca”; le sigue la de “la Fusión de las Razas”, situada al fondo dando acceso a la escalera, y en la que la aparecía a la derecha Hernán Cortés, portando su espada, y doña Marina, o La Malinche, junto a ella el primer niño mestizo, como personaje de la máxima importancia en la conquista, pues “gracias a ella, Hernán Cortés pudo celebrar sus diversas alianzas con las tribus hostiles a los aztecas”. Por último, en esta planta, se encontraba la jamba de “los Constructores”, con uno hispano y otro indio, “porque ambos han edificado nuestra patria”. Los dinteles de las jambas se decoraron con motivos geométricos, florales y vegetales, como el nopal y mazorcas de maíz.
Las cuatro jambas del patio central con la de los “Guerreros”, “Sacerdotes”, “Fusión de las Razas” y “Constructores” (El pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla) |
Al pie de las vidrieras, en el patio, se instalaron cuatro bancos de azulejos, con dibujos geométricos que armonizaban con los vitrales, y en las jambas de estos también fueron decoradas con motivos alegóricos, como “los Encantadores”, en recuerdo de la ciencia perdida de los toltecas, y en cuyo dintel se representó el libro y la lámpara, como símbolos de la cultura actual; y “la Agricultura y la Avicultura”, en el que se representan ambas industrias, plasmándose en el dintel de ésta, las tres carabelas descubridoras.
Las jambas y en general la decoración de la planta alta, a diferencia de los de la baja de carácter histórico, muestra el México actual, que Amábilis llamó “de usos y costumbres”, en las cuales se representaron los pescadores y sembradores indígenas, y los obreros y las mujeres, todos con sus vestimentas y atributos propios. Según el arquitecto, Tomassi, “imprimió a estas composiciones una vida intensa y palpitante; el alma popular de México surge con todos sus atavismos, pero con todas sus notables cualidades y perseverancia en cada una de estas jambas”. Entre ellas se encontraban las jambas de “los Labradores” y de “las mujeres del pueblo”.
Jamba del vitral de la “Aviación” de la planta alta, con la alegoría de los obreros. (Sevilla y la Exposición Ibero-Americana. Álbum Artístico). |
Para darle grandiosidad a este espacio, Amábilis, construye una bóveda elevada sobre la cubierta de la planta alta, para ello, el arquitecto toma las técnicas arquitectónicas de los toltecas, levantando cuatro grandes arcos de esta cultura, que son soportados por las ocho columnas situadas en la balconada que rodea el hueco de la planta alta, en la barandilla, también se aprecia otro buen trabajo del hierro forjado, decorándola con incensarios y estrellas de ocho puntas.
Los arcos entrelazados soportaban la cubierta del patio, que es decorada ricamente con vitrales, el central de vivos colores representa el escudo nacional, con el águila sobre el nopal que surge de la laguna, llevando en el pico una serpiente, rodeado de una ancha greca octogonal en los que se mezclan los colores de la bandeja mexicana, y en los huecos que dejaban el cruce de los arcos, claraboyas que dejaban pasar la luz, dando iluminación cenital al conjunto.
Las proporciones de las columnas estaban inspiradas en la del templo del Hombre Barbado, de Chichén-Itzá, y los capiteles circulares y fustes fueron decorados por Víctor Reyes, con motivos vegetales, al igual que el perfil de los arcos, con esta misma técnica y cromatismo de los frisos del vestíbulo, con estilizados motivos de plantas y frutos, de figuración ingenua precolombina, sugiriendo la exuberancia de las selvas, cuya vegetación tropical se caracterizaba en las lianas que suben por todas partes cargadas de flores y frutos, que sustentadas en la tierra de los maceteros, son las bases de los arcos.
Bóveda del patio sostenida por cuatro arcos toltecas entrelazados que arrancan de las ocho columnas de la balconada. (Sevilla y la Exposición Ibero-Americana. Álbum Artístico). |
En las enjutas de los arcos, el mismo pintor, realizó una serie de cuadros murales de diseño ingenuo y sencillo, aunque con tratamiento moderno, inspirados en aspectos de las distintas actividades del pueblo mexicano, como el de “Los Mineros”, “Las Yucatecas”, “Las Tehuanas”, “Los Alfareros”, “Los Tejedores”, Los Vendedores de Flores” y “Charro mexicano y China poblana”, siendo primordial la figura humana sobre el conjunto, y que, mediante la fisonomía, los trajes y las actividades, el autor nos sugiere el carácter de estos personajes.
En los torreones, sobre las jambas que daban acceso a los salones de la planta alta, se instalaron cuatro vidrieras circulares, rodeadas por una amplia moldura decorada que, con aspecto heráldico, querían representar la naturaleza nacional. Estas eran: “el volcán Popocatéptl”, con su enorme mole cubierta de vegetación sobre un crepúsculo, coronado por un sol azteca, y dos cactus gigantes a los lados. “Yucatán”, sobre un fondo de exuberante vegetación aparecen un faisán y un venado, símbolo del imperio Maya, dos mascarones legendarios y la planta henequén. La otras eran “el Jarabe Tapatío” y “Xochimilco”, de la que Amábilis dice. “Es, sin eufemismo, un primoroso jeroglífico pictórico, claro, transparente, prístino, como la risa de la juventud”.
Para la realización de todos los vitrales, tanto de las dos plantas, como estas vidrieras circulares, el pintor Víctor Reyes “suministró a la casa constructora todos los detalles, tales como armaduras, colores y cortes de los vidrios, hasta de los más pequeños”.
En eje opuesto al vestíbulo, en un espacio hexagonal, se instala una escalera de tres rampas, iniciada por dos laterales que confluyen en la central, que da acceso a la planta alta, y con lo que se quería dar realce a la bóveda, que se realizó por medio de una ancha escocia entre los muros y el techo.
Los peldaños fueron realizados con mármol rojo de Novelda, y los peraltes con piedra gris artificial, escavándose en los muros laterales dos hornacinas que cobijaron dos estatuas realizadas por el escultor mexicano Tovar. Como en la jamba de la entrada, nuevamente se recurre al encuentro de los guerreros en ellas se representan a un “Caballero Español”, del siglo XVI, y al guerrero azteca “Caballero Águila”
Los limpios muros, contrastaban con la decoración de la bóveda, en la que Víctor Reyes quiso hacer una manifestación de las nuevas tendencias pictóricas mexicanas, basándose en el ideal del pintor del momento, Digo Rivera. Como hicieran los toltecas al decorar sus bóvedas, con murales alegóricos, ésta se decoró en filas continuas en zigzag, de abajo arriba.[39]
La composición se centra en dos figuras protagonistas, el hombre y la mujer, una frente a la otra, situadas en el centro de los lados mayores, ambas representando el tronco racial, en el hombre “la serenidad del pensamiento”, y en la mujer, “el alborozo del amor”. De cada una de ellas, parten dos filas divididas por una greca, con escenas realizadas con una compleja serie de alegorías. Así partiendo a la derecha del Hombre, y siguiendo este sentido aparecen las siguientes: “Los Legisladores y Constructores”, “Las Organizaciones Obreras”, “La Universidad”, “La Unión de los Trabajadores del Campo y la Ciudad” y “La Repartición de los Ejidos”. En la fila inferior, partiendo nuevamente a la derecha del Hombre: “Los Vendedores de Frutas”, “Los Labradores”, “Los Pescadores”, “Los Alfareros” y “Los Mineros.
Pinturas de la bóveda de la escalera realizadas por Víctor Reyes. (El pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla). |
Desde la figura de la Mujer, siguiendo la dirección hacia la derecha, se encuentran las siguientes escenas: “La Cultura Indígena”, “La Danza”, “La Música”, “El Adivino”, “Los Artistas” y “El Estadista”. En la línea inferior, partiendo nuevamente a la derecha de la Mujer: “La Manufactura”, “La Forja”, “los Tejidos”, “El Mercado” y “Los Vendedores de Flores” [40].
En definitiva, estas escenas según las palabras del arquitecto representan, “El México Popular, en todas sus modalidades de afanes y regocijos, y también los legisladores, los educadores y los artistas, porque son los únicos de las otras clases que se han acercado con simpatía, con interés al pueblo. No podía parecer en este cantar popular nadie de los que lo desdeñan o lo explotan”.
LOS CONTENIDOS DEL PABELLÓN.
Incluso antes de finalizar las obras del pabellón, se anunció el envío de objetos para ser expuestos en el pabellón, entre los que se encontraban dos retratos, uno del Presidente Calles, tallado en madera por los indios, y otro del Rey Alfonso XIII adornados con temas moriscos repujados en cuero.[41]
A primeros de febrero de 1929, el agregado comercial de la Legación de México en España, Enrique Narváez, que formó parte fundamental de la comisión encargada de la ejecución del pabellón marchó nuevamente a México al haber sido ascendido, éste y el Ministro Plenipotenciario Enrique González Martínez, fueron los grandes propulsores de la representación mexicana, que lograron la concurrencia del país azteca en la muestra Iberoamericana, consiguiendo que el gobierno de aquella nación, cambiara por permanente el primitivo proyecto provisional.[42]
Pocos días después se produjo la llegada de miembros de la delegación mexicana que se harían cargo de organizar el material a exhibir, presidida por el ingeniero Francisco A. Sáenz, subjefe del Departamento de Comercio del Ministerio de Industria, Comercio y Trabajo mexicano, como Comisario General del pabellón, y los delegados de industria, Genaro Montiel, y comercio, Rodolfo Ramírez.[43] También formó parte de la delegación del Departamento de Salubridad Pública, Manuel Martínez Báez.[44]
Avanzada la Exposición, Francisco A. Sáenz, fue sustituido como Comisario General por Francisco Orozco Muñoz, y a finales de 1929, se unió a la delegación con carácter artístico el famoso músico Ignacio Fernández Esperón, más conocido como Tata Nacho, cuyo propósito era dar a conocer las canciones populares mexicanas.[45]
El 4 de marzo llegó a Sevilla, el primer envío de objetos que serían expuestos en el pabellón, entre ellos piezas de piedra de la antigua civilización azteca,[46] continuando durante ese mes, la recepción de las muestras que habían sido embarcados en Veracruz.[47]
Las salas acogieron muestras de etnografía, educación pública, bellas artes, agricultura, industria artística popular, gran industria, artes gráficas, minería y artes metalúrgicas.[48]
Ha sido difícil a averiguar los contenidos que albergaron las distintas salas del pabellón, incluso la distribución de éstas dentro del edificio; si nos atenemos a las crónicas que publicaron en su día diferentes medios de comunicación, podemos aventurarnos, no sin riesgo a equivocarnos, con la siguiente distribución.[49]
En el sótano, parece se encontraba una exposición de hierros y aceros. En la Planta Baja: Arqueología, Historia y Etnografía; Educación Pública; Minería; Grandes Industrias y Bellas Artes. Y en la Planta Alta, las salas destinadas a Agricultura; Arte Popular y Pequeña Industria; Industria conservera y Licores, y Artes Gráficas.
Sobre esta distribución habría que puntualizar que, los dos salones de la planta alta situados junto a la escalera, tenían iluminación cenital, pensada para la exhibición de bellas artes, y que, en otra fuente, sitúa la gran industria en la planta sótano.
Salones de Conservas y Licores, y Pequeña industria. (Ilustraciones revista La Vie d'Italia e dell'America. Enero 1930) |
Según el catálogo oficial seiscientos expositores particulares mostraron productos muy diversos, tales como objetos de piedra, pieles curtidas, producción textil, vinos, licores, perfumería, tabaco, café, productos alimenticios, plantas medicinales, armas, aceites, cervezas, orfebrería, tejidos, etc., y la prensa solo informaba de que había un gran contingente artístico y comercial, imposible de dar una idea de la cantidad objetos expuestos en las salas.[50]
En el Salón de Arqueología, Historia y Etnografía, se encontraba una exposición de maquetas y fotografías de edificios precolombinos que envió el Museo Nacional, entre ellas se veía la piedra de los eclipses, de Tizoc; la galería de las Grecas, en Oaxaca; el templo de Quetzalcoatl, en Teotlihuacán; y viejas ruinas de Yucatán, como las del Arco, el Adivino, las Monjas, el Palacio, la Torre y el Palenque; además de viviendas mayas, zapotecas, zaques, huaztecas, etc., y en vitrinas, instrumentos de Jaliperas y Tehuamas, vestidos pintados y tocas.[51]
Dos vistas del Salón de Arqueología, Historia y Etnografía. (Ilustraciones revista La Vie d'Italia e dell'America. Enero 1930) |
En los de Instrucción Pública y Bellas Artes, se indicaban mediante un cartel que, por premura de tiempo, no se daba una completa idea de la revolución artística que había alcanzado en aquellos momentos México. En la primera se mostraban obras realizadas por escolares con pinturas de estética riveristas, esculturas en bronce, basalto terracota y plomo, con figuras de la fauna indígena. Y en la de Bellas Artes, obras de pintura y esculturas que recordaban el estilo de artistas españoles y franceses, en boga a principios de siglo,[52] con efigies de algunos Virreyes más destacados en la época en que México era el reino de Nueva España.
Salón de Instrucción Pública. (Ilustración revista La Vie d'Italia e dell'America. Enero 1930) |
La exhibición de Agricultura, mostraba dioramas con los sistemas de riego, y su amplia riqueza agrícola y de fauna, con ejemplares ornitológicos. En la de Minería, ejemplares de ópalos y una gran variedad de ónices; y en los departamentos de la pequeña y gran Industria, trabajos que asombraban por su cantidad y perfección.[53]
Con motivo de la Exposición se editó un libro titulado “Exposición Ibero Americana. Palacio de México” que contenía un repertorio fotográfico del pabellón, y otro titulado “El Pabellón de México en la Exposición Ibero Americana de Sevilla” obra del arquitecto Amábilis que trataba sobre la arquitectura y estilo del edificio,[54] además formó parte del programa de exhibiciones la proyección de una película titulada “México” que daba a conocer distintos aspectos de la economía del país, como su agricultura y vida industrial, así como sus monumentos arqueológicos, las joyas de la arquitectura colonial y sus bellos e imponentes paisajes.[55]
Los Salones de Agricultura y Gran Industria. (Ilustraciones revista La Vie d'Italia e dell'America. Enero 1930) |
LA INAUGURACIÓN.[56]
En la tarde del 10 de mayo, al día siguiente del acto inaugural de la Exposición, los Reyes, don Alfonso y doña Victoria Eugenia, acompañados de las infantas doña Beatriz y doña Cristina; el Presidente del Consejo de Ministros, general Primo de Rivera y los ministros de Trabajo, Eduardo Aunós y de Hacienda, José Calvo Sotelo, visitaron los pabellones de Estados Unidos, México, Perú y República Dominicana. Al llegar al de México, le fueron rendidos los honores, siendo interpretado los himnos de España y México por la banda del Regimiento de Infantería de Granada, esperándoles a los pies de la escalinata el Ministro plenipotenciario mexicano, Enrique González; el Comisario del pabellón Francisco A. Sáenz, los delegados de Industria y Comercio, Montiel y Ramírez; el cónsul, Teodomiro L. Vargas, y el arquitecto del pabellón Manuel Amábilis.
Recorrieron todas las salas del pabellón, encontrándose a la entrada de algunas salas, jóvenes ataviadas con los trajes típicos de chinas poblanas y de indias yucatecas. Empezaron la visita por el sótano, donde se mostraba una exhibición de hierros y aceros, luego pasaron al hall, donde admiraron un monumental mueble con motivos mayas y aztecas,[57] para pasar al piso alto, con las salas destinadas a Agricultura, Arte Popular, Industrias y Artes Gráficas, para terminar en la planta baja, donde se hallan los departamentos de Arqueología e Historia, Educación Pública, Minería, Grandes Industrias y Bellas Artes, llamándoles especialmente la atención las salas de Minería y Artes Metalúrgicas.
En la Sección de Industria, la delegación de una fábrica de sombreros le regaló al Rey, un sobrero de charro mexicano de color blanco, bordado en oro con motivos aztecas; a la Reina valiosos encajes bordados, y al Presidente del Gobierno otro sombrero de charro de color negro.
Al despedirse del Ministro de México, los Reyes le mostraron su satisfacción por la magnífica exhibición que había hecho su país y el esfuerzo realizado para estar presente en la Muestra.
DURANTE LA EXPOSICIÓN
El patio central, fue utilizado como Salón de Actos y de proyecciones, en numerosas ocasiones, como la conferencia y posterior proyección de una película, sobre la salubridad pública en México, a cargo del delegado en dicha materia Manuel Martínez Báez.[58] O la entrega del donativo de 2.350 pts. que el Gobierno mexicano hizo al obrero Francisco Jiménez Galiano, que durante las obras de la construcción del pabellón, sufrió un accidente al caer desde un andamio situado a 15 m., habiendo quedado inválido.[59]
Mobiliario del patio central, especialmente diseñado para decorar el pabellón (Ilustración revista La Vie d'Italia e dell'America. Enero 1930). Uno de los sillones (fuente internet desconocida) |
También fue aquí donde los delegados de los pabellones americanos se reunieron, con motivo del fallecimiento del arquitecto Aníbal González, acordando, como muestra de duelo, sumarse a la de toda la ciudad, manteniendo cerrados sus pabellones durante las horas en que tuvieron lugar las honras fúnebres, y que todo ese día las banderas nacionales permanecieran a media asta, en homenaje y memoria al insigne arquitecto.[60]
Durante la celebración del Certamen, a los visitantes del pabellón se les distribuía a las personas interesadas, libros y folletos que trataban de las diversas actividades llevadas a cabo en la república, como boletines y estudios geología y estadísticos del petróleo, y de la minería; del Instituto Geológico nacional y estadísticas de metales; el Sistema de la Escuela Rural en México, Notas Estadísticas de la Educación Pública y de la Situación Social de la población indígena; Estudios arquitectónicos de las ruinas de Yucatán y de los monumentos de la ciudad de México y del pañis; Información General del Departamento de Bibliotecas; Monografías de los trabajos de las escuelas primarias; Estudios Climatológicos, y un largo etc.[61]
Entre las personalidades que visitaron el pabellón se encontraban, el infante don Carlos acompañado de sus hijos; la infanta doña Isabel; el Director de la Oficina Internacional del Trabajo Mr. Thomas; el Archiduque Alberto de Austria, y el general mexicano Juan Andreu Almazán. [62]
También lo hicieron los asistentes a los congresos de Ultramar,[63] así como los alumnos de la Escuela Superior y Profesional de Comercio, y los de la Escuela de Arquitectura de Buenos Aires, además de un importante grupo de obreros pensionados del Instituto Nacional de Previsión, y de periodistas americanos; y la Reina y las infantas, con motivo de su estancia en Sevilla durante la Feria de Abril, volvieron a visitar el pabellón.[64]
Así mismo, la Junta del Orfeón Catalán, que se encontraba actuando en la Exposición, fue invitada por el Comisario Orozco a visitar el pabellón, celebrándose un acto musical a cargo del compositor Tata Nacho, y de las pianistas españolas Pilar Bayona y Manuela Reyero.[65]
En el pabellón, también tuvo lugar un acto delictivo, con la sustracción de una de las vitrinas de varios objetos realizados con piel de víbora, una pitillera y tres monederos, valorados en 600 pts., recayendo las sospechar en el conserje, que fue detenido y hallado en su domicilio alguno de los objetos.[66]
El general Almazán y familia visitando el pabellón (ilustración La Vanguardia). |
LA SEMANA DE MÉXICO
En la sesión de la Comisión Permanente de finales de agosto, se fijaron las fechas para la celebración de las semanas americanas, habiéndole sido asignada a México los días del 29 al 31 de octubre de 1929.[67]
Desconocemos los motivos por el que la celebración de esta Semana dedicada a México no se celebró en esa fecha, retrasándose hasta coincidir justo con la semana de la clausura de Certamen, del 16 al 21 de junio de 1930.
El programa de la Semana de México[68] incluyó una serie de actividades diseñadas para ser educativas y pedagógicas, con el objetivo de dejar una huella duradera en la memoria de los participantes y establecer lazos sólidos con la intelectualidad española. Entre las actividades destacaba la visita al pabellón mexicano por parte de cien intelectuales españoles y portugueses, compuesto por escritores, arqueólogos, académicos, artistas, críticos de arte, catedráticos, maestros, etc., que fueron financiados en cuanto a sus desplazamientos y estancias por el gobierno mexicano. La intención era que estos intelectuales actuaran como embajadores culturales al regresar a sus lugares de residencia, promoviendo la imagen y la cultura de México.
Además de la visita, se llevó a cabo un ciclo de conferencias que abordaron diversos aspectos de la actualidad mexicana, como la industrialización, la educación, la música popular y la literatura, llevadas a cargo de destacados intelectuales como Fernando de los Ríos, Luis Araquistain, Luis Urbina, Ignacio Fernández Esperón, Juan Rubio y Manuel Prieto, cónsul de México en Barcelona, que participaron como conferenciantes. Se organizaron dos fiestas, una nocturna dirigida a obreros y otra infantil para niños sevillanos. También hubo sesiones radiadas con la participación de artistas mexicanos y españoles, charlas literarias y canciones.
Además, se llevó a cabo la cena oficial en honor a las autoridades de la Exposición, de la ciudad y de los representantes de los países americanos. Estos eventos sociales contribuyeron a fortalecer los lazos entre México y España durante la Exposición.
El 16 de junio,[69] primer día de la Semana de México, estuvo marcado por diversos eventos significativos. Por la mañana, se llevó a cabo una ceremonia solemne de izada de la bandera mexicana en el Ayuntamiento y en el edificio central de la Plaza de España. Este acto fue acompañado por la interpretación de los himnos de México y España a cargo de la Banda Municipal de Música.
Por la tarde, en el Pabellón de Méjico, tuvo lugar una gran recepción en honor de los profesores e intelectuales invitados por el gobierno mexicano a asistir a los actos de la semana en honor a esta República, cuyo contingente superaban el centenar, formados por cuarenta maestros y maestras nacionales, diez profesores portugueses, seis catedráticos de universidad y varios de institutos, periodistas, escritores y una treintena de invitados de diferentes ramas académicas. El insigne maestro compositor Manuel de Falla fue especialmente invitado por el Comisario del pabellón para rendirle homenaje de admiración. Sin embargo, debido a su delicado estado de salud, no pudo hacer el viaje.
A las diez de la noche, la estación de radio de Sevilla, emitió un programa especial sobre Méjico, con canciones mejicanas cantadas y tocadas por su autor Tata Nacho, recital de poemas, por Juan Castro, y una selección de discos con música popular.
En honor a la Semana de México, el Comisario de Estados Unidos dispuso que los aparatos de radio instalados en el pabellón emitieran el himno nacional mexicano en horarios específicos, de 9 a 10 de la mañana y de 7 a 8 de la tarde.
Recepción a profesores e intelectuales invitados por el gobierno mexicano. (Fot. revista Mercurio 17/7/1930) |
El 17 de junio,[70] segundo día de la Semana de México, a las seis de la tarde, en el Salón de Actos de la Plaza de España, tuvo lugar la conferencia del ilustre escritor Luis Araquistain, iniciando con ella el ciclo de conferencia que componían el programa, cuyo tema fue “La evolución social de México”, en la que el conferenciante comenzó haciendo una descripción de un país de vivos colores y acusados rasgos y de las luchas seculares entre los pueblos aborígenes, hasta la revolución mejicana.
El conferenciante, cuyo tema tenía una fuerte carga social y política, fue muy criticado por El Correo de Andalucía que, al referirse a esta noticia, emitió una nota en la que resaltaba el matiz heterodoxo del conferenciante sobre sus apreciaciones de la cuestión social mejicana, manifestando que, bajo el punto de vista del criterio católico del periódico, desaprobaba el solo querer ver en la conquista un motivo político, así como los juicios del orador sobre el nivel político de España.
También se celebró, en el pabellón de Méjico, una recepción en honor de los profesores portugueses invitados por la delegación mejicana a los actos con motivo de su semana, al que asistieron numerosas personalidades, entre ellas el comisario general del pabellón portugués Silveira de Castro, el delegado Jácome y el cónsul de Portugal, Noronha de Oliveira, además del delegado del Gobierno de Méjico.
Durante el día 18,[71] continuaron desarrollándose los actos previsto de la Semana de México. Por la mañana los intelectuales, maestros, catedráticos y artistas que asistían a estos actos, especialmente invitados por el Gobierno mexicano, visitaron varios pabellones de la Exposición, siendo recibidos por representantes de los delegados de los diferentes países.
Por la tarde, a las seis y media, en el Teatro de la Exposición, impartió su anunciada conferencia Fernando de los Ríos, sobre el tema "En torno a la tierra y al alma mexicana. Impresiones y recuerdos". En ella describió su impresión al atravesar por diferentes caminos la geografía mexicana, los inmensos bosques milenarios y el paisaje, para después, mediante bellas figuras literarias, referirse a las ciudades mexicanas que tan honda impresión causan al visitante.
En la mañana del día 19,[72] algunos de los intelectuales, principalmente escritores, como Pedro Salinas, Juan Sierra, Ramón J. Sender, José María del Rey y Rafael Porlán, entre otros, tuvieron una reunión intima en el pabellón, donde “Tata Nacho” cantó, acompañándose al piano, algunas preciosas canciones populares mejicanas, trasladándose para almorzar a la Venta Antequera.
Por la tarde, tuvo lugar una recepción en el pabellón a las Agrupaciones Obreras de Sevilla, las cuales, gracias a las gestiones llevadas a cabo por el Comisario Orozco, se montó un servicio gratuito de autobuses para trasladar al pabellón a quienes quisieran asistir a los actos y residiera en los lugares más apartado. A las seis, en el Salón de Fiestas del pabellón de la República Argentina, cedido por su Comisario, se proyectaron películas mejicanas, y se interpretaron canciones y bailes populares.
La velada se inició con una obertura interpretada por profesores de la Orquesta Bética de Cámara, a continuación, se proyectó la película “El Petróleo en Méjico”, a la que le siguió bailes regionales itzmeños y yucatecos. Terminados estos, se proyectaron las películas de temas arqueológicos, “La Ciudad Sagrada de Teotihuacán”, “Ruinas Arqueológicas de Yucatán” y “Chihen-Itzá y Uxmal”, para después interpretarse “Jarana”, un baile regional yucateco, y canciones originales de Tata Nacho, cantadas por el autor, para finalizar con Jarabe Tapatío. Los bailes estuvieron a cargo de la pareja mejicana Gloria Marcué y Miguel de la Peña, ayudada por cuatro señoritas sevillanas.
Una de las parejas mexicanas que actuaron en el teatro del Pabellón de Argentina cedido para la ocasión. (Fot. revista Mercurio 17/7/1930) |
Por la noche, el Comisario General mexicano Francisco Orozco, ofreció una cena, en el patio del hotel Alfonso XIII hermosamente acondicionado, al Comité de la Exposición, a todos los comisarios de los países participantes en el Certamen y a las autoridades sevillanas.
La Semana en honor de México que estaba llegando a su fin, el día 20,[73] el penúltimo, estuvo realmente animada, como estaba previsto, por la mañana, en los jardines del pabellón, se organizó una fiesta para los niños sevillanos a la que acudieron unos 1.500 acompañados de sus profesores, que comenzó con una visita al pabellón, para con posterioridad situarse bajo los toldos instalados en los jardines, donde se interpretó, por los alumnos del colegio Reina Victoria de Triana, el sainete de los hermanos Álvarez Quintero, "Hazañas de Juanillo el de los Molares", con gran alegría de los niños. Siguió la fiesta con unos bailes por sevillanas llevados a cabo por las niñas del Protectorado de la Infancia, también de Triana, para continuar con unas danzas mejicanas, realizadas por un cuadro artístico del país, ataviados con sus trajes típicos.
Continuó la fiesta con el poeta mejicano, Juan Castro, que recitó poemas de autores mejicanos y suyos, terminando con un almuerzo que fue repartido en el mismo pabellón, y acompañados de sus profesores, se distribuyeron por todo el recinto de la Exposición durante lo que restaba de día, siendo transportados en el tren miniatura, por gentiliza del Comisario Regio. Los organizadores enviaron a la Escuela de las Hermanas de la Cruz, trescientas meriendas, que sobraron, para repartirlas entro los niños que allí se acogían.
Grupo de escolares sevillanos que visitaron el pabellón. (Foto Serrano publicada en El Noticiero Sevillano 21/06/1930) |
A las seis de la tarde, en Salón de Actos el pabellón de Portugal, que había sido cedido para este acto, se desarrolló la conferencia a cargo del popular maestro y compositor mexicano Ignacio Fernández Esperón “Tata Nacho”.
La conferencia versó sobre el arte musical mejicano, demostrando sus profundos y grandes conocimientos en esta materia. Describiendo los instrumentos precolombinos y analizando los valores líricos del folklore indígena. El conferenciante ilustró su disertación, con ejemplos prácticos al piano y a la voz, declarándose un decidido defensor de la corriente de nacionalización del arte musical mejicano, confiando en el moderno plantel de profesores y artistas que, desechando la moda europea, “van a buscar a la sierra y al llano mejicanos los motivos más puros que condensan la esencia del alma nacional”.
Al mismo tiempo, a las siete de la tarde, pero en el Salón de Actos de la Plaza de España, impartió una conferencia el catedrático de la Universidad de México, e ilustre poeta, Luis G. Urbina, con el título “Literatura mexicana”, quien disertó de manera elocuente y documentada sobre este tema, poniendo de manifiesto sus vastos conocimientos sobre esta materia.
Tras la conferencia, fueron repartidos entre los asistentes volúmenes de las obras, de la que es autor el conferenciante, tituladas "Luces de España" y "La literatura americana durante la guerra de la Independencia".
También por la tarde, el Comisario de México, Orozco Muñoz, en unión del secretario de la Legación en Madrid, Torres Bodet, así como los catedráticos y profesores invitados por el gobierno mexicano, visitaron la carabela "Santa María", dándole las gracias a su comandante, Julio Guillén, por tener izada durante estos días la bandera nacional de esta República en la nave.
Por la noche, en el jardín del pabellón, se celebró con gran animación una fiesta bajo el título de “Noche mexicana”, habiéndose instalado una espléndida iluminación a base de farolillos de colores, que daba al jardín un alegre aspecto de verbena, animada con damas ataviadas con mantones de Manila, interpretándose durante la fiesta diversos números mexicanos, sirviéndose a media noche un espléndido buffet.
Integrantes del grupo que actuó en la Fiesta “Noche mexicana” en los jardines del pabellón. (Fot. revista Mercurio 17/7/1930) |
El 21 de junio marcó el último día de la Semana de México en la Exposición.[74] Comenzó esa mañana, en la Sala de Fiestas del Pabellón de Portugal, donde impartió una conferencia el profesor Juan Rubio Carretero, catedrático de Pedagogía, que disertó acerca del tema "La Escuela en Méjico", asistiendo numeroso público.
Al medio día, en la Venta de Eritaña, se celebró un almuerzo de despedida, a los invitados de su Gobierno para la semana de aquel país en el Certamen, ofrecido por el comisario Orozco Muñoz, al que asistieron todos los catedráticos de universidad e institutos, intelectuales, artistas y profesores españoles y portugueses venidos a nuestra la ciudad. Terminados los discursos de rigor, pasaron todos a un salón anexo donde en honor de la representación de Portugal se celebró una fiesta de arte popular.
La Semana de México estuvo claramente enfocada en destacar y promover la importancia de la intelectualidad, a los trabajadores por personificar la inteligencia y el trabajo, y los niños, como elementos fundamentales para el futuro y la esperanza.[75]
TRAS LA CLAUSURA DEL CERTAMEN.
Meses después de la clausura del Certamen, en enero de 1931, el pabellón recibió la visita de la última personalidad destacada, en este caso, el expresidente de la República azteca, Emilio Portes Gil, acompañado de su familia. Este ilustre visitante fue recibido por el Comisario Francisco Orozco, quien aún ocupaba su puesto en el pabellón en ese momento. Durante las declaraciones realizadas con motivo de su visita, el expresidente Portes abogó por respaldar una iniciativa para convertir el edificio en un centro de estudios mexicanos, financiado y mantenido por México, con la visión de establecer una Casa de México en España. [76]
El expresidente mexicano Portes Gil, junto a su familia y el Comisario Orozco, durante su visita al pabellón. (Fot. revista Mercurio 15/01/1931) |
Es posible que esta propuesta fuera la causa de la demora en la cesión del pabellón al Estado español. Esta dilación alejó la posibilidad de destinar el edificio a una Escuela Normal de Maestros o a la instalación del Pósito Terrestre y Marítimo, para los cuales ya se habían realizado gestiones. La propuesta de convertir el pabellón en un centro de estudios mexicanos sugiere la intención de mantener unos lazos culturales, educativos y comerciales entre México y España.
Para llevar a cabo el desmantelamiento del pabellón y la posterior tarea de embalaje y envío de los objetos expuestos a su lugar de origen en México, Francisco Orozco continuó desempeñando su papel como Comisario del mismo. Aunque es importante destacar que algunos de estos objetos permanecieron en España gracias a las donaciones realizadas por diferentes organismos mexicanos, como fue el material que originalmente formaba parte del departamento de Historia Natural del pabellón. Este material incluía cerca de cuatrocientos ejemplares de zoología, ciento sesenta y seis de botánica y setenta y cuatro de mineralogía. Estos valiosos elementos fueron donados al Museo Nacional de Ciencias de Madrid, procedentes de la Dirección de Estudios Biológicos y la Universidad Autónoma de México.[77] O los quince cuadros de la Historia Gráfica de Nueva España, que pasaron al Archivo General de Indias, por cesión de la Cámara Oficial Española de Comercio en México, que fue la entidad que corrió con los gastos de su realización.[78]
Uno de los cuadros de la Historia Gráfica de Nueva España, confeccionado por la Cámara Oficial de Comercio de México. (Ilustración de la obra Historia Gráfica de Nueva España) |
Estos trabajos llegaron a su conclusión en el mes de agosto de 1931, marcando el final de la labor del Comisario Orozco Muñoz. El 15 de dicho mes, el Comisario formalizó la entrega del pabellón al Cónsul de México en Sevilla, Fermín Díaz de Urmeneta, mediante la firma de un acta oficial. Con este acto, se cerró un capítulo importante de la participación mexicana en la Exposición Iberoamericana, destacando la eficacia y el compromiso de Orozco en la ejecución de estas responsabilidades. [79]
Dos años más tarde, el edificio representativo de México volvió a tener protagonismo, fue con motivo de los actos organizados para conmemorar el histórico vuelo de los aviadores Barberán y Collar en el “Cuatro Vientos”, que partiendo de Sevilla consiguieron llegar a Cuba, su meta, pero en su travesía sobre México, se produjo el fatal desenlace. Como gesto de agradecimiento a México por los incansables esfuerzos en la búsqueda de los pilotos desaparecidos, se programó la celebración de un desfile frente al pabellón mexicano el 12 de noviembre de 1933.
Sin embargo, debido a la lluvia, hubo que suspender el desfile, no obstante, este gesto de agradecimiento a México se concretó en un discurso en la fachada del pabellón, donde el Jefe del Gobierno, Diego Martínez Barrio, transmitió los sentimientos de gratitud del país, con un emotivo mensaje que fue recibido por el Cónsul mexicano, Fermín Díaz de Urmeneta, marcando así un momento significativo de reconocimiento y solidaridad entre naciones.[80]
La donación del edificio, por parte del gobierno mexicano se demoró, quizás por el intento de mantener un espacio dedicado al intercambio académico, cultural y económico entre ambas naciones. Desechada la idea, no fue hasta el 13 de diciembre de 1934, cuando el Estado español acepta ésta,[81] cediéndolo al Ayuntamiento sevillano para instalar el Instituto Municipal de Maternidad y Puericultura, en él, según Decreto de 22 de octubre de 1935,[82]
Desde antes de la cesión del edificio a la ciudad, su estado exterior era lamentable, [83] y su interior no parecía estar en mejores condiciones. [84] No fue sino hasta dos años más tarde, en agosto de 1937, que se aprobó el proyecto de adaptación a Instituto de Maternidad por parte de la Comisión Gestora de la Bolsa Municipal de Trabajo.[85] Sin embargo, debido a las dificultades económicas generadas por la Guerra Civil, este proyecto no se materializó hasta 1940, cuando finalmente se llevaron a cabo las obras de adaptación y consolidación del edificio para su función como instituto de maternidad.
El Pabellón de México convertido en Instituto Municipal de Maternidad. (Sevilla. Cien edificios) |
De esta adaptación podemos destacar cómo el patio central se mantuvo como distribuidor de las distintas dependencias. En la planta baja se instaló la zona de consultas, oficinas y sala de dilatación; en la primera planta de distribuyeron las habitaciones, el quirófano y la capilla, y en el sótano, las cocinas, sala mortuoria y lavandería. Además, se abrieron ventanas, y se cerraron los lucernario de las salas de la planta alta, se instalaron ascensores y aseos, quedando las conducciones a la vista.[86]
Desde la finalización de estas obras, el edificio ha sufrido diversas agresiones a su patrimonio artístico, además de las intervenciones necesarias para adaptarlo a un centro sanitario, y con las reformas posteriores, los relieves, pinturas decorativas y vitrales desaparecieron.
Después de que el Servicio de Maternidad se trasladara al Equipo Quirúrgico Municipal, el edificio quedó sin uso y sirvió como refugio provisional para familias desahuciadas. La Policía Local, ubicada en el vecino Pabellón del Brasil, se encargó de su custodia y posteriormente lo utilizó como alojamiento para la Sección Canina, almacén y la zona exterior como aparcamiento para el personal que trabaja en las dependencias municipales.[87]
El abandono continuó agravándose hasta provocar, a finales de los años ochenta del pasado siglo, una intervención de urgencia para consolidar el inmueble, reforzando los cimientos, debilitados por el tiempo y las funciones anteriores.
En el estudio realizado para acometer estos trabajos de consolidación dieron como resultado que la cimentación descansaba sobre un estrato de arcilla expansiva, procediéndose a recalzar ésta mediante una zapata corrida, eliminación del arbolado próximo y la construcción de un acerado perimetral.[88]
En 1995 el Ayuntamiento lo cedió a la Universidad de Sevilla, y en 1997, se llevaron a cabo trabajos de restauración dirigidos por el arquitecto Juan Manuel Rojo, al objeto de transformar el edificio para albergar el Vicerrectorado de Tercer Ciclo y enseñanzas propias de la Universidad, con un presupuesto de 210.902.790 pesetas.[89]
Durante esta restauración, algunos elementos no pudieron ser rescatados y se optó por su sustitución. Un ejemplo de ello son las ventanas que rodeaban el octágono central. Dado que los vitrales originales se habían perdido irremediablemente, se emplearon materiales modernos para restaurar, al menos, los colores vivos originales. El piso también fue reemplazado por mármoles blancos y rojos. Se conservaron las entradas de luz, no solo a través de la montera central, sino también de las que iluminan las aulas en la planta alta, adaptándose el primer salón de la derecha de la planta baja como salón de actos. Además, se realizaron trabajos en la fachada, devolviéndole su color original, y los jardines y la fuente exterior también fueron recuperados.
Finalmente, el pabellón, rescatado y restaurado, fue inaugurado, o mejor dicho, reinaugurado el 24 de noviembre de 1998. Este proceso de restauración y adaptación permitió darle un nuevo propósito al edificio, preservando su valor histórico y arquitectónico mientras se ajustaba a las necesidades contemporáneas de la Universidad de Sevilla.
Estado actual del patio central tras la restauración llevada a cabo en 1997. (Archivo del autor) |
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NOTAS
[1] . Rodríguez Bernal, E. Historia de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Sevilla (1994) Edita Servicios de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, p. 110.
[2] . Archivo Municipal de Sevilla. Sección XVIII. Exposición Iberoamericana. Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 1. Sesión del 23 de mayo de 1925.
[3] . A.M.S. Secc. XVII. E.I.A Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 1. Sesión del 06 de julio de 1925.
[4] . El Pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 16 de junio de 1925, p. 2.
[5] . Graciani García, A. La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Sevilla (2010). Edita Ayuntamiento de Sevilla y Universidad de Sevilla, p. 132.
[6] . El pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 06 de marzo de 1926, p. 7.
[7] . Méjico prepara su concurrencia al certamen de Sevilla. En El Liberal, de Sevilla. 18 de mayo de 1926, p. 4.
[8] . En Jurado estuvo compuesto por: Presidente y representante de la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, Juan de Dios Villarello; el ingeniero Emilio Zubiaga y el arquitecto Miguel Ajuria, por la misma Secretaría; en representación de la Escuela de Bellas Artes, José Gómez Echevarría; y por la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, Carlos Tarditi.
Graciani García, A. La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana….op. cit., p. 133.
[9] . Los otros premiados fueron: Segundo premio, Carlos Obregón Santacilia; Tercer premio, Alberto Mendoza; Cuarto, Carlos Greenham, Luis Alvarado y Vicente Mendiola; y el Quinto para Manuel María Amábilis.
Graciani García, A. La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana….op. cit., p. 133.
[10] . A.M.S. Secc. XVII. E.I.A Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 2. Sesión del 02 de junio de 1926.
[11] . A.M.S. Secc. XVII. E.I.A Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 2. Sesión del 25 de agosto de 1926.
[12] . Graciani García, A. La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana….op. cit., pp. 133-134.
[13] . El pabellón de Méjico en Sevilla. En El Debate, de Madrid. 13 de octubre de 1926, p. 2.
[14] . A.M.S. Secc. XVII. E.I.A Libro de actas de la Comisión Permanente núm. 2. Sesión del 20 de noviembre de 1926.
[15] . El pabellón de Méjico en Sevilla. En El Debate, de Madrid. 02 de noviembre de 1927, p. 3.
[16] . El pabellón de México en Sevilla, será de estilo maya. En Diario de la Marina, de La Habana. 23 de agosto de 1927, p. 28.
[17] . El pabellón de México en Sevilla. En Diario de la Marina, de La Habana. 28 de septiembre de 1927, p. 28.
[18] . A esta empresa también formó parte un tercer hermano, Domingo, sin embargo, en la lápida situada a la izquierda de la entrada del pabellón, solo aparecen las iniciales de JL y R. de Casso.
Valenzuela Montalvo, E. M. EMPRESAS DE CONSTRUCCIÓN EN TORNO A LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA DE 1929. Tesis Doctoral Directora Amparo Graciani García. 2015. Universidad de Sevilla. Departamento de Construcciones Arquitectónicas 2, pp 170-172.
[19] . Amábilis, M. Pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla. México (1929). Editado Talleres Gráficos de La Nación, p. 16.
[20] . Méjico en la Exposición Ibero-Americana. En La Voz de Cantabria, de Santander. 06 de octubre de 1927, p. 4.
[21] . Una breve conversación con el arquitecto don Manuel Amábilis acerca del futuro pabellón de Méjico en el Certamen Ibero-Americano. En El Liberal, de Sevilla. 23 de octubre de 1927, p. 4.
[22] . El pabellón de Méjico en la Exposición. En El Liberal, de Sevilla. 06 de enero de 1928, p. 4.
[23] . Las obras de la Exposición. En El Liberal, de Sevilla. 20 de mayo de 1928, p. 1.
[24] . Manifestaciones del Alcalde. En El Liberal, de Sevilla. 30 de agosto de 1928, p. 1.
[25] Amábilis, M. Pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla….op. ct, pp. 15-16.
[26] . Morales Hevia, J.M. y Cabeza Méndez, J.M. El Pabellón de Méjico. En revista APAREJADORES núm. 19 agosto 1986, p. 12.
[27] . Ibídem, p. 11.
[28] . El Alcalde y el Comisario regio de la Exposición visitaron el pabellón mejicano. En El Liberal, de Sevilla. 02 de septiembre de 1928, p. 4.
[29] . Noticias. En El Liberal, de Sevilla. 07 de octubre de 1928, p. 4.
[30] . El pabellón de Méjico. En El Debate, de Madrid. 19 de octubre de 1928, p. 3.
[31] . Para la descripción de las partes y distribución del edificio, que mejor manera de hacerlo que seguido la información que su autor nos da en su obra.
Amábilis, M. Pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla….op. ct, pp. 16-18.
[32] . Vázquez Consuegra, G. Sevilla Cien Edificios. Sevilla (1988). Edita Consejería de Obras Públicas y Transporte. p. 268.
[33] . Para definir el concepto arquitectónico en el que se basa, hemos recurrido a lo que el propio autor dice de su obra.
Amábilis, M. Pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla….op. ct, pp. 21-27.
[34] . Villar Movellán, A. Los pabellones de la Exposición Iberoamericana. En Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Fondos de la Hemeroteca Municipal de Sevilla. Sevilla (1987) Edita Monte de Piedad y Caja de Ahorro de Sevilla. S/P
[35] . Graciani García. A. Iconografía del Pabellón de México. En Cuadernos de Arte e Iconografía. Actas del III Coloquio de Iconografía. Tomo VI núm. 12 Segundo semestre 1993. pp. 402-403.
[36] . Amábilis, M. Pabellón de México en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla….op. ct, pp. 35-41.
[37] . Graciani García. A. Iconografía del Pabellón de México. En Cuadernos de Arte e Iconografia….op. ct. p. 404.
[38] . Graciani García, A. La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana…op. ct. pp. 158-165.
[39] . Graciani García, A. La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana…op. ct. p. 167.
[40] . La relación de las escenas de la bóveda de la escalera se ha tomado de la obra de Graciani García, A. La participación internacional y colonial en la Exposición Iberoamericana…op. ct. p. 167.
[41] . México en la Exposición de Sevilla. En Diario de la Marina, de La Habana. 23 de agosto de 1928, p. 30.
[42] . Un almuerzo íntimo en homenaje de despedida al agregado de la Legación de Méjico en España, Sr. Narváez. En El Liberal, de Sevilla. 08 de febrero de 1929, p. 4.
[43] . La Delegación mexicana en la Exposición de Sevilla. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 21 de febrero de 1929, p. 1.
[44] . Cartera de Noticias. En El Liberal, de Sevilla. 25 de mayo de 1929, p.46.
[45] . Nuevo delegado del pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 13 de diciembre de 1929, p. 1.
[46] . Los efectos que remite Méjico. En Diario de la Marina, de La Habana. 05 de marzo de 1929, p. 1.
[47] . Para el pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 26 de marzo de 1929, p. 5.
[48] . Visita de los Reyes al pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 11 de mayo de 1929, p. 6.
[49] . Esta distribución se hace en base a la descripción que hace sobre el recorrido de los Reyes durante la visita de inauguración del pabellón. En el pabellón de Méjico. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 11 de mayo de 1929, p. 2.
[50] . Rodríguez Bernal, E. Historia de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929…op. ct. p. 373.
[51] . Paginario de la Exposición. Méjico. En La Libertad, de Madrid. 22 de mayo de 1929, p. 3.
[52] . Ibídem.
[53] . Ibídem.
[54] . Rodríguez Bernal, E. Historia de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929…op. ct. p. 374.
[55] . México. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 1 de junio de 1929, p. 2.
[56] . Para la crónica del acto inaugural del pabellón se han utilizado los siguientes artículos periodísticos:
-Visita de los Reyes al pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 11 de mayo de 1929, p. 6.
-El pabellón de México. En Diario de la Marina, de La Habana. 11 de mayo de 1929, p. 28.
-En el pabellón de Méjico. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 11 de mayo de 1929, p. 1.
-En el pabellón de Méjico. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 11 de mayo de 1929, p. 2.
[57] . Parte de estos muebles aún se conservan unos en el Museo Nacional de la Culturas (un par de mesas se exhiben en la librería) o el Castillo de Chapultepec (en la antesala de la Sala de Acuerdos). https://grandescasasdemexico.blogspot.com/2017/02/. Consultado el 15/02/2024
[58] . En el pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 25 de mayo de 1929, p. 6.
[59] . Crónica de sucesos. En El Liberal, de Sevilla. 2 de agosto de 1928, p. 4. Y En el Pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 29 de mayo de 1929, p. 5.
[60] . Las Delegaciones americanas de la Exposición, en homenaje a la memoria de D. Aníbal, acuerdan mantener cerrados los pabellones durante las horas del funeral y entierro. En El Liberal, de Sevilla. 01 de junio de 1929, p. 4.
También fueron suspendidos los actos del final de la Semana de los Estados Unidos, y el envío de una monumental corona de claveles.
[61] . Programa de México. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 06 de julio de 1929, p. 3.
[62] . Los infantes visitan el pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 22 de agosto de 1929, p. 4.
-La infanta Isabel visita los pabellones de Méjico y Cuba. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 22 de noviembre de 1929, p. 1.
-La estancia en Sevilla del señor Thomas. En El Liberal, de Sevilla. 26 de noviembre de 1929, p. 5.
-El Liberal, de Sevilla. 29 de noviembre de 1929, p. 8.
Se encuentra en Sevilla el general mejicano Sr. Andreu Almazán. En El Liberal, de Sevilla. 03 de diciembre de 1929, p. 1.
[63] . En Diario de la Marina, de La Habana. 06 de octubre de 1929, p. 30.
[64] . Una visita oficial al pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 20 de febrero de 1930, p. 2.
-En El Liberal, de Sevilla. 21 de febrero de 1930, p. 1.
-Las visitas de los obreros pensionados a la Exposición. En El Liberal, de Sevilla. 07 de marzo de 1930, p. 7.
-Estancia en Sevilla de los periodistas americanos. En El Liberal, de Sevilla. 06 de abril de 1930, p. 1.
-La Reina y las Infantas han visitado el pabellón mejicano. En Diario de la Marina, de La Habana. 26 de abril de 1930, p. 26.
[65] . La Junta del Orfeón Catalán y las personalidades que la acompañan son obsequiados con una fiesta. En El Liberal, de Sevilla. 08 de mayo de 1930, p. 1.
[66] . Hurto en el pabellón de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 09 de febrero de 1930, p. 3.
[67] . La Comisión Permanente de la Exposición. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 25 de agosto de 1929, p. 1.
[68] . Programa de actos de la semana de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 10 de junio de 1930, p. 5.
[69] . La Semana de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 15 de junio de 1930, p. 5.
-….y comenzó la de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 17 de junio de 1930, p. 5.
[70] . La semana de Méjico. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 18 de junio de 1930, p. 1.
-La semana de Méjico. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 18 de junio de 1930, p.5.
-La semana de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 18 de junio de 1930, p. 5.
[71] . La semana de Méjico. El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 19 de junio de 1930, p. 1.
-La semana de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 19 de junio de 1930, p. 5.
[72] . La semana de Méjico. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 19 de junio de 1930, p. 1.
-Continúa la semana de Méjico. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 20 de junio de 1930, p. 1.
[73] . La semana de Méjico. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 21 de junio de 1930, p. 1.
-Festival infantil en los jardines del pabellón. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 21 de junio de 1930, p.3.
-Informaciones de la Exposición. En El Liberal, de Sevilla. 21 de junio de 1930, p. 5.
[74] . Semana de Méjico. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 22 de junio de 1930, p. 2.
-Conferencia del señor Rubio Carretero. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 22 de junio de 1930, p. 8.
- Semana de Méjico. En El Liberal, de Sevilla. 22 de junio de 1930, p. 1.
[75] . La “Semana de Méjico” en la Exposición Iberoamericana. En El Magisterio Español, de Madrid. 25 de julio de 1930, p. 310.
[76] . La estancia en Sevilla de señor Portes Gil. En El Liberal, de Sevilla. 09 de enero de 1931, p. 1.
[77] . Donativo de México al Museo de Ciencias de Madrid. En Diario de la Marina, de La Habana. 24 de febrero de 1931, p. 11.
-Donación de material científico. En El Debate, de Madrid. 24 de febrero de 1931, o, 3.
[78] . Méjico cede unos cuadros a España. En El Pueblo Gallego, de Vigo. 28 de mayo de 1931, 7.
-La mañana en los ministerios. En El Liberal, de Sevilla. 29 de mayo de 1931, p. 4.
[79] . Entrega al cónsul mejicano del pabellón de su país. En El Liberal, de Sevilla. 18 de agosto de 1931, p. 1.
[80] . Para conmemorar el vuelo de Barberán y Collar. En El Adelanto de Segovia. 09 de noviembre de 1933, p. 3.
-De la próxima visita a Sevilla del Jefe del Gobierno. En El Liberal, de Sevilla. 10 de novienbre de 1931, p. 1.
[81] . Disposiciones Oficiales. En El Liberal, de Sevilla. 14 de diciembre de 1934, p. 2.
[82] . El Consejo de Ministros de ayer. En La Voz de Aragón, de Zaragoza. 23 de octubre de 1935, p. 7.
[83] . Los pabellones de la Exposición. En El Liberal, de Sevilla. 18 de enero de 1935, p. 1.
[84] . Valor del tiempo. En El Liberal, de Sevilla. 24 de octubre de 1935, p. 1.
[85] . Informaciones municipales. Comisión Gestora de la Bolsa de Trabajo. En ABC, de Sevilla. 22 de agosto de 1937, p.15.
[86] . Morales Hevia, J.M. y Cabeza Méndez, J.M. El Pabellón de Méjico. En revista APAREJADORES núm. 19 agosto 1986, pp. 11-12.
[87] . Ibídem. p. 12.
[88] . Ibídem. p. 13.
[89] . El pabellón de México podría abrirse como sede del tercer ciclo en el curso 98/99. En ABC, de Sevilla. 13 de julio de 1998, pp. 64-65.